Doble ración de conciertos en una nueva edición del festival Mejillón Rock

Lejos de anquilosarse en un entorno rural lánguido o ceñirse a las tradiciones ancestrales, San Martín del Castañar sabe mantener el folklore con marcada dignidad, y además dar una vuelta de tuerca a los festejos esperados en un pequeño municipio. El festival Mejillón Rock ha sabido fusionar durante varios años la música rock más auténtica con la gastronomía, creando una fórmula infalible que atrae a más de mil personas cada edición.

Dejando atrás la pandemia, este inusitado festival aterriza con su octava edición en el corazón de San Martín del Castañar de la mano del Ayuntamiento, y lo hace, para regocijo de sus seguidores, con todo un fin de semana de conciertos y convites regados con cerveza, un fin de semana dilatado, ya que hasta ahora tan solo se celebraba durante una jornada.

El origen de este llamativo evento encuentra su razón de ser en la pérdida progresiva de la celebración de la noche de San Juan, por lo que un grupo de amigos, entre ellos el propio alcalde de esta localidad serrana, decidió reunirse en la emblemática noche marcada en el calendario entorno a una hoguera para aportar, cada uno, lo que tuviera: lomo, jamón, panceta…

De unos pocos vecinos inquietos surgió un grupo cada vez mayor, que fue creciendo más y más hasta llegar al centenar de personas. Así, el plan de San Juan empezó a incorporar una parte musical que animaba a la gente a participar y divertirse. La despensa, por consiguiente, se reducía, y de ese modo, aparcando los productos típicos cárnicos y chacineros, y advirtiendo que el mejillón tenía un buen precio en aquella época, además de ser popular, el convite pasó a tener forma de kilos y kilos de mejillones en salsa.

Los cincuenta kilos iniciales tuvieron una repercusión que a día de hoy perdura, y que se ha transformado en más de 600 kilos en total, listos para degustar en un ambiente distendido y a ritmo de guitarra eléctrica, bajo y batería.