La guerra ya está aquí

 La guerra ya está aquí


Lo primero, perdón por la autocita. En esta misma columna del pasado 21 de enero, que titulé “tambores de guerra” advertía sobre la posibilidad de una guerra inminente. Decía lo siguiente: “En España en general se presta poca atención por parte de la opinión pública a los asuntos de política internacional. Pero hay que ocuparse y preocuparse, y mucho. La escalada de tensión que se está viviendo en los últimos días, especialmente en las últimas horas, a cuenta de Ucrania, Rusia, Estados Unidos, la OTAN y la Unión Europea, con España metida de lleno en el fregado, amenaza con desembocar en un conflicto importante, a la vez que muy grave, con serias repercusiones. Estamos hablando de guerra, algo que para la mayor parte de los españoles, salvo los muy mayores, suena como lejano, tanto en el tiempo como en la distancia geográfica. No es por alarmar, ni mucho menos, pero la situación se está complicando por horas. Además, España ha aumentado su grado de implicación militar”. Finalmente, los tambores de guerra se han convertido en guerra real. Y bien que lo lamento.

Todos vamos a pagar este conflicto. Unos, de forma directa, y otros, de momento, de manera indirecta. Lo primero, evidentemente, son los muertos, los heridos, el sufrimiento y la destrucción de todo tipo en la zona cero. Y, después, están las repercusiones económicas: la subida del petróleo y del gas que van a disparar el coste de la energía que consumimos todos; lo anterior traerá como consecuencia un aumento de la inflación, que dificultará y puede que, incluso, impida la incipiente recuperación económica de todos los países de la Unión Europea. Esta guerra también afectará a los precios y al suministro de productos alimentarios básicos en el caso de España. De entrada, ayer se registraron importantes subidas en los mercados mundiales (París y Chicago) del trigo, el maíz, el girasol y la colza. Tanto Rusia como Ucrania son importantes productores de los tres primeros y de estos dos países proceden una parte importante de nuestras importaciones, imprescindibles para la alimentación humana y de los animales, que luego consumimos en forma de carne. Los agricultores también se verán afectados porque desde la zona de conflicto llegan fertilizantes. Son tan solo algunos ejemplos de lo que nos va a tocar del conflicto.

Y eso por no hablar de la ciberguerra, en la que los rusos son unos maestros y a la que han prestado mucha atención en los últimos años. Ninguna empresa, ni ciudadano, por modesto que sea, estamos a salvo de sufrir un ataque informático que afecte a nuestras comunicaciones o intereses económicos, por poner tan solo dos ejemplos. Puede parecer una exageración, pero algunos comenzaron a hablar de la Tercera Guerra Mundial. La realidad es que, con Putin de por medio, ninguno estamos a salvo. Ayer fue una jornada negra. Esperemos que en las próximas se vea la luz.



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