Pascual Sánchez: «Si somos capaces de retrasar el inicio del alzhéimer, su prevalencia se reduciría a la mitad»

Madrid
Actualizado:21/09/2021 08:54h
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Pascual Sánchez Juan, neurólogo experto en demencias, es el nuevo director científico de la
Fundación CIEN (Centro de Investigación de Enfermedades Neurológicas), organismo que, en su opinión, tiene un gran potencial como vertebrador en la investigación de la enfermedad de Alzheimer. Como corredor de ultramaratones, apuesta por adaptar el centro a la actualidad y cree que la fundación va a mutar a algo mucho más eficiente y más actual que responda a cuestiones necesarias como el diagnóstico preclínico de esta enfermedad que hoy celebra su Día Mundial.

– ¿Qué debemos saber del alzhéimer?

Se trata de una auténtica epidemia, en España y en todo el mundo. Las cifras asustan un poco. Hay 800.000 casos en España, 50 millones en el mundo, que podrían ser 130 en 2050. A la catástrofe humanitaria y médica hay que añadir la crisis sociosanitaria que supone. El gasto previsto es brutal: 1 trillón de dólares es el gasto anual de la demencia en el mundo o, para que se entienda mejor, unos 27.000 euros por paciente al año, la mayor parte a cargo de la familia.

– Además el Covid-19

Las personas con demencia, y sus familias, han sido uno de los colectivos más golpeados por la pandemia. No solo por la catastrófica situación que se produjo en las residencias, sino porque, el confinamiento ha causado un importante agravamiento de los síntomas.

– En 2019 se ha aprobado un nuevo medicamento que puede cambiar el curso del alzhéimer.

Estamos a la espera de la decisión de la
Agencia Europea del Medicamento (EMA), que no tiene porque seguir la misma postura que la FDA, cuya decisión fue no solo sorpresiva, sino controvertida.

Ahora, se apruebe o no el fármaco en España, de alguna forma, va a allanar el camino para otros medicamentos, similares o con otros mecanismos de acción, que están en las últimas fases de ensayos clínicos. Muchos de ellos son igual de prometedores o más que el aducanumab. Es cierto que estamos un paso más cerca de un medicamento que modifique el curso de la enfermedad, pero desgraciadamente muy lejos de la cura del alzhéimer.

– Se ha dicho que este fármaco sería más eficaz en las fases iniciales de la enfermedad.

Una de las áreas de mayor mejora es el diagnóstico. Cuando lleguen estos medicamentos, tarde o temprano, es clave hacer un uso racional debido a que van a ser muy caros. Hay que administrarlos a las personas que se van a beneficiar más.

Y para ello tenemos que hacer un diagnóstico mucho más preciso.

Conviene tener en cuenta que el diagnóstico clínico que se hace hoy día clasifica mal a casi un tercio de los pacientes.

– ¿Cómo mejorarlo?

Nuestro objetivo es avanzar en técnicas de cribado que nos permitan localizar a los pacientes en fases muy iniciales o preclínicas.

En este sentido, la Fundación CIEN ha adquirido una tecnología, SIMOA, que es capaz de mejorar la detección de proteínas en plasma. Nos permitiría detectar el alzhéimer de una forma escalable de manera que se podría hacer un cribado poblacional. Esta es una frontera en la investigación de alzhéimer.

– Acaba de incorporarse a la Fundación CIEN, centro que parece no haber generado una producción científica acorde con sus capacidades.

Acabo de llegar y no puedo hablar de lo que se ha hecho antes. Pero estoy de acuerdo en que el centro no ha dado el resultado que esperábamos y el objetivo de mi trabajo, y de los proyectos que queremos desarrollar, es revertir esta situación y convertirlo en una historia de éxito.

Y va ligado al diagnóstico precoz. La Fundación se diseñó hace más de una década y la situación ha cambiado mucho. Mi apuesta se centra en el diagnóstico precoz clínico. Vamos a testar herramientas que pensamos que pueden servir para hacer un cribado para detectar precozmente la enfermedad, incluso décadas antes de que aparezcan los síntomas.

Es importante, no solo para el paciente, sino para el sistema. Hay estudios que dicen que si somos capaces de retrasar el inicio de la enfermedad, al menos 5 años, la prevalencia del alzhéimer se reduciría a la mitad.

– ¿Qué proyectos tiene la fundación en este sentido?

Queremos que coordine un estudio de genómica del alzhéimer, diseñado junto a la Fundación ACE. A partir del consorcio DEGESCO, hicimos un estudio de asociación genómica que consiste en comparar muestras de personas con alzhéimer, nosotros usamos 12.000, con el mismo número de controles pero sanos. Así se cotejan los genomas y las variantes y se identifican aquellas que son más frecuentes en alzhéimer. Gracias a estos estudios se ha avanzado mucho en las causas genéticas de la enfermedad.

Nuestro objetivo es llevarlo a la clínica, para cambiar la vida de los pacientes.

Queremos testar estas variantes que conforman una especie de ‘Score de Riesgo Genético’ para el diagnóstico precoz de esta patología. Ya hemos puesto de acuerdo a 18 grupos de toda España para hacer un gran estudio de cohortes enfocado en validar este marcador.

– ¿Qué va a pasar con el resto de proyectos de la fundación?

Creo que de los proyectos que hay en la fundación hay mucho por extraer. Es oro, pero tengo todavía que descubrirlo. Tenemos que poner todos los medios disponibles para ese oro se convierta en información científica traslacional útil que ayude al paciente. Proyectos como Vallecas, Biobanco, etc. tienen largo recorrido, pero tendremos que adaptarlos a una situación más actual.

Pero no vamos a seguir igual, porque la fundación va a mutar a algo mucho más eficiente y más actual que nos de respuesta a preguntas como ¿cómo hacemos un diagnóstico preclínico? ¿qué pacientes se benefician más a los nuevos fármacos?…

Además tenemos el papel de coordinar iniciativas en todo el país en alzhéimer.

Tenemos un gran potencial; estoy convencido que va a ser una historia de éxito lo más pronto posible. Yo soy paciente, pero también soy un corredor de fondo, corro ultramaratones, y estoy preparado para ir a pasito a pasito.

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