Los gurús del frío y el ‘milagro’ de los baños de hielo: «Tras el shock inicial te quieres comer el mundo»

 Los gurús del frío y el ‘milagro’ de los baños de hielo: «Tras el shock inicial te quieres comer el mundo»



«Inhala.. exhala… inhala… exhala… y adentro». La voz de ‘Ash’, el instructor, es suave y tranquila mientras dirige mi respiración cuando estoy ya con las piernas dentro de una cuba de hielo, lista para hundirme hasta el cuello durante dos minutos. Antes, había participado junto a un pequeño grupo de asistentes en el taller que tiene a la respiración como protagonista, y habíamos además practicado los movimientos que tras el baño frío son necesarios para volver a entrar en calor. La experiencia fue única e intensa. En mi caso, tras el breve ‘shock inicial sentí una sensación de hormigueo leve en las manos y los brazos. Pero mantuve el ritmo de la respiración, cerré los ojos, junté las manos como si estuviera en una posición de yoga, dirigí mi concentración a inhalar y exhalar despacio, y me sumergí, literalmente, en una intensa sensación de calma y desconexión absoluta de todo. Sentía el frío, claro, pero no de la forma profunda que imaginaba (aunque cabe destacar que años de buceo en las heladas aguas gallegas y una pasión por nadar en agua fría seguro que tuvieron algo que ver) y repetía en mi cabeza como un mantra una de las instrucciones: «No luches contra el frío». Cuando el instructor me dijo que ya habían pasado los dos minutos, abrí los ojos sin poder creerlo, porque se pasaron, literalmente, volando. Al salir, mi piel estaba muy roja, y picaba un poco, y fue entonces cuando me invadió la euforia y durante el resto del día tuve una gran sensación de vitalidad, con ganas de comerme el mundo, y, por qué no decirlo, de orgullo de mí misma por haberlo conseguido. Dormí profundamente esa noche y desde entonces la respiración y los baños fríos son parte de mi rutina semanal e incluso fueron parte del entrenamiento para subir el Kilimanjaro el pasado septiembre. Noticias Relacionadas estandar No Una experta en longevidad comparte las claves para no envejecer antes de tiempo y vivir más y mejor A.M. estandar No Las mujeres logran el mismo beneficio del ejercicio que los hombres con menos esfuerzo Rafael Ibarra Mi caso no es único, cada vez hay más adeptos a una terapia que promete salud a cambio de tratamientos bajo cero. Las bondades del frío empieza incluso a verse con buenos ojos y a ser objeto de estudio científico. Ayuda en la menopausia Por ejemplo, una investigación reciente llevada a cabo por académicos del University College London ha revelado que nadar en agua fría puede reducir significativamente los síntomas de la menopausia , como cambios de humor y sofocos. La noticia no sorprende a algunas personas, como a Claire Morris, una vecina de la localidad londinense de Twickenham que hace un lustro describió lo que ella defiende como «el milagro de los baños de hielo». Antes, ya formaba parte de un grupo de amigas que iban cada cierto tiempo a nadar a los «ponds», o piscinas naturales, de Hampstead Heath, un gran espacio verde al norte de la capital, popular entre aquellos que disfrutan de la natación al aire libre en un entorno natural. «Empecé gracias a la invitación de una amiga cuando tenía 45 años, y empecé a sentirme tan bien que seguí haciéndolo y después hice un curso sobre baños de hielo», le cuenta a ABC. Ahora, a sus 52, asegura que esta práctica le ha cambiado la vida y que el tránsito por la perimenopausia y la menopausia ha sido más llevadero gracias a ello. Y sus amigas, de edades similares, también están encantadas. La investigación, que examinó las respuestas de 1.114 mujeres de entre 16 y 80 años, con una edad promedio de 49 años, que nadan regularmente en agua fría, encontró que sumergirse en este tipo de entorno acuático aporta una variedad de beneficios para la salud física y mental de las mujeres en esta etapa de la vida. Contra la ansiedad De las 785 mujeres que estaban atravesando la menopausia en el momento del estudio, la mitad informó que nadar en agua fría redujo significativamente su ansiedad. Otras, el 35%, también indicaron que les ayudaba a enfrentar los cambios de humor, el bajo estado de ánimo (31%) y los sofocos (30%). Además, más del 60% afirmó que nadaba específicamente para abordar los síntomas de la menopausia. «Si hubiera sabido esto antes, habría empezado a los 40», dice Morris, ya que fue a esa edad cuando empezó a sentir los efectos de los cambios hormonales. «Lo primero fue el insomnio y los sudores nocturnos» dice, y señala que el efecto de los baños helados ha sido tal, que finalmente decidió dejar la terapia de reemplazo hormonal y enfocarse en la inmersión en agua fría de forma regular, así como en el ejercicio y los cambios en su alimentación. Una mujer de 54 años que participó en el estudio coincide con ella: «La natación en agua fría ha tenido un efecto profundo en mis síntomas de la menopausia. Hacer ejercicio en la naturaleza, ya sea sola o con un grupo de otras mujeres, es curativo. La camaradería, las historias compartidas y las risas son parte de la magia», aseguró a los investigadores del estudio, publicado en la revista Post Reproductive Health. Reparación muscular Su autora principal, la profesora Joyce Harper del Instituto Elizabeth Garrett Anderson para la salud de las mujeres en el centro universitario, señaló que el agua fría ya estaba asociada con la reducción del estrés en las personas que nadan al aire libre, y los baños de hielo han demostrado mejorar la reparación muscular en los deportistas. Las nadadoras regulares de agua fría, ya sea con síntomas de la menopausia y también menstruales, experimentaron «un efecto general positivo», identificando cinco beneficios clave: el agua resultó calmante y mejoró su estado de ánimo; aportó un entorno social de compañerismo y comunidad; mejoró su experiencia con la menstruación; redujo el impacto de los sofocos; y proporcionó «una mejora general de la salud». Y aunque los resultados de este estudio son apenas una pequeña parte de un tema que requiere más investigación, la evidencia sugiere que esta actividad «puede ser utilizada por las mujeres para aliviar síntomas físicos, como sofocos y dolores», según los investigadores, que concluyeron que la intensidad de los beneficios aumentaba a medida que las mujeres nadaban por más tiempo y en aguas más frías. Frío y control mental Para Chris Ashworth, especialista en pilates e instructor del método Wim Hof, «hay una falta de estudios específicos sobre los efectos del método Wim Hof y la exposición al frío en mujeres, especialmente en el contexto de la menopausia y la perimenopausia» y explicó que, aunque hay investigaciones generales sobre los beneficios del método, hay menos datos específicos relacionados con la salud femenina en estas etapas de la vida. Este método es un enfoque de entrenamiento desarrollado por Wim Hof, un holandés conocido como «The Iceman», que combina tres elementos principales: una forma de respiración específica, exposición gradual al frío y concentración mental. Según algunos estudios preliminares, su práctica puede tener beneficios para la salud, como la mejora del sistema inmunológico, el aumento de la energía y la reducción del estrés en hombres y mujeres. El propio Ashwoth dice que esto «ha cambiado mi vida», gracias a los múltiples beneficios «físicos y y mentales», entre los que añade una mejor calidad de sueño, que según Morris fue una de las primeras mejoras que experimentó. Y es que según este instructor, la perimenopausia y la menopausia son momentos en la vida de una mujer que pueden venir con una serie de desafíos y síntomas debido a los cambios hormonales, y uno de los beneficios del agua fría es su capacidad para regular las hormonas. «Sabemos que puede tener un impacto positivo en las hormonas del estrés, como la adrenalina y la noradrenalina. Y también en las relacionadas con el bienestar, como la serotonina y la dopamina ». Además, considera que hay un gran potencial para la investigación en este campo y que, a medida que más personas experimenten estos beneficios y compartan sus experiencias, habrá un interés creciente en la investigación científica sobre cómo el agua fría puede afectar positivamente la salud hormonal. Una opinión similar tiene S.M., ginecóloga de una clínica londinense que prefiere no dar su nombre precisamente «porque no hay aún un aval científico fuerte sobre estos métodos, y como médica, entonces, no puedo defenderlos», pero reconoce que ella ha visto «casos de pacientes que se ven beneficiadas cuando practican regularmente baños de agua fría y otros métodos alternativos, como la meditación, o la respiración». Eso sí, aclara que en el caso de nadar en agua fría, el bienestar puede deberse no sólo a la temperatura, sino además a la práctica del ejercicio o de la relación con otras personas con intereses similares. Quienes defienden los beneficios del frío, en todo caso, no se limitan al agua, y hay también adeptos a las cámaras de crioterapia, como el actor Idris Elba, el futbolista Cristiano Ronaldo o la actriz Jennifer Aniston, en las que el cuerpo se envuelve, durante una período de entre 2 y 4 minutos, en una especie de niebla expulsada a una temperatura de -140ºC. En London Cryo, una de las empresas que ofrecen esta terapia en Londres, aseguran que «impulsa el proceso natural de curación y rejuvenecimiento, disminuye la inflamación, alivia el dolor, refuerza el sistema inmunológico y reduce el estrés». El doctor Adnan Haq, profesor de ciencias del deporte y el ejercicio en la Universidad de South Wales, es uno de los principales investigadores del Reino Unido sobre la crioterapia. Asegura que «cuerpo experimenta un gran choque fisiológico cuando se enfrenta a entornos extremos», como el del frío, y en estas terapias «se trata de aprovechar las respuestas del cuerpo a tales extremos para reaccionar de manera única y acelerar la recuperación». También Giovanna Mallucci, directora asociada del Instituto de Investigación sobre demencia del Reino Unido en la Universidad de Cambridge, lideró un estudio publicado hace tres años llevado a cabo con usuarios de las piscinas naturales de Hampstead Heath que concluyó que nadar en agua fría podría ayudar a proteger el cerebro humano contra la demencia, y Mark Harper, médico del Royal Sussex County Hospital, que investiga la natación en agua fría como tratamiento para la depresión, asegura que varios trastornos, depresión incluida, están relacionados con la inflamación crónica, que parece disminuir con la exposición al frío.



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