Demasiado ruido en nuestras vidas favorece el riesgo de alzhéimer

 Demasiado ruido en nuestras vidas favorece el riesgo de alzhéimer


Una exposición al ruido del tráfico, tanto de coches o trenes, durante un período de tiempo prolongado se asocia con un mayor riesgo de desarrollar demencia, especialmente la enfermedad de Alzheimer. Lo ha constatado un estudio realizado en más de 2 millones de personas en Dinamarca que se publica hoy en
The BMJ.

Según los autores del citado trabajo, 1.216 de los 8.475 casos de demencia registrados en Dinamarca en el año 2017 podrían atribuirse a estas exposiciones al ruido, una información que, aunque negativa, deja un mensaje claro: el gran potencial para la prevención de la demencia a través de la reducción del ruido relacionado con el tráfico.

 con demencia supere los 130 millones penara 2050, lo que supondrá una en crisis de salud global.

Además de los factores de riesgo ya establecidos, como las enfermedades cardiovasculares y el estilo de vida poco saludable, las exposiciones ambientales también pueden desempeñar un papel en el desarrollo de la demencia.

De hecho, el ruido causado por el transporte se considera el segundo peor factor de riesgo ambiental para la salud pública en Europa después de la contaminación del aire, y alrededor de una quinta parte de la población europea está expuesta a niveles por encima de lo recomendado de 55 dB.

A pesar de que hay muchos estudios que han relacionado el ruido del transporte con diversas enfermedades, como enfermedades coronarias, obesidad y diabetes, sin embargo, hay escasa investigación sobre el ruido del transporte y la demencia.

Ahora, en este estudio llevado a cabo sobre dos millones de adultos mayores de 60 años que vivían en Dinamarca entre 2004 y 2017, los investigadores coordinados por la investigadora de la
Universidad de Roskilde (Dinamarca)
Mette Sørensen investigaron la asociación entre la exposición residencial a largo plazo al tráfico rodado y el ruido de los ferrocarriles y el riesgo de demencia.

Los investigadores calcularon el ruido del tráfico rodado y de los ferrocarriles en las fachadas más y menos expuestas de todas las direcciones residenciales en Dinamarca.

Además, analizaron los registros de salud nacionales para identificar casos de demencia por todas las causas y diferentes tipos de demencia (alzhéimer, demencia vascular y demencia relacionada con la enfermedad de Parkinson) durante un promedio de 8.5 años.

Los investigadores encontraron 103.500 nuevos casos de demencia durante el período de estudio.

Y, una vez se determinaron los factores potencialmente influyentes relacionados con los residentes y sus vecindarios, observaron que una exposición promedio de 10 años al tráfico rodado y al ruido de los ferrocarriles en las fachadas más y menos expuestas de los edificios se asoció con un mayor riesgo de demencia por todas las causas.

Un análisis más detallado por tipo de demencia mostró que tanto el ruido del tráfico de coches como el de los trenes se asociaron con un mayor riesgo de alzhéimer: hasta un 27% más alto para la exposición al ruido del tráfico rodado de 55 dB y hasta un 24% más alto para la exposición al ruido ferroviario de 50 dB, en comparación con menos de 40 dB.

El efecto del ruido sobre la salud se encuentran la liberación de hormonas del estrés y alteraciones del sueño, lo que conduce a un tipo de enfermedad de las arterias coronarias, cambios en el sistema inmunológico e inflamación

Sin embargo, solo el ruido del tráfico se asoció con un mayor riesgo de demencia vascular y no el ruido de los ferrocarriles.

¿Qué causa esta relación?

Aunque se trata de un estudio observacional, este equipo cree que entre las posibles explicaciones de este efecto del ruido sobre la salud se encuentran la liberación de hormonas del estrés y alteraciones del sueño, lo que conduce a un tipo de enfermedad de las arterias coronarias, cambios en el sistema inmunológico e inflamación, todos los cuales se ven como eventos tempranos en la aparición de la demencia y el alzhéimer.

Aunque debido al carácter observacional del trabajo, por lo que no puede establecer la causa, los autores señalan algunas limitaciones: falta de información sobre los hábitos de estilo de vida, que pueden influir en el riesgo de una persona de desarrollar demencia, y ausencia de datos de factores como como aislamiento acústico en hogares que pueda afectar la exposición personal al ruido.

Sin embargo, las fortalezas del estudio incluyeron el gran tamaño de la muestra, el extenso tiempo de seguimiento y la evaluación de alta calidad de la exposición al ruido de dos fuentes de transporte diferentes.

Si estos hallazgos se confirman en estudios futuros, escriben en su trabajo, «podrían tener un gran efecto en la estimación de la carga de enfermedad y los costos de atención médica atribuidos al ruido del transporte».

Así concluyen que es preciso «ampliar nuestro conocimiento sobre los efectos nocivos del ruido en la salud para establecer prioridades e implementar políticas y estrategias de salud pública eficaces centradas en la prevención y el control de enfermedades, incluida la demencia».

La contaminación acústica no solo es una molestia ambiental sino también una amenaza para la salud pública

Además, aunque se trata de un estudio completo, no presenta la imagen completa del posible daño al cerebro envejecido asociado con la exposición a largo plazo al ruido, por ejemplo, proveniente de aeropuertos, actividades industriales o exposición ocupacional, señala investigadores estadounidenses en un editorial.

El ruido también podría afectar el riesgo de otros trastornos crónicos como la presión arterial alta, a través de los cuales el ruido contribuye indirectamente al riesgo de demencia, añaden.

Las exposiciones generalizadas y sustanciales al ruido en todo el mundo, la gravedad de las consecuencias para la salud asociadas y las limitadas herramientas disponibles para que las personas se protejan, respaldan firmemente el argumento de la
OMS
de que «la contaminación acústica no solo es una molestia ambiental sino también una amenaza para la salud pública», concluyen.

«Reducir el ruido a través de programas de transporte y uso de la tierra o códigos de construcción debería convertirse en una prioridad de salud pública», concluyen.



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