Breve guía sobre la aplicación de la insulina

 Breve guía sobre la aplicación de la insulina



   MADRID, 21 Dic. (EDIZIONES) –

   El páncreas de una persona no diabética segrega insulina constantemente ateniéndose a las necesidades que tiene el organismo y los niveles de glucosa de la sangre, con el fin de proveer ésta a los tejidos en cada momento. El paciente necesitará administrarse insulina cuando la segregada por su páncreas no sea suficiente para cumplir con su función.

   Así lo explica el doctor Martín López de la Torre, presidente organizador XXXII del Congreso de la Sociedad Española de Diabetes (SED), y jefe del Servicio Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Virgen de las Nieves de Granada durante una entrevista con Infosalus.

   En ella nos recuerda que la insulina es una hormona segregada por el páncreas, encargada de regular el aprovechamiento de los nutrientes por el organismo: «Facilita la entrada de glucosa en tejidos como el músculo para que pueda utilizarla, permite el almacenamiento de la glucosa en el hígado, o de las grasas en el tejido graso».

   En la diabetes mellitus tipo 1, que acontece en la edad juvenil, necesita tratamiento con insulina desde el diagnóstico de la enfermedad porque hay una falta de insulina desde entonces, que no se puede solucionar con otras medicaciones, según prosigue el doctor López de la Torre.

   En cambio, señala que la diabetes mellitus tipo 2 se desarrolla más lentamente en personas con mayor edad. «En el momento del diagnóstico todavía disponen de suficiente insulina para poderla aprovechar por un tiempo si asociamos cambios de los estilos de vida (alimentación y ejercicio físico) y medicaciones antidiabéticas diferentes a la insulina», agrega.

   Al cabo del tiempo, estas medidas pueden ser insuficientes y necesitar también la insulina, continúa el especialista, al tiempo que precisa que existen otros muchos tipos de diabetes que también pueden necesitar insulina, por ejemplo, las que ocurren por enfermedad pancreática, por el tratamiento con corticoides, o la diabetes gestacional.

ADMINISTRACIÓN POR VÍA SUBCUTÁNEA

   Así, el jefe del Servicio Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Virgen de las Nieves de Granada recuerda que hoy por hoy la insulina ha de administrarse por vía subcutánea, es decir, inyectada bajo la piel.

   «Las jeringas de insulina han sido sustituidas en la mayoría de los casos por dispositivos cargados de insulina, similares a plumas, a los que se les conecta una aguja, que son más fáciles de usar y de transportar, aparte de ser más seguros y más precisos», destaca.

   López de la Torre señala aquí que el diabético se inyecta la dosis de insulina que le corresponde según una pauta que le indica su médico, que puede variar por factores como los niveles de glucosa en la sangre que tenga, el ejercicio físico o la alimentación, entre otros. «Por tanto, es necesaria una educación diabetológica que le enseñe cuánto y cómo usarla, cómo determinar la glucosa en cada momento, así como los problemas que puedan asociarse», según resalta.

   A su vez, recuerda que la insulina también se puede administrar a través de un dispositivo electrónico que la contiene y la inyecta continuamente a través de un catéter: «Son las llamadas ‘bombas de insulna’. Este sistema es más complejo porque necesita la interacción del paciente con la máquina y sus menús, cambio periódico de los fungibles (por ejemplo el cateter), adaptación a situaciones cambiantes de la vida, etc, por lo que necesita una educación diabetológica mucho más completa adaptada al sistema».

   Otros sistemas son excepcionales o se encuentran en investigación, como los parches adheridos a la piel bajo los cuales permanece insertada una aguja, evitando los pinchazos repetidos en personas con fobia a las agujas, agrega el experto.

ASPECTOS A TENER EN CUENTA

   Con todo, el presidente organizador del XXXII Congreso de la Sociedad Española de Diabetes sostiene que la dosis de insulina que inyecta la persona con diabetes debe adaptarse también a las necesidades y a los niveles de glucosa cambiantes según muchos factores, entre los más importantes la alimentación, el ejercicio físico y los niveles de glucosa en sangre en cada momento.

   «Conocerlos nos ayuda a calcular la dosis de insulina a inyectar. Equivocarnos en exceso puede producir hipoglucemia (bajos niveles de glucosa en sangre) o hiperglucemia (altos niveles de glucosa en sangre), lo que pueden plantear problemas a corto y largo plazo», advierte.

   De hecho, mantiene que, antes del descubrimiento de la insulina, la diabetes tipo 1 era una enfermedad mortal, y todavía hoy las complicaciones de la diabetes mellitus suponen «importantes limitaciones» para muchos pacientes.

   Sobre el tiempo que debe establecerse entre una inyección de insulina u otra, el doctor de la Torre menciona que depende de cada paciente y del tipo que sea, aparte de variar en función del tiempo de evolución de su diabetes.

   «La mayoría de los diabéticos tipo 1 y algunos tipo 2 utilizan la pauta basal-bolo, que consiste en inyectar una vez al día insulina llamada ‘basal’, a la misma hora del día, que aporta al organismo unos niveles constantes de insulina a lo largo de las 24 horas, para mantener las necesidades mínimas del organismo», subraya.

    Además, dice que tienen que administrar una dosis más de una insulina de acción más rápida llamada ‘bolo’ en cada comida principal, generalmente tres (desayuno, almuerzo y cena), para ayudar al aprovechamiento de los nutrientes de la correspondiente comida. «Hay muchas variaciones de esta pauta, para adaptarla a las circunstancias de cada individuo. Por ejemplo, si un diabético tipo 2 tratado con otros antidiabéticos empeora su control y necesita empezar con insulina, lo habitual es empezar con una sola dosis de insulina ‘basal’ asociada a otros antidiabético, con la intención de complementar su efecto con insulina ‘basal», añade.

   Otro ejemplo, según indica, es inyectar mezclas de insulinas con acción rápida y lenta, de forma que con una sola inyección se suministre a la vez insulina ‘basal’ y el ‘bolo’: «En el caso de las bombas de infusión la administración de insulina de acción rápida es continua a través de un catéter que se encuentra continuamente inyectado».

CÓMO REALIZAR UNA CORRECTA ADMINISTRACIÓN DE INSULINA

   Aun no siendo difícil, la correcta administración de insulina requiere de un aprendizaje previo, no sólo para saber cuándo y cómo inyectarla, sino también la dosis a administrar en cada momento, según detalla de la Torre.

   «En esencia, la técnica incluye limpieza de manos y elección del lugar a inyectar, colocación de la aguja en el dispositivo, marcar la dosis en la pluma, coger un pellizco de piel bajo el cual queda el tejido graso subcutáneo, introducir la aguja e inyectar la insulina apretando el émbolo hasta completar la inyección, esperando luego unos segundos antes de sacar la aguja», prosigue el miembro de la Sociedad Española de Diabetes.

   En última instancia el doctor de la Torre destaca que, después de 100 años del descubrimiento y utilización de la insulina, su administración sigue siendo inyectada, y sigue requiriendo de la determinación repetida de glucosa para el cálculo de la dosis, «pero tanto los sistemas de determinación de glucosa como los dispositivos de administración de insulina son cada vez más precisos, seguros, eficaces y cómodos».

   Eso sí, resalta que la tecnología no sustituye todavía al factor más importante para el control, el humano, la implicación del paciente, del personal sanitario, y la colaboración de ambos



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