El control de la tensión arterial evitaría casi 130 millones de muertes por enfermedad cardiovascular

Entre 76 millones y 130 millones de muertes por enfermedades cardiovasculares podrían evitarse en todo el mundo entre 2022 y 2050 si la hipertensión (HTA) deja estar fuera de control. Para ello se deberían alcanzar los objetivos globales de hipertensión marcados por la Organización Mundial de la Salud (OMS): el 80 % de los pacientes diagnosticado, el 80 % recibiendo tratamiento y el 80 % alcanzando los niveles de tensión arterial definidos en las guía, asegura una investigación que se publica en «Nature Medicine».

La presión arterial alta o hipertensión es el principal factor de riesgo modificable para las enfermedades cardiovasculares (ECV) y su mortalidad asociada. El problema radica en que aunque existen intervenciones rentables para la prevención y el manejo de esta enfermedad, sin embargo, hasta ahora su implementación tanto a nivel nacional como mundial no ha sido una prioridad en muchos países.

El estudio que ahora se publica en «Nature Medicine» propone que los países adopten un objetivo 80-80-80 en su políticas nacionales de hipertensión.

Los autores coordinado por David A. Watkins, de la Universidad de Washington (EE.UU.) llevaron a cabo un modelo los impactos de tres escenarios de control de la hipertensión en 182 países en el contexto de estos objetivos: mantener la situación actual, es decir, no hacer esfuerzo alguno para ampliar el diagnóstico y el tratamiento; llevar a cabo avances en el control de la HTA, y aspiracional, el control de la HTA es el definido por las guías.

Según este equipo, entre el 4 y el 7 % (entre 76 y 130 millones) de las muertes por todas las causas podrían evitarse en los dos últimos escenarios para 2050.

Los mayores avances se lograrían en los países más pobres, donde la cobertura de las intervenciones contra la hipertensión es actualmente muy mejorable.

La mayoría de los países podrían lograr un objetivo 80-80-80 para 2040 en el escenario aspiracional.

Los autores concluyen que alcanzar los objetivos 80-80-80 para la hipertensión en todo el mundo podría representar uno de los logros de salud pública mundial más importantes de las próximas décadas.

La implementación de tal estrategia, afirman, podría reducir sustancialmente las desigualdades globales en el impacto de la enfermedad cardiovascular.