Paco Cañamero recrea la ‘fructífera’ rivalidad taurina entre Julio Robles y El Niño de la Capea

Cada día que pasa, con cada nueva publicación, el periodista y escritor salmantino Paco Cañamero se afianza como la verdadera ‘enciclopedia andante y viva’ del mundo de la tauromaquia en Salamanca en la que se ha convertido, por su afición, sus conocimientos y su labor de investigación al respecto.

Ayer presentó en el Casino de Salamanca su duodécimo libro vinculado a los toros (tiene 32 en total sobre diversos temas, la mayoría salmantinos), titulado ‘Capea-Robles, 50 años de competencia y torería’.

En una sala llena de aficionados a los toros, se hacía presenta la añoranza por dos de las grandes figuras del universo taurino salmantino, y que, junto a Santiago Martín, ‘El Viti’ protagonizaron las más brillantes y elogiadas aportaciones de Salamanca a la Tauromaquia con mayúsculas.

Cañamero, que llevaba unos años sin escribir de toros, no ha querido dejar pasar la oportunidad que le brindaba el hecho de que se cumplía el 50 aniversario de la alternativa de ambos toreros salmantinos.

«Hace medio siglo comenzó una de las historias más bonitas de la tauromaquia salmantina, una rivalidad, que de alguna manera aún existe y de la que se habla en Salamanca, y era un buen momento para recordarla y ponerla en papel para que también la nuevas generaciones vean en esta historia un estímulo para amar la fiesta de los toros», asegura Cañamero.

El propio autor del libro destaca el grado de rivalidad que existía entre ambos, pero mas entre sus aficionados que entre los propios toreros. «Ellos eran compañeros, se respetaban, pero cada uno iba a los suyo. Aunque desde el grave percance de Robles se fueron haciendo grandes amigos. Sin embargo, entre las aficiones, era otra cosa. No había termino medio, o se era ‘roblista’ o ‘capeísta’. Hasta se daban puñetazos en los bares cuando se calentaba una discusión taurina… Hasta ese punto llegaba la rivalidad entre aficionados».

Desde el arranque de los años setenta, hasta finales de los 80 se forjó esa rivalidad entre dos figuras del toreo que hicieron que la fiesta se viviese de manera apasionada y Salamanca apareciese en el Olimpo del mundo taurino. «La importancia de esa rivalidad fue tal que no hay más que recordar que en aquellos años la Feria Taurina de Salamanca tenía cuatro festejos y cuando ellos se retiraron, tenía 10. Fueron los mejores años, coincidiendo hasta el 79 de El Viti. Salamanca era entonces la plaza con la mejor feria después de la Madrid y Sevilla», afirma con entusiasmo Paco Cañamero.

A lo largo de casi 270 páginas, en ‘Capea-Robles, 50 años de competencia y torería’, el autor recrea no solo la rivalidad entre los toreros, sino muchas facetas de la vida de ambos, que hacen que muchas personas del mundo taurino de Salamanca se hayan visto retratadas y hayan surgido muchos recuerdos y añoranzas.

Y también anécdotas o coincidencias que hicieron, por ejemplo, que durante muchos años, en Salamanca, fútbol y toros, que en otras zonas del país eran casi antagónicas, fuesen aficiones hermanas.

Mucha culpa la tuvo el hecho de que la confirmación de la alternativa de El Niño de la Capea coincidiese con el primer ascenso de al Unión Deportiva Salamanca a Primera División. «Los dos toreros estaban muy vinculados a la UDS, tenía muy buena relación con los jugadores y compartían la afición por los toros y el fútbol, como miles de salmantinos», afirma Cañamero.

Además, el libro también recuerda cómo, tras anunciar el Niño de la Capea su retirada, se ‘obró el milagro’ y los ‘roblistas’ comenzaron a reconocer, por fin, la categoría de un maestro como el Capea. «Salamanca era mayoritariamente ‘roblista’ y con este reconocimiento se hacía justicia a un torero que incluso puede decirse fue maltratado en algunas ocasiones por la afición. Entonces, y por primera vez, toda al afición de Salamanca era también capeísta», sentencia Cañamero.