Vitamina D: Por qué no es necesario tomar suplementos aunque esté baja

 Vitamina D: Por qué no es necesario tomar suplementos aunque esté baja



La vitamina D , para ser exactos, no es una vitamina sino una hormona cuya principal función es el mantenimiento del metabolismo del fósforo y el calcio para asegurar una buena calidad del hueso. En los últimos años, el déficit de esta sustancia en el organismo se ha relacionado además con otras patologías como algunos cánceres, diabetes mellitus, enfermedad cardiovascular, síndrome metabólico y enfermedades infecciosas y autoinmunes. Incluso durante lo peor de la pandemia de Covid también se probó a suplementar a los enfermos para ver si se obtenían beneficios. Pero la realidad es que no hay evidencia suficiente sobre su papel protector frente a ninguna de estas enfermedades. Ahora, un nuevo documento elaborado por expertos del Servicio Madrileño de Salud confirma que no hay constancia de que estos fármacos aporten beneficios . De hecho, recomiendan a los médicos que no pidan mediciones del nivel de vitamina D en pacientes adultos sanos, ni receten suplementos. Tomar el sol a diario durante 15 minutos entre marzo y octubre, en la cara y los brazos, y comer ciertos alimentos es suficiente. Basándose en la evidencia científica disponible, las analíticas de esta vitamina no tienen por qué pedirse a toda la población . «Aunque venga baja, si tú estás sano, no habría indicación de suplementación y, aunque suplementemos, no va a tener rédito a nivel clínico», explicaba a ABC Salud Rodrigo Aispuru, miembro del Grupo de Trabajo de Aparato Locomotor de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen) en este reportaje sobre el suplemento de moda . En la misma línea, la doctora Pilar Cubo, coordinadora del Grupo de Paciente Pluripatológico y Edad Avanzada de la SEMI y jefa del Servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario Infanta Cristina, coincidía en que, en población general sin patología, no está indicado ni medirse la vitamina D ni tampoco suplementarse. En su opinión, «la automedicación nunca es buena idea. Tomar vitamina D sin control tiene efectos secundarios y puede producir toxicidad. Cuando iniciamos suplementación siempre tiene que haber un control». Sí que está avalada la suplementación, explicaba la experta, en personas diagnosticadas con osteoporosis y riesgo de fracturas para disminuir el riesgo de nuevas fracturas. También en pacientes con determinadas patologías renales o hepáticas que complican la activación de la vitamina D propia o en mayores que viven en residencias y tienen una menor exposición solar; pacientes que toman determinados fármacos que complican la absorción o que se han sometido a una cirugía gástrica. Como el déficit de esta vitamina es un factor de riesgo de raquitismo en la infancia, actualmente, está indicada la suplementación en los bebés menores de un año que toman leche materna . Éstos deben recibir un suplemento de 400 UI/día de vitamina D en los primeros días de vida y hasta que el niño ingiera 1 litro diario de fórmula adaptada enriquecida en vitamina D. Esta recomendación también es válida para todos los lactantes menores de un año alimentados con sucedáneo de leche humana que ingieren menos de 1 litro diario de fórmula. De dónde la obtenemos La principal fuente de vitamina D es la exposición solar, con la que obtenemos el 80% de nuestra vitamina D. Son los rayos UVB los encargados de transformar en nuestra piel la provitamina D3 que generamos en vitamina D3. Por eso es importante exponerse a la luz natural a diario . En un país como España, con bastantes horas de sol, no deberíamos tener problemas de déficit. Sin embargo los hay. El uso de las muy necesarias cremas con alto factor de protección para evitar el cáncer de piel está dificultando que sinteticemos la suficiente vitamina D. Por eso es importante encontrar un equilibrio entre ambas necesidades. La vitamina D tiene que pasar por piel expuesta a rayos ultravioleta para activarse, pero basta con 10-15 minutos al día de exposición sin protección solar, y no hace falta que se haga en horarios de extremo calor. Con la alimentación, ingerimos el otro 20% de vitamina D2 y D3 que precisamos. Algunos de estos alimentos ricos en vitamina D son el aceite de hígado de bacalao, salmón, sardinas, caballa, atún, champiñones y yema de huevo. En su versión entera, la leche y sus derivados (yogures, quesos, mantequilla) contienen también un buen aporte de vitamina D.



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