No hay médico, ¿y qué?

 No hay médico, ¿y qué?


No hay médicos. Tampoco hay curas. Son incluso muchos menos y se las apañan para multiplicarse en las fiestas y que se celebre a Santa Marina o a San Cristóbal. Y los curas no suelen ser precisamente jóvenes, y ahí están, de pueblo en pueblo. Y si va el cura, a lo mejor se saca al Patrón, y siguen en pie nuestras raíces y nos mantenemos alejados de sociedades robotizadas, con fiesta solo en el centro comercial. Y gracias en parte a los curas mantenemos raíces y los pueblos siguen vivos, aunque sea en verano, y el día grande nos ponemos de domingo y seguimos con la fantástica tradición de procesión, verbena, charanga… y a lo mejor paella y toros. Lo de las peñas ya es lujo.

No hay un médico por pueblo, asumámoslo, pero es que tampoco hay un cura, ni un maestro y sigue habiendo fiestas. No va a volver un don Ricardo que estaba de guardia las 24 horas con la puerta abierta de su casa, la casa del médico. Pero a los políticos parece que les gusta decirnos que los consultorios locales van a seguir abiertos, que es algo que hace la Junta, cuando a lo mejor tendría que confesar que es absurdo que un médico acuda los miércoles, más que nada porque el paciente no elige cuándo se pone enfermo. Pero, claro, es que está el PSOE y sus manifestaciones a la puerta del consultorio local, que son ese demagógico toque de corneta al populismo que paraliza porque siempre hay elecciones a la vista.

Señores, no hay médicos. Pero es que a lo mejor lo que necesitan la gran mayoría de vecinos de Guadramiro, 133 censados y de ellos 27 con más de 80 años, es que cuando se ponga alguno malito, alguien se preocupe de llevarle o de avisar al centro de salud próximo, que tiene que estar bien dotado, no ser la consulta de receta del paracetamol. A lo mejor lo que se necesitan son empresas dedicadas a la atención de mayores con preferencia de contratación para gente que viva en los pueblos y que les den ese servicio, porque muchas veces del médico no buscan medicina sino tener a alguien con quien hablar.

No hay médicos, no, pero el problema real es que no hay una estrategia común para salvar a los pueblos. Hay promesas de dinero por aquí y por allá, reinos de taifas combatiendo al gigante de la despoblación con hondas de piedra. Ahí está Pedro Sánchez y su promesa del pasado mayo de dar 10.000 millones de euros al medio rural con 130 líneas de apoyo. ¿Y gastarlo en qué? ¿Con quién lo ha hablado? Y en breve seguro que conoceremos el ambicioso plan para La Raya que anunció Mañueco y a lo mejor volvemos a saber algo de la macrorregión RESOE. Se dan pasos importantes, como el bus a la demanda de la Junta o los cajeros en bibliobuses de la Diputación -aunque hará falta pulirlo- pero seguimos sin algo básico como internet en todos los pueblos y sin esto no hay emprendedor ni receta electrónica o telemedicina, por no hablar de series o de la posibilidad de hacer trámites por internet, que es lo que ahora nos exige además la Administración. Y con esas condiciones, dile al médico o a cualquiera que se vaya a vivir al pueblo.

Solo 28 de los 362 municipios de Salamanca tienen más de 1.000 vecinos censados. Sobreviven los del alfoz o los grandes alejados de la capital. Sobreviven algunos con apuesta por crear empleo municipal, pero pocos tienen esa capacidad. A otros se les incluye en rutas, cuando el senderista muchas veces no se puede dejar un euro en el pueblo porque no hay ni bar. Se echa de menos una labor conjunta, un abordar entre administraciones y agentes sociales las recomendaciones que ha hecho por ejemplo el CES de Enrique Cabero, con un documento magnífico que puede ser una perfecta base de trabajo. Sentarse para decidir si queremos pueblos y, si es así -sin ellos no hay raíces y el campo es selva- mantenerlos. Ahora hasta se da la paradoja de que apenas hay casas a la venta en los pueblos más vacíos.

No hay médico, no, y no pasa nada, pero siempre que el Gobierno asuma su responsabilidad. Tiene que sentarse a trabajar para que haya más profesionales y, hasta ese momento, impedir que las comunidades más ricas, que les pagan más, se lleven a los médicos y se incumpla el artículo 43 de la Constitución. Y la ministra de la Despoblación, que es Teresa Ribera, deberá dejar de dilapidar el dinero porque ya ha gastado un millón en sueldos y no se conoce que haya hecho nada.

No hay un médico para cada pueblo. Ni un cura, ni un maestro. Lo que importa es que se garantice la atención y eso implica que no haya ni un médico menos en ningún centro de salud de la provincia en verano por la simple lógica de que es cuando más población hay. Se trata de asegurar la sanidad, como se asegura la misa, y como la Junta asegura una enseñanza rural que es la envidia de España… y eso que no hay maestro.



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