De moda

Han vuelto aquellos jueves de antes en los tenías que elegir entre Isabel de Saavedra y esta España nuestra, que cantaba Cecilia. Chencho Arias, diplomático, vino al Casino a hablar del mundo en el que vivimos, que no es precisamente el paraíso. Escuchaba atento Unamuno, experto en otras pajaritas distintas a las de Arias. Y también el profesor Ángel Román, que horas más tarde presentó un ciclo sobre la concordia (uff, qué concepto hoy) con Alfonso Salgado, Marcelino Oreja y Ricardo de Luis, un psicólogo, un político y un teólogo-filósofo. Así de complejo es el asunto. De la hija de Cervantes, nuestro don Miguel del Siglo de Oro, habló Francisco Delgado. Jueves con fiesta universitaria, disfraces y algún exceso.

Han vuelto también los desfiles de moda. Por fin. El Casino de Salamanca acogió este viernes “Desfila Salamanca” impulsado por el Ayuntamiento y con la dirección técnica de Begoña Luis, una activista comercial imparable, que ya prepara otra para el fin de semana que viene. Las firmas respondieron y fue emocionante ver a las modelos de Estefanía Luyck pasear sus propuestas por el decorado diseñado por Ana Santiago, otra clásica como las marcas que representan Henar Polo y Marian González, que entregaron placas de reconocimiento al Ayuntamiento. Yo estuve en el segundo desfile, donde se entregó la placa al concejal de Comercio, Juan José Sánchez, que sabe de comercio por su familia, dijo, y animó a seguir adelante. También estuvo la concejal Ana Suárez, que no paró de comentar todo lo que iba saliendo a pista. Un desfile siempre es algo muy estresante. Uno está en su butaca tranquilo, observando el aplomo y garbo con el que pisan las modelos la pasarela, en este caso el suelo, atento a no perder un detalle, pero detrás de la tela hay un vértigo de gestión complicada. Dan fe de ello Guillermo Iglesias, Beatriz Rebaque o Leticia Gemonde en la trinchera de eso que se llama backstage, o las profesionales peluqueras y maquilladoras de mi amiga Rosana, vecina de Casino, o las azafatas de Maribel Hernández, una por modelo, para que saliesen impecables. Todo va una velocidad trepidante. A veces se nos pasan estas cosas. El desfile dejó ver mucha piel, reivindicando la calle, joyas que reclaman celebraciones y brillos maravillosos que nos recuerdan esos “felices 20” que nos prometieron tras la pandemia. Ropa holgada, evocadora de aquellos días de encierro, y complementos muy divertidos, que es lo que nos pide el cuerpo. Eché de menos algo más de travesura en las propuestas. Pero llegará. Fue fantástico y volví a ver a gente muy interesante e interesada en estas cosas. La vida sigue.

Al tiempo que José Paz Bouza entregaba a Pedro Díaz, presiente de LA GACETA, (¡viva el presidente!) el reconocimiento del Centro Gallego, pensé en esa estrecha relación entre Galicia y Salamanca, con los Fonseca, por ejemplo, con el Palacio de Monterrey y sus raíces en aquel condado, llave de Galicia, se decía, que acabó en la Casa de Alba por vía matrimonial; con Torrente Ballester y Cela siempre admirado por Salamanca, con innumerables referencias jacobeas en la provincia, donde hay toponimia gallega, desde Gallegos de Solmirón a Galleguillos, sin olvidar que en la catedral santiaguesa están el fundador de nuestra Universidad y los condes repobladores. Noviembre es mes gallego, y qué mes, que comienza en Todos los Santos y termina en San Andrés, recuerda Paz, que es –como buen gallego—muy de San Andrés. Mientras tenía lugar el homenaje, la Nochevieja Universitaria iba tomando forma. Sí o sí, ha dicho Álvaro Juanes, de la patronal salmantina de Hostelería, con la colaboración municipal, y un backstage, que promete emociones muy fuertes. ¿Qué dirán Igea y Casado de esta cita? No quiero ni pensarlo.

La Navidad está ahí. Hay escaparates navideños y el Corte Inglés ha encendido su iluminación de temporada en vísperas de ese esperado Black Friday, que abre la campaña navideña, repleta este año de amenazas. En fin, a ver si regresan aquellas navidades de entonces. De momento, estamos con los jueves.