La evidencia científica dice que las carnes procesadas y el alcohol producen cáncer

 La evidencia científica dice que las carnes procesadas y el alcohol producen cáncer


La Agencia Internacional de investigación sobre el Cáncer (IARC), una de las agencias de la Organización Mundial de la Salud (OMS), clasifica a los factores carcinógenos en 5 niveles. Algunos tan conocidos como el alcohol, las carnes procesadas o el tabaco están en el nivel superior. Es decir, provocan cáncer. A este grupo se le añaden las carnes procesadas, la contaminación del aire y, es posible que cuando haya datos suficientes, los cigarrillos electrónicos o productos de vapear.

Lo recuerda Elisabete Weiderpass, una de las mayores expertas en la investigación que busca descubrir qué hábitos o sustancias aumentan el riesgo de desarrollar la enfermedad que ha participado en Madrid en una jornada organizada por el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), durante la cual ha advertido que el mundo entero se puede enfrentar a un auténtico tsunami de muertes y de nuevos casos de cáncer, evitables mediante la prevención. ¿Cómo? Basta recordar que el 20% de los casos está asociado al tabaquismo, al alcohol o a una dieta poco saludable.

«La IARC, a través de un equipo de científicos, ha desarrollado una metodología muy específica para evaluar el peligro que tienen determinadas sustancias químicas, físicas, exposiciones ocupacionales, etc., es decir, a todo lo que estamos expuestos en nuestra vida en el desarrollo del cáncer».

En el grupo 1 están aquellas sustancias sobre las que hay suficientes estudios que demuestran que es una sustancia que promueve el cáncer. «Y el alcohol entra en esta categoría. No hay ninguna cantidad de alcohol que sea beneficiosa.; no es bueno para el corazón, ni para nada… Es una cuestión de dosis; a mayor cantidad de alcohol, más riesgo de múltiples enfermedades»., avisa.

Dentro de este grupo hay más de 200 agentes, entre ellos la exposición al sol, radiación ionizante, etc.

Durante años ha habido una confusión entre los profesionales de la salud sobre los beneficios de beber alcohol. Pero la directora de la IARC es tajante: «el alcohol no es beneficioso para nada. Punto».

Lo que ocurre es que la población está «harta de las recomendaciones de los gobiernos y ya no hacen caso». Pero, señala, «nuestra responsabilidad es informar de la información científica y ésta es clara. El alcohol no es beneficioso».

Como todos los carcinógenos, dice que es una cuestión de dosis.

Más del 80% de las grandes ciudades del mundo superan los límites de contaminación establecidos que científicamente se relacionan con el cáncer

Y lo mismo ocurre con el consumo de carnes procesadas. Explica que hay estudios suficientes, más de 800, que muestran que las salchichas, hamburguesas y todo tipo de charcutería causa cáncer colorrectal. «La ciencia dice que hay estudios en humanos suficientes que muestran la relación entre el consumo de carnes procesadas y el cáncer; y no sólo la dice la IARC, sino todas las organizaciones que han hecho estos estudios».

Pero ¿cuál es la cantidad de dosis a partir de la cual comer carnes procesadas es peligroso? Eso, dice la experta, es responsabilidad de la OMS. [Según la OMS, España multiplica por ocho el consumo recomendado de carnes procesadas].

La decisión de las cantidades o a partir de qué nivel de contaminación es perjudicial para la salud, se lamenta Weiderpass es algo político que depende de los gobiernos y/o las administraciones. Por ejemplo, dice «¿hay los mismos límites en cuanto a las partículas contaminantes del aire en Madrid que en Beijing? Claramente no, pero es una decisión política no científica». Y avisa que más del 80% de las grandes ciudades del mundo, incluidas Madrid o Barcelona, superan los límites de contaminación establecidos que científicamente se relacionan con el cáncer de pulmón o un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares.

Tanto la IARC como la OMS tienen que enfrentarse a las campañas de desinformación o de desacreditación de datos de muchas grandes compañías que se ven afectadas por sus investigaciones.

Las tácticas, comenta Weiderpass, de diferentes compañías para desacreditar la ciencia son bien conocidas. Por ejemplo, «tenemos el ejemplo ya clásico de los métodos de desacreditación y desinformación de la industria tabaquera, ya con casi 70 años de experiencia, que se basan en ataques directos a los científicos, no sólo sobre la calidad de la ciencia, sino personal muy violentos. Una parte de nuestro trabajo es responder con ciencia a estos ataques, aunque es una lucha desigual, porque las empresas tienen muchos más recursos económicos que los científicos y que las agencias como la nuestra».

La OMS tiene una posición muy clara: no hay ninguna razón para recomendar el uso de cigarrillos electrónicos

Un ejemplo actual de esta presión la encontramos con los cigarrillos electrónicos, que algunas empresas en colaboración con profesionales de la salud están intentando que se convierta en método sustitutivo para dejar de fumar.

En sentido Weiderpass subraya que «la OMS tiene una posición muy clara: no hay ninguna razón para recomendar el uso de cigarrillos electrónicos, y aún menos en adolescentes. Se trata de un cóctel de sustancias química adictivas y el impacto en el cerebro de un adolescente es muy grave».

En su opinión, la estrategia de la industria del tabaco es desarrollar una «nueva generación de ciudadanos adictos a productos que ellos van a vender durante los próximos 50 años».

Desde la perspectiva de Salud Pública no hay ninguna razón para usar estos dispositivos. «Las personas que quieran dejar de fumar tienen otros métodos a su alcance que son igual o mejor en cuanto a eficacia».

¿Y los edulcorantes? En este sentido Weiderpass matiza que algunos edulcorantes, como el aspartamo, se encuentran en el nivel 2b, es decir, que hay estudios que indican que posiblemente hay un riesgo de promover cáncer en humanos, pero la cantidad de investigaciones es insuficiente.

Preguntada por las razones por las que el gobierno francés ha decidido retirar del mercado el iPhone 12, Weiderpass reconoce que no es una experta en el campo de las radiaciones ionizantes pero que las razones esgrimidas son que el iPhone 12 no cumple con los requisitos en, al menos, dos pruebas diferentes. Una de ellas es el límite máximo para una distancia de 0 mm (contacto directo con la piel o dentro del bolsillo del pantalón, por ejemplo), que se sitúa en 4 W/kg. Este dispositivo habría alcanzado en este análisis los 5,74 W/kg. «Esta cifra, dice, está muy por debajo del nivel máximo en la Unión Europea, que está en 40, mientras que en Francia es 10 veces más bajo, es decir 4».



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