Síntomas de ansiedad: cómo diferenciar entre los nervios normales y un problema de salud mental

 Síntomas de ansiedad: cómo diferenciar entre los nervios normales y un problema de salud mental


Sentir nervios ante determinadas situaciones y desafíos es normal. Es un mecanismo natural de nuestro organismo para ponernos en alerta ante situaciones que pueden suponer una amenaza. Pero si este estado pasa a ser constante e interfiere en el desarrollo normal de nuestra vida diaria, estamos ante un trastorno de ansiedad y tenemos que pedir ayuda porque existe el riesgo de que se cronifique.

El trastorno de ansiedad es actualmente el problema de salud mental más frecuente. «Afecta al 5-6% de la población y es mayor en mujeres que en hombres, en una proporción de dos a uno. Si nos atenemos a las cifras de la OMS, 260 millones de personas padecen trastorno de ansiedad y una de cada diez sufrirá un episodio de ansiedad en algún momento de su vida. Aparece en la edad media de la vida y tiene un importante componente genético», explica a ABC la doctora Marina Díaz Marsá, vicepresidenta de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental (SEPSM).

Detrás de todas las enfermedades mentales, explica la experta, hay un origen multifactorial: vulnerabilidad biológica, factores genéticos y factores ambientales estresantes. Estos últimos se han ido intensificando, de manera que una vida más demandante y con más exigencias aumenta el riesgo de padecer este trastorno.

Otro dato llamativo es que la ansiedad es más habitual en mujeres que en hombres. Esto se debe a que desde el punto de vista neurobiológico, por factores hormonales y de neurotransmisión, son mas sensibles a padecerlos. «Además, las mujeres tienen mayor tendencia a la preocupación, a la rumiación de pensamientos, unido a la autoexigencia que nosotras mismas nos ponemos en un intento de conciliar la vida familiar y laboral», apunta la psiquiatra.

En general, la ansiedad es la preocupación constante, excesiva e injustificada ante acontecimientos habituales de la vida. «A las personas ansiosas les preocupa la cotidianeidad, lidian mal con la incertidumbre, se les hace difícil llevar situaciones normales de la vida», enumera la experta.

Hay rasgos de la personalidad que predisponen a la ansiedad como ser temeroso, más obsesivo y rígido, o tender a dar la vuelta a las cosas.

A nivel orgánico, se produce un aumento de la concentración de noradrenalina, un neurotransmisor que nos prepara para la alerta, huida y lucha. «La liberación de neuroadrenalina es buena si es puntual, pero cuando es constante en el tiempo y cada situación nos parece estresante, se produce el trastorno de ansiedad», aclara la vicepresidenta de la SEPSM.

Existen formas de prevenir este trastorno, según la doctora Díaz Marsá: «Hacer una vida saludable, que no es solo comer bien, hacer ejercicio y descansar. Cuidarse también implica a veces no hacer nada. Y, segundo, tener tiempo para conectar con las emociones y analizar por qué me pasa esto que me esta preocupando y analizar cómo puedo solucionar ese problema«. Además, hay que evitar el consumo de alcohol y drogas.

La ansiedad es una patología «infradiagnosticada» porque muchos pacientes tardan en pedir ayuda. «Estar más nervioso de forma puntual no es un trastorno, pero cuando persiste en el tiempo, es significativa, y nos produce disfunción en la vida diaria es momento de pedir ayuda al médico. Posponer la consulta puede hacer que el trastorno se cronifique o que se complique con un trastorno de depresión«, advierte la doctora.

Además, como en todas las patologías, cuanto antes se trate mejor porque una intervención precoz va de la mano de una mejor remisión de la sintomatología.

Muchas veces, los pacientes llegan a consulta por síntomas que pueden confundirse con otras patologías: taquicardias, molestias digestivas, dolores de cabeza, mareos, falta de aire o insomnio. Pero lo que hay detrás es un trastorno de ansiedad.

El tratamiento sería psicoterapéutico y farmacológico, en función de la intensidad. «Los psicofármacos tienen un estigma tremendo, pero son seguros, bien tolerados y eficaces. Se pueden retirar en el tiempo adecuado sin problema. Con control médico, no causan dependencia ni adicción«, tranquiliza la doctora, que concluye: »Tener ansiedad no supone una debilidad sino una vulnerabilidad. Reconocer la vulnerabilidad puede evitar que los trastornos se cronifiquen y se perpetúen. Pedir ayuda es una forma inteligente de asumir que nos está pasando algo».



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