Emocionante subida de El Mariquelo hasta el cupulín de la Catedral de Ciudad Rodrigo

Ciudad Rodrigo ha vivido un segundo fin de semana de julio de lo más musical producto de varios eventos que se han ido desarrollando a lo largo del mismo, alcanzándose el cenit, literalmente hablando, en la mañana dominical, con las piezas interpretadas por Ángel Rufino de Haro ‘El Mariquelo’ desde el cupulín de la Catedral de Santa María, dentro de su subida a la Torre de las Campanas del edificio, que ya había hecho hace 30 años, en 1992.

Como ya hemos publicado, esta subida formaba parte de la programación de la 2ª Semana Napoleónica en homenaje a Andrés Pérez de Herrasti que ha celebrado durante esta semana Ciudad Rodrigo, para conmemorar especialmente el hecho histórico del que este domingo se cumplían exactamente 212 años: la capitulación de la ciudad tras dos meses y medio de asedio de las tropas napoleónicas.

El acto de la mañana del domingo, desarrollado a la conclusión de la eucaristía en la Catedral de Santa María, comenzó con la llegada a la Plazuela de Herrasti de Ángel Rufino de Haro ‘El Mariquelo’, acompañado de varios tamborileros. En concreto, a lo largo del acto se contó con la presencia de Diego, Víctor, Paco, Chili, Benjamín, Óscar, Sergio, Bonifacio, Félix, Antonio y Juanan, procedentes de diversos rincones de la provincia. Junto a ellos, había varios bailadores charros, incluida la mujer del protagonista del evento.

Tras saludar al alcalde Marcos Iglesias y a los concejales Beatriz Jorge Carpio, Ramón Sastre, Davinia Montero y Carmen Lorenzo, El Mariquelo tocó con su gaita y tamboril el Himno de la Guardia Civil, fue equipado con un micrófono, y se colocó una cámara GoPro en la frente, antes de iniciar la subida hasta lo más alto de la Torre de las Campanas. En un primer tramo, subió por la escalera de caracol de piedra por la que también se accede turísticamente hasta alcanzar un primer nivel en el que hay expuesta una maqueta de la Catedral, continuando por otra escalera más moderna y otra de caracol hacia el nivel donde están las campanas.

Allí, se vivió el primer momento de ‘tensión’, ya que El Mariquelo se subió a una de las balaustradas para tocar La Campana Gorda aprovechando que está allí. A continuación, subió por otras escaleras de caracol de metal hacia la base de la cúpula de la Catedral, hasta donde también subieron el alcalde Marcos Iglesias y Ramón Sastre.

A partir de ahí, se vivieron los momentos de mayor tensión, ya que El Mariquelo subió por una serie de enganches metálicos que hay en la cúpula a modo de escalera para alcanzar el exterior del cupulín. Por si fuera poco, se movió ligeramente, en una peligrosa maniobra, para mirar hacia la Plazuela de Herrasti, donde se habían congregado varias decenas de mirobrigenses y forasteros, buscando mayoritariamente la sombra.

Como primera parte de su estancia junto al cupulín, dio lectura a la historia de la capitulación de la ciudad por parte de Andrés Pérez de Herrasti, lanzando vivas a Miróbriga y a Ciudad Rodrigo. Tras ello, fue turno para un ‘concierto’, comenzando con la Charrada de Catedral que interpreta cada víspera del Día de Todos los Santos cuando sube a la Catedral de Salamanca en recuerdo del terremoto que hubo en Lisboa en el siglo XVIII que se dejó sentir en la capital charra.

A continuación, interpretó varias piezas más, como Despertar Feliz en Primavera, dedicada a los enfermos (en especial a Paco Vicente de Vitigudino); un tema de la Brigada Paracaidista, dedicado a los que allí estaban viéndole, sobre todo a los llegados de fuera; y un tema por la paz, pidiendo por la misma en el mundo, en especial por los amigos ucranianos. En ese momento, soltó un par de palomas con las que había subido hasta el cupulín. También hubo tiempo para tocar un par de piezas de toques charros, que depararon un baile de dos ‘cabezudos’, una calavera y un toro, en la Plazuela de Herrasti.

Tras gritar Viva Ciudad Rodrigo y desear que “nuestros sueños se conviertan en realidad”, inició el descenso, bordeando otra vez parte del cupulín antes de alcanzar los escalones metálicos, para bajar de espaldas. Justo al empezar los mismos, sufrió un pequeño pero muy peligroso tropezón a esas alturas, yéndose hacia adelante. Por fortuna, enseguida pudo volver a poner los dos pies en escalones metálicos para continuar bajando hasta el nivel de calle, donde fue recibido con aplausos por los que todavía quedaban allí. Como cierre, hubo unas fotos de recuerdo de los tamborileros, resto de charros y miembros de la Corporación.