Salamanca juega a los soldaditos

Organiza algún evento la Universidad, porque al fin y al cabo es la que atrajo algunos de los más relevantes escritores del Siglo de Oro, pues tiene un pase. Pero si lo organiza un ayuntamiento más proclive a las despedidas de soltero que dado a la lectura, pues ya tenemos el circo montado.

Y es lo que se ha vuelto a hacer en Salamanca este fin de semana, con numerosos salmantinos disfrazados de época, pero más bien como los nobles, que mola más, y no como los plebeyos, cuyo espíritu pervive entre nosotros cinco siglos después.

El resultado, Salamanca convertida en un sainete sin sentido, en un esperpento para pasar el fin de semana jugando a los soldaditos y a nobles y plebeyos. Es como buscar el refinamiento en una fiesta de facultad.

Qué forma de banalizar el momento de florecimiento de las artes y tránsito hacia la Edad Moderna en el que emergieron las artes y la literatura en España. Aquí lo convertimos en un carnaval, para ver si hacemos el ridículo lo suficiente como para que esto se llene de turistas para venir a partirse la caja.

Para disimular, organizamos algunas charlas y tal para darle un barniz intelectual y salir del paso. Pero el plato principal es el desfile de disfraces del sábado, jugar a ser los tercios en la orilla del Tormes (que tiemble Putin), y teatralizar la primera de las cuatro bodas de Felipe II. ¿Por qué parece que lo de menos es el Siglo de oro?

Después de lo de la Guerra de las Galaxias, es lo más friki que se ha visto por estos lares.

Qué no verán nuestros ojos. Mejor no dar ideas.

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