Los deberes en el coche para poder practicar su deporte favorito

 Los deberes en el coche para poder practicar su deporte favorito


Ni en el libro de Matemáticas de Manuel (6 años) ni tampoco en el de su hermano Rodrigo (11) aparece aún el problema de los dos coches que se cruzan en la carretera a una hora determinada —ya les llegará cuando den el ‘salto’ al Instituto—. Aunque los dos, por las horas de A-62 que se hacen a la semana, podrían resolverlo sin tener que hacer mucho esfuerzo. “Es lo que tiene vivir en un pueblo”, afirma Eli Piñero, que es su madre y su chófer durante toda la semana: “Aquí —por La Fuente de San Esteban, que es donde viven— disfrutan de muchas cosas buenas y otras malas, como por ejemplo que quieran jugar al fútbol y no puedan porque no hay equipo”. La solución es el coche. Carretera y deberes [por manta] para poder hacer lo que les gusta. “Que también es importante en su crecimiento…”.

Todos los días de la semana, “salvo los miércoles”, acota casi exhausta Eli al recordar la agenda que se le viene por delante, los pequeños que van a Primero y Sexto de Primaria, viven jornadas contra el crono para poder compaginar el “caos” de clases, tareas… y entrenamientos. “Salimos del cole a las dos y cuarto y es un no parar, por ejemplo, un día como hoy —por los lunes— tenemos tecnificación a las cuatro y cuarto y ya ves el tiempo que tenemos para comer. Los martes y los jueves que tienen entrenamiento somos un reloj suizo: antes de las 17:30 tenemos que salir para estar a las 18:10 en La Aldehuela y dejar al pequeño en el entrenamiento del Prebenjamín B de Unionistas; de ahí nos marchamos el mayor (Rodrigo) y yo al Neme porque empieza a entrenar a las 19:00; luego, me tengo que bajar otra vez a La Aldehuela a toda prisa porque a y media sale el pequeño y ya a las 20:45 sale Rodrigo. De ahí, vuelta para casa… te puedes imaginar a la hora que llegamos”. Agotador. Es lógico que cuando los tres vuelven de Salamanca lo que les pida el cuerpo es “cama”. Por lo que tienen que hacer ingeniera horaria para hacer el resto de tareas que tienen programadas por la tarde; entre ellas, “la principal”, los deberes. “Tenemos que aprovechar mucho los viajes para ir estudiando y repasando. El pequeño los hace en un periquete, pero el mayor ya está en una edad que tiene un volumen considerable de tareas y sacamos tiempo de debajo de las piedras para que las haga; el rato que más aprovechan es el del viaje y, luego, el mayor, en tiempos muertos en los que esperamos a su hermano las remata”, explica su día a día de lunes, martes y jueves. “Los viernes nos damos un respiro en el coche”, afirma Eli. Quien después de la maratón de coche por los entrenamientos tiene que abordar los fines de semana el ‘remate final’, que son los partidos: “Rezamos para que nos toquen los mismos días, porque que uno juegue en domingo y otro en sábado es el colmo… Hace no mucho jugaron el mismo día, en el mismo campo y casi a la misma hora y fue gloria”, relata la madre de Rodrigo y Manuel.

Así llevan dos temporadas. En la carretera por jugar ya llevan cinco años. “Al principio era solo el mayor. Empezamos en Ciudad Rodrigo, que era el equipo que más cerca nos caía de casa, y estuvimos dos años, después como había que coger el coche igualmente apostamos por venir a Salamanca a jugar. En concreto, a Unionistas. Y hace dos cursos que fichamos por el Hergar y está muy contento. El pequeño, te puedes imaginar que de ver al mayor también le entró el gusanillo del fútbol y hasta juega en la misma posición —los dos son porteros—; el caso es que estando en Unionistas nos ‘enredaron’ para que entrara en ‘Pequeños Unionistas’ y, luego, que lo querían para el Prebenjamín B y…. Afortunadamente se portan muy bien, y no tenemos queja. Saben que es un esfuerzo de todos. Mira que madrugan y no dan ni un problema para levantarse; nos ayudan y se aplican en el coche, no van jugueteando. Las notas, de momento, son buenas y mientras sea así tendremos que hacer este esfuerzo porque es lo que les gusta, y a nosotros también”, se deshace su madre al contarlo.

Manuel y Rodrigo no son los únicos jugadores de la base a los que les toca hacer los deberes en el coche. Daniel (que milita en el alevín el Salamanca UDS) también lleva sus horas de vuelo por entrenar y jugar. Y Andrea aún se está acostumbrando, es la benjamina en lidiar con libros, cinturón y coche: ha empezado esta temporada a viajar desde Ciudad Rodrigo a Salamanca para jugar en el FF.



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