Otros modos de pensar

 Otros modos de pensar


Hace ya casi un mes, concretamente el 18 de noviembre, se conmemoraba como cada año, el Día mundial de la Filosofía, un día que pasó sin pena ni gloria, sin relevancia alguna, absolutamente ignorada por los medios de comunicación. Esta es mi pequeña contribución a título de modesto desagravio.

Sí, estoy hablando de eso de lo que trata la asignatura que muchos tienen interés en eliminar de la enseñanza media y superior porque parece molestar, tal vez sea porque como dice Esperanza Rodriguez, Presidenta de la Red Española de Filosofía: La filosofía es la mejor forma de comprender que no hay un único modo de pensar. Y es por eso que resulta peligrosa y provocadora, parece estorbar a los que quieren gobernar las vidas de los todos.

Ese ‘único modo de pensar’, que la filosofía puede corregir, es el que muchos quiere que se perpetúe porque para conducir a un rebaño de corderos sumisos sólo hace falta contar con un duro dictador, perdón, pastor y unos buenos perros adiestrados que sólo obedezcan las voces de sus amos.

‘Filosofía’ proviene del griego ‘filo’, amor, y ‘sofía’, sabiduría; por tanto podíamos traducirlo como ‘amor a la sabiduría’. Por todo tipo de sabiduría en cualquier disciplina del conocimiento, desde las Matemáticas a la Religión, desde la Biología a la Geografía, desde la Historia a la Tecnología. Y claro, esto no está de moda, porque el interés que prima hoy es fomentar el amor a la ‘filoágnoia’, el amor a la ignorancia, al pensamiento único, la falta de cultura y la instrucción.

Solo sé que no sé nada, reconoció Sócrates, filósofo griego del siglo V a.C. Tenemos dos orejas y una sola boca, justamente para escuchar el doble de lo que hablamos, opinaba acertadamente Zenon de Citio, filósofo griego del siglo II a. C. Carpe diem, aprovecha el momento, aconsejaba el poeta latino Horacio, siglo I. El fin justifica los medios, palabras de Maquiavelo, filósofo italiano del siglo XV, en su tratado ‘El príncipe’. Pienso, luego existo. Estableció René Descartes, filósofo francés del siglo XVII. El hombre es un lobo para el hombre, escribió Thomas Hobbes, filósofo inglés del siglo XVIII, en su libro ‘El Leviatán’. Lo que no te mata te hace más fuerte, resume parte del pensamiento de Nietzsche, filósofo alemán del siglo XIX. Yo soy yo y mi circunstancia, escribió Ortega y Gasset, filósofo español del siglo XX… y podríamos seguir.

En el apartado de curiosidades podríamos incluir que Isaac Newton, cuando anunció su ley de la gravitación universal, estableciendo así las bases de la mecánica clásica, ocupaba la cátedra de Filosofía de la ciencia en la Universidad de Cambridge. Que Galileo Galilei fue ingeniero, filósofo, matemático y físico. Que Descartes, considerado el padre de la geometría analítica, fue filósofo, matemático y físico o que Karl Marx fue economista, periodista, filósofo, sociólogo e historiador… y también podríamos seguir.

Muchos conocen estas sentencias y a estos personajes. Muchos aceptan que forman parte del acervo[1] cultural, y así es, pero pocos conocen su origen o sus vidas a pesar de ser parte importante de nuestra herencia desde hace siglos, incluso antes de que España fuera un Estado, y desde luego mucho antes de que algunos quisieran empobrecerla dividiéndola en pequeños reinos de taifas.

El pensamiento filosófico ha influido en gran manera en nuestra forma de ver el mundo en todo tiempo y lugar. Han influido, y cambiado, la religión, las artes, la ciencia, la tecnología, la política, la economía… y lo siguen haciendo hoy a pesar de que ciertos intereses bastardos quieran ocultarlo entre ideologías baratas.

Immanuel Kant, filósofo del siglo XVIII, enunció lo que llamó ‘imperativo categórico’ y propuso que debíamos aplicarlo en nuestro actuar, tanto para con nosotros mismos como para con los demás: Obra de tal modo que la máxima que guie tu conducta pueda convertirse en ley universal. Antes que él Aristóteles había dicho: Obra de tal modo, lo sepan o no los demás, que adquieras alguna de las virtudes que posibiliten al máximo el florecimiento de la convivencia. Tomás de Aquino lo formuló de la siguiente manera: Obra de tal modo que realices aquellas acciones que respetan las inclinaciones naturales de los seres humanos. Y en el Evangelio católico podemos leer como principal mandamiento de Dios: Ama al prójimo como a ti mismo. Como se puede observar este imperativo, en sus diversas formulaciones, ha sido propuesto durante siglos y es, junto a muchos otros, sustrato común sobre los que se han construido, miles de teorías, de doctrinas, de propuestas.

El amor a la sabiduría tratar de dar respuesta a las preguntas que todos nos hacemos alguna vez inevitablemente. Preguntas vitales en nuestra existencia – ¿qué somos?, ¿por qué y para qué estamos aquí? ¿cuál es el sentido de la vida, del dolor, de la muerte – y los amantes de la sabiduría continuarán intentando darles respuesta adaptadas a cada época apoyándose en la sabiduría de sus antepasados.

Por tanto eliminar la filosofía de la enseñanza es privar a las generaciones futuras de una herramienta fundamental para que puedan desarrollar un espíritu crítico y un pensamiento libre, transformarse en seres humanos autónomos e independientes de doctrinas interesadas, en ciudadanos molestos e incomodos para un poder y una economía que nos quiere hacer creer que no hay alternativas, que no hay otros modos de pensar, porque como manifestó el filósofo y teólogo danés Soren Kierkegaard: La vida debe ser comprendida hacia atrás. Pero debe ser vivida hacia delante. ¡Larga vida a la filosofía!

 


[1] Conjunto de bienes o valores morales o culturales que pertenecen a un grupo.



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