Ocho errores a evitar cuando nos hacemos una mamografía

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Se buscan lesiones tan pequeñas que ni se palpan ni se ven. Ese es el verdadero sentido de las campañas de detección precoz de
cáncer de mama
porque es cuando se pueden identificar tumores curables, antes de generar metástasis o afectar a la axila. Y acudir a la revisión anual es el primer paso para protegerse del cáncer de mama, aunque no sea suficiente. Silvia Pérez Rodrigo, responsable de Radiología Mamaria del centro oncológico MD Anderson Cancer Center de Madrid, cuenta cómo mejorar el rendimiento de sus pruebas y los errores que las pacientes cometen cuando acuden a su revisión.

Eelgir centro por cercanía

Igual que elegimos el mejor pediatra, ginecólogo o dermatólogo, no podemos seleccionar a la ligera el centro donde hacernos la mamografía de control.

Tan importante es la sensibilidad de los dispositivos, como la experiencia del radiólogo. «Su papel es clave para contar con una correcta interpretación de la imagen y del riesgo, en caso de encontrar alguna lesión», explica Silvia Pérez Rodrigo. Esta especialista lo resume con un consejo fácil de seguir: «Debemos poner un radiólogo en nuestras vidas. La mayoría de las mujeres solo sabe quién es su ginecólogo e ignora al radiólogo».

No llevar estudios previos

Es el segundo gran error de las pacientes. A muchas se les olvida acudir con las pruebas antiguas cuando acude a su revisión anual. «Hay lesiones dudosas que solo se pueden valorar como benignas cuando llevan dos años estables. Sin pruebas previas es imposible conocer la evolución». No basta con llevar solo las del año anterior, hay que aportar las de dos o tres años antes.

Informar de antecedentes

El radiólogo no solo se apoya en la imagen para establecer el riesgo de sus pacientes y decidir, por ejemplo, si es necesaria una biopsia cuando existen dudas. Se necesita también información: si ya ha tenido un cáncer de mama, si hay antecedentes familiares o si están embarazadas o se van a someter a un tratamiento de fecundación «in vitro». Cada vez es más frecuente que mujeres de más 40 años se sometan a tratamientos de fertilidad y la estimulación hormonal es un factor de riesgo añadido para el cáncer de mama cuando se pasa por varios ciclos. «Las mujeres de más de 40 años y en tratamiento para ser madres tienen un motivo más para no saltarse el control anual de la mamografía».

No leer los informes

«La mayoría de las mujeres no sabe cual es su tipo de mama y tampoco su riesgo», se queja Pérez Rodrigo. Es importante pedir el informe, cuando no se lo faciliten, y leerlo cuando se tiene. Existe una clasificación que va desde la A a la D y es la que aparece en los informes radiológicos. Las mujeres que tienen un patrón mamario C o D tienen hasta cinco veces más posibilidades de tener un cáncer en comparación con las del tipo A o B. Las mujeres con mamas densas que no se ven en la mamografía deben realizarse siempre una ecografía de control. «Yo he visto tumores de hasta 7 centímetros en mamas densas que no se ven en una mamografía», cuenta. Con unas mamas densas, el tejido mamario se vuelve casi blanco.

Pregunte al radiólogo

«No tenga miedo en preguntar a su radiólogo. Un buen radiólogo es el que habla con sus pacientes. No basta con indicar a la paciente que hable con su ginecólogo».

«Soy aún muy joven (o demasiado mayor)»

El sistema sanitario público comienza a ofrecer mamografías de control a partir de los 50 años de edad y cada dos años hasta cumplir los 70 años. «Es un criterio de coste-eficacia, no científico. El sistema de cribado de la sanidad española no ha cambiado desde los años 70 y el cáncer de mama sí lo ha hecho. Ahora vemos muchos más tumores de mama en mujeres jóvenes de entre 40 y 50 años y esa población no se criba si no es por la sanidad privada. Las que no lo hacen acudirán al médico con lesiones que se palpan y una afectación más grande. Lo adecuado es empezar con 40 años, hacer la prueba cada año y repetirla hasta los 75-80 años», explica.

Quitarse lesiones benignas

Hacer una cirugía en una mama que no es un cáncer es un error porque deja una cicatriz que puede confundirse con una lesión cancerígena. O, incluso, tapar un tumor si crece por debajo. Algunas mujeres deciden quitarse fibroadenomas, un quiste benigno. «Lo hacen como prevención, pero los fibroadenomas son como los lunares de la piel, no se tienen por qué quitar todos».

«Me da miedo la radiación»

En los pacientes de alto riesgo se recurre siempre a la resonancia magnética que no libera radiación. Para el resto, los nuevos mamógrafos son cada vez más seguros y ya existen dispositivos que no radian y no oprimen la mama que están en desarrollo.

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