Brillante fin de fiesta de la Escuela en honor al maestro Juan José

 Brillante fin de fiesta de la Escuela en honor al maestro Juan José


Los brindis se alzaron al cielo para recordar al maestro Juan José, emblema y director de la Escuela en la mayoría (de 1985 a 2013) de los 35 años de existencia del colectivo taurino de la Diputación. La fiesta hubiera sido en 2020, pero el covid se atravesó como se le cruzó el marrajo de Hermanos Mateos que este sábado enlotó Alejandro Marcos.

Juan José viajó la eternidad prematuramente en el verano de 2020. La doble terna de matadores de toros que hicieron el paseo en Alba aprendieron el toreo con él. De los seis, fue distinguido el trato de López Chaves con el endeble primero; el trasteo todo de Castaño al segundo; el inicio de faena y la estocada de Gallo al tercero; la de Del Álamo al cuarto; y los monumentales pases de pecho de Damián Castaño al quinto. Entre todos, seis versiones del toreo fraguadas en una misma Escuela. La sobriedad como seña de identidad.

El himno nacional que sonó antes de romperse el paseíllo se acompasó con una atronadora ovación con la plaza en pie, antes de que saliera el primero de El Sierro. Chaves sostuvo y disfrutó la bondad del noble pero flojo animal, que tuvo un temple exquisito por el pitón derecho por donde el trato en la apertura fue clave para asentar y darle la confianza que le restaban las fuerzas que no tenía. Acabó embistiendo largo por ahí. No fue igual por el pitón izquierdo, por donde se vencía y acostaba más y por donde el ledesmino tampoco encontró el mismo pulso. Pareció derretirse en cada viaje.

El sardo de Santiago López tuvo más entidad y requirió aún más recursos para imponerse. El asiento y la firmeza fue la clave de toda la actuación de Javier Castaño, que vio como en los primeros compases el astado ya mostró su condición de ser pronto y franco pero no regalar las embestidas, se quedaba corto y no remataba los viajes. Castaño le consintió todo y pareció que en el remate de pecho por el pitón zurdo se iba más largo. Resultó un espejismo en cuanto lo probó en serio. A base de sobarlo, de no dudarle nunca y de ganarle centímetros en cada embestida le fue dando forma a una obra repleta de detalles y recursos técnicos. Cuando abusó y se excedió en el metraje de las series se afligió el toro quedándose aún más corto. Todo tuvo asiento, temple y mando. Solvente, técnico y seguro. Alternó las manos. Sorprendió una arrucina nueva en su repertorio, que hilvanó a un cambiado y ligó con el de pecho. Desatado el torero se tiró de rodillas para torear al natural. Pareció una temeridad por la condición del animal y, ya erguido, arrebatado el coleta, le exprimió una exigente y desatada tanda con la zurda. Cerró por ceñidas manoletinas y remató de media en la yema. Paseó el doble trofeo con una sonrisa de la misión cumplida.

El novillo de El Collado manseó de salida sin disimulo, incluso tras el tercio de varas se pegó varias vueltas buscando la salida. Gallo trató de bajarle los humos con un fantástico inicio de faena, ganándole pasos, sosteniéndolo por alto templado por el pitón derecho e imponiéndose con autoridad por el izquierdo con sabrosos y toreros trincherazos. Con la diestra le firmó una gran tanda, a esas alturas el eral de El Collado ya embestía de manera incansable. Pronto, humillado, emotivo siempre, con gran codicia y sin rastro de fatiga en tandas interminables. Así se mantuvo en una faena larga en la que Gallo perdió la conexión con el público cuando se puso a acumular muletazos sin decir nada. Se metió en su terreno y, por la espalda, enlazó circulares que remató con un sensacional pase de pecho. La larga faena hizo que le costara cuadrarlo; sin embargo, le recetó un soberbio espadazo recibiendo que reavivó el clamor inicial.

Juan del Álamo fue todo actitud, exageradamente efervescente toda su actuación que inició a porta gayola. Galleó por rogerinas para colocar en suerte al caballo, puso banderillas con más voluntad que acierto hasta el tercer par al quiebro en el que clavó en lo alto. En el inicio de faena cobró un tremendo volteretón al quedarse al descubierto por el pitón izquierdo y no rectificar. Tuvo la faena más disposición que otra cosa, a bruto ganó siempre el novillo de Montalvo que sacó carácter y se puso reservón en cuanto pudo. Una serie al natural se la robó con arrebato. La rectitud con la que se tiró a matar le sirvió para recetar una contundente estocada.

Los pases de pecho de Damián Castaño. Damián Castaño firmó un trasteo de buena estructura ante un astado noble de Rollanejo. Brilló tanto en el sabroso inicio como en el torerísimo final por ayudados. Ese epílogo y el prólogo los remató con soberbios pases de pecho al hombro contrario que fueron de lo mejor de su actuación como lo fue el perfecto broche a todas las series que se dispararon con los excelentes remates. Los de pecho quedaron, todos, para el recuerdo. Se le atascó la tizona.

A Alejandro Marcos se le atravesó un marrajo que no le permitió estirarse ni una vez. Tiró por la calle de en medio y abrevió antes de liarse a pinchar con el toro ya muy orientado. Quien no vio la dificultad del animal se encendió en pitos; el de La Fuente tampoco se excedió en enseñarlo. Ni lo merecía.

Ismael Martín, Daniel Sánchez y Jarocho banderillearon y auxiliaron a los maestros en las seis faenas y, entre los tres, lidiaron el sobrero que regalaron los ganaderos. No dio opciones. No se pudo completar la fiesta. Jarocho se llevó la peor partida conuna cornadita en el antebrazo. La fiesta a esas horas, con casi 180 minutos de función, ya se hacía demasiado densa.

La ficha

1.800 espectadores en el tendido. Clase magistral con motivo de los 35 años de la fundación de la Escuela taurina (pendiente de 2020).

Novillos de El Sierro, todo bondad pero sin fuerza; Santiago López Chaves, con la fortaleza, buen fondo pero sin romper; El Collado, manso encastado que rompió a embestir en la muleta; Montalvo, reservón; Rollanejo, noble y pronto; y Hermanos Mateos (6º y sobrero 7º, de regalo), orientado y peligroso uno; y arisco y con complicaciones el otro.

López Chaves: Tres pinchazos y estocada (ovación).

Javier Castaño: Media estocada en la yema (dos orejas).

Eduardo Gallo: Gran estocada recibiendo (dos orejas).

Juan del Álamo: Estocada (dos orejas).

Damián Castaño: Cuatro pinchazos y estocada y descabello (ovación).

Alejandro Marcos: Tres pinchazos y estocada (ovación).

Observaciones. El sobrero lo lidiaron Ismael Martín, Daniel Sánchez y Jarocho (ovación).



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