Feliz Navidad en pánico

 Feliz Navidad en pánico


HAY una pareja de virólogos admirados en todo el mundo que son Adolfo García-Sastre y Ana Fernández-Sesma, ahora en el prestigioso Monte Sinaí, en Nueva York, y antes formados en la Universidad de Salamanca. Son de los más buscados desde que empezó la pandemia. En sus últimas declaraciones dejan entrever que están un tanto perplejos con lo que ocurre con la variante ómicron. “Se tiende a especular mucho sin saber”, advierte Fernández-Sesma. “Hasta ahora, no se está viendo un alto grado de personas con enfermedad grave o muerte, sigue siendo lo mismo que antes de la aparición de ómicron”. “Más que preocupados debemos estar en alerta”, dice García-Sastre.

Pero desde que apareció la variante cundió el pánico y prueba son los tweets y nemes a cual más ingenioso de lo que vivimos en vísperas de la Navidad. “Me enseña usted la mascarilla, el DNI, certificado de vacunación y una PCR hecha en menos de 12 horas o no entra”. “Manolo, que es mi madre y viene a cenar”( firma ‘Kikolo’).

Pues eso. Histeria y sin datos. No hay datos que justifiquen la histeria, sí la precaución. Hay más contagios pero no asusta la presión hospitalaria. Sí contratan y necesitan enfermeros, por ejemplo en Navarra, pero despidieron a la mitad de los contratados el año pasado y es que ahora las vacunaciones están a tope. Claro que la incidencia acumulada se ha disparado. Sí, casi no hay familia sin un contagiado. Pero es verdad que la inmensa mayoría son casos leves, contagiados pero no enfermos, y también que nos faltan datos. ¿Cuantos de UCI estaban vacunados? ¿De qué edad? ¿Otras enfermedades además de la covid? ¿Cuántos muertos hay al día por gripe, ataques al corazón, cáncer…? ¿Atendemos lo suficiente a esos otros enfermos o nos estamos despistando en exceso con la covid? Parece que ahora se nos olvida que existen otras enfermedades y que nos morimos, que no somos eternos. Si entras en un Hospital con una dolencia y das positivo al covid, ya estás en la estadística y por eso también si ahora hay más contagios, aunque sea con síntomas leves, es más probable que haya más hospitalizados con covid, que no quiere decir que por la covid.

Ahora con los datos que tenemos lo que es preocupante es el alto número de contagios y no por la gravedad de los efectos sino por las consecuencias en las empresas, incapaces de salir al campo por falta de efectivos, como casi le pasa al Madrid. Aquí la teoría de Margarita del Val, viróloga, es que nos infectaremos todos, así que mejor estar vacunados.

Con los datos que tenemos, vivimos exactamente en el mismo titular que hace un año. Un ejemplo es la Junta, que el 16 de diciembre de 2020 amenazaba con restricciones de cara a Navidad, exactamente igual que ocurrió el pasado jueves, también 16 de diciembre. Falta asumir que la situación ha cambiado. Seguimos por ejemplo con cuarentenas de 10 días para vacunados con síntomas leves, sin estudios claros sobre el tiempo que contagia con la vacuna y sin tener en cuenta que ese estudio es básico para la viabilidad de empresas. Un confinamiento no es igual para un funcionario que para un autónomo pero no es prioridad adaptar estudios como este o el auténtico tiempo de protección de vacunas en función de la ‘marca’ o de las edades.

La situación no es ni mucho menos igual que hace un año, afortunadamente, pero seguimos estancados, sin darnos cuenta de que mensajes alarmistas sin estar respaldados por datos lo primero que ponen en duda es a la propia vacuna, lo que va en contra de librarnos del covid.

A lo mejor la histeria colectiva tapa problemas mayores, como la incapacidad de la UE para atajar la subida de la luz, que acarrea el fracaso de la política ‘verde’, columna vertebral de esta modernísima Europa. O la complicación de llegar a fin de mes con una inflación del 5,5%. Nos ahoga la economía pero se empeñan en que miremos de forma obsesiva hacia la covid. El Gobierno nos tuvo dando aplausos cuando tapaba ataúdes y ahora mantiene las calles más vacías de manifestaciones de lo previsto por el pánico al covid. Si no lo hace adrede, lo parece. Y lo mejor es que le seguimos el juego los propios ciudadanos y lo siguen las comunidades porque hemos interiorizado tanto el covid, que salirnos del guión es ser negacionista. Llega un punto en el que parece que aplicar la lógica es haber perdido la cabeza.

Feliz Navidad, con preocupación pero sin histeria porque afortunadamente hoy no vivimos la misma víspera de fiestas que hace un año por mucho que todo parezca un complot mundial para mantenernos con el ombligo para adentro, en permanente estado de histeria.



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