Confirmada la sentencia para el violador del Paseo Fluvial: tres años y ocho meses de prisión

El Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, con sede en Burgos, ha confirmado en todos sus extremos la sentencia dictada el pasado año contra A.G.G., al que declaró autor de la agresión sexual en grado de tentativa a una joven extranjera en el mes de junio de 2018 en unas ruinas del paseo fluvial, según ha podido saber LA GACETA. El tribunal salmantino le impuso una pena de tres años y ocho meses de prisión, y no los catorce que llegaba a pedir la acusación particular o los seis que solicitaba la Fiscalía, al absolverle de los delitos de agresión sexual en su modalidad básica -es decir consumado-, del delito de robo con violencia, así como del delito leve de lesiones de los que igualmente se le acusaba.

El alto tribunal impuso además al delincuente sexual una medida de libertad vigilada por cinco años, seis años de alejamiento e incomunicación con la víctima, además de 6.282 euros en concepto de indemnización a la víctima.

El tribunal le declaró inocente sin embargo de los delitos de agresión sexual en su modalidad básica -es decir consumado-, del robo con violencia, así como del delito leve de lesiones de los que igualmente se le acusaba, de ahí la importante rebaja en la condena.

La sentencia del tribunal burgalés, remitida a las partes en las últimas horas, impone además el pago de las costas procesales al acusado y contra la misma cabe recurso.

“No hallamos elemento alguno que permita el cuestionamiento de su credibilidad”, señaló la Audiencia Provincial en su sentencia, precisando que no se advierte la posible existencia de datos que indiquen posibles razones para que la víctima faltara a la verdad por odio o deseo de venganza, ni enemistad o móviles espurios, ni tampoco se percibe beneficio para ella por denunciar los hechos. Además, destacó, se comprueba también la “ausencia de contradicciones en sus manifestaciones”, las cuales son persistentes, en tanto que, básicamente la denunciante ha manifestado lo mismo en todas las declaraciones que ha prestado a lo largo de la causa y en el acto del juicio oral. Respecto a la versión ofrecida por A.G.G. “no puede entenderse como creíble desde la pura lógica y el sentido común”.

El alto tribunal salmantino declaró probado que sobre las 18.30 horas del 18 de junio de 2018, la joven, una estudiante británica de Erasmus en Salamanca, deambulaba por el Paseo Fluvial de la ciudad.

La chica se adentró en la zona más apartada del mismo, en la que se ubica el semiderruido y antiguo molino de agua, cuando se percató de la presencia de A.G.G. Siguiendo su paseo hasta donde es practicable, volvió sobre sus pasos, viendo entonces al varón mostrar el pene por fuera del pantalón del chandal que vestía, sin llegar a bajárselo.

Tras ello, “guiado por un ánimo libidinoso y de satisfacción sexual”, señala la sentencia, se acercó a ella y contra su voluntad, la agarró por los brazos y mediante empujones y cierto arrastre, la llevó hasta el final del sendero al tiempo que le decía que “estuviera tranquila, que sólo iban a tener sexo”.

Luego la tumbó boca arriba contra un árbol caído, a pesar de la resistencia prestada por la chica, y le quitó los pantalones que vestía y las bragas, que tiró al suelo.

Con el miembro por fuera del pantalón y pegado a su cuerpo, continúa la sentencia, le tocó los pechos por encima de la camiseta e intentó penetrarla vaginalmente, sin lograrlo ante la resistencia opuesta por ella que le insistió en que “no quería tener sexo con él”.

Ante ello, A.G.G. se retiró, se puso en pie y se masturbó frente a ella, diciéndole: “¡Qué rico!”.

La víctima aprovechó este momento para vestirse y recoger sus cosas, además de intentar, con su teléfono móvil hacer alguna foto a A.G.G., que no se lo permitió al arrebatárselo, para, luego tirarlo a la maleza.

No estima acreditado sin embargo que, como se le acusaba, el hecho de que el varón se quedara con dicho móvil con el fin de apropiarse del mismo, llegando cuando abandonaba el lugar con sus sandalias rotas a entregarle el suyo propio, previa retirada de la tarjeta ‘SIM’ para que no le denunciara, pudiendo con éste último teléfono hacerle dos fotos.