La millonaria cantidad que dejan los estudiantes extranjeros en la economía salmantina

 La millonaria cantidad que dejan los estudiantes extranjeros en la economía salmantina


La importancia del sector del español para la capital salmantina queda reflejada en la actividad económica que genera y con un valor muy alto: 47 millones de euros al año según los últimos datos oficiales. Una cuantía importante y que no solo hace referencia a lo que pagan los estudiantes por los cursos de idiomas, también incluye el gasto que realizan en otras actividades como el alojamiento, turismo, compras o la hostelería.

La Federación de Escuelas de Español en España (FEDELE) define en uno de sus informes el prototipo de un estudiante de español en Castilla y León. De acuerdo a los datos que maneja la asociación y aportado por sus miembros, la mayoría escuelas de Salamanca, la estancia media de un alumno suele rondar las 2,7 semanas. El gasto aproximado que realizan por cada 7 días es de 500 euros, por lo que su paso por aprender el castellano les cuesta un promedio de 1.350 euros.

Se trata de un montante importante, más cuando Salamanca recibe alrededor de 35.000 extranjeros al año, cifra correspondiente a 2019. De ahí que el dinero que dejan en la ciudad ronde esos 47 millones de euros. Es, con diferencia, el destino de la Comunidad que atrae a mayor número de alumnos, ya que representan dos terceras partes de los que recibe toda la Comunidad y, hasta la pandemia, la que crecía a un mayor ritmo. Por detrás de ella, aunque a mucha distancia, se situaban Segovia y Valladolid, pese a los intentos de esta última de “venderse” como la ciudad en la que mejor se habla el español, una afirmación que no está refrendada por ningún estudio.

Las personas que viven del sector del español son muchas. Y no solo se trata de los profesionales que están implicados directamente en la enseñanza, bien sea en la universidad o en las academias privadas. También juegan un papel muy importante las cientos de familias que acogen a estudiantes durante su estancia en la ciudad. En muchos casos, el alojamiento y manutención que ofrecen se ha convertido en su fuente principal de ingresos, por lo que el parón de la actividad en los dos años de pandemia ha supuesto para ellos un gran quebradero de cabeza. Su ausencia ha provocado que algunos incluso recurrieran a prestaciones sociales como la Renta Activa de Inserción o el Ingreso Mínimo Vital.

Los efectos negativos de la crisis también han arrinconado a las propias escuelas de español. Con unos registros de alumnos que en el mejor de los casos apenas han superado el 10% respecto a un año normal desde marzo de 2020, su salud financiera ha salido muy dañada. De hecho, en este tiempo ha cerrado una de las academias más longevas que había en la ciudad, Isla, que llevaba más de 30 años en el sector. Las otras 14 han logrado continuar, en parte gracias a la puesta en marcha de los ERTE de la pandemia, que han permitido a las empresas mantener a los trabajadores sin coste.

La supervivencia de las academias ha dejado una herencia poco agradable para el futuro. A pesar de que la Junta y el Ayuntamiento han habilitado ayudas específicas para el sector, el presidente de la asociación regional, Miguel Ángel Benito, recuerda que todas han tenido que recurrir a créditos para poder seguir adelante. “Durante los próximos diez años los vamos a arrastrar, pero lo damos por bueno después de estar dos años sin prácticamente facturar”, explica.



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