Sembrar guisantes para consumo directo es una práctica aún poco común en Salamanca

 Sembrar guisantes para consumo directo es una práctica aún poco común en Salamanca


Reinventarse o morir; el campo salmantino busca opciones de futuro a los cultivos tradicionales con el fin de buscar mayor rentabilidad a sus explotaciones.

Y uno de los productos que parece haber encajado en esta nueva visión empresarial es el guisante para consumo humano; o lo que es lo mismo, de la tierra a la boca, pasando por un periodo previo de congelación.

Uno de los agricultores que se ha lanzado a esta aventura es Manuel Blanco, socio de Asaja y agricultor que vive en Salamanca, pero cuya explotación está en Horcajo de las Torres (Ávila), que hace frontera con la provincia charra.

El nuevo ‘oro verde’ ofrece multitud de ventajas para los profesionales, aunque aún su producción no se haya extendido demasiado: rentabilidad, menor coste de producción y una buena rotación de cultivos con garantías de abonado del suelo para sembrar otro cereal. Eso, a día de hoy, es una gran ventaja.

Y otra de ellas, no menos importante, es que se trata de un cultivo de ciclo corto ya que se comienza a sembrar a mediados del mes de marzo y se recoge a los tres meses, en junio, por lo que la espera no se demora igual que en los cereales de invierno, con una recogida rápida y externa del cultivo.

“Es el primer año que siembro guisantes porque me decidí a buscar alternativas; no nos queda más remedio porque el cereal cada vez deja menos margen y hay que encontrar otras opciones. Más aún cuando la remolacha ha dejado un gran agujero en la actualidad”.

Así lo indica Manuel Blanco, quien ha sembrado cinco hectáreas de guisantes en su explotación para poder ver algo de luz al final del túnel. “Lo normal es tener una producción de entre 5 y 13 toneladas por hectárea, pero el rendimiento medio se puede fijar en ocho toneladas”, asegura.

Pero, para conocer con exactitud los números para el agricultor, ¿cuánto cuesta sembrar una hectárea de guisantes para consumo humano y qué rentabilidad se puede obtener?

Según explica el agricultor Manuel Blanco, para producir una hectárea de guisantes, solo en semillas hay que desembolsar 400 euros, “con una labor de preparación profunda. Hay que tener bien el terreno, con una grada rotativa que extienda todas las semillas. En mi caso, he gastado 53 sacos y cada saco cuenta con 100.000 plantas”.

A este hecho hay que sumarle el herbicida, más especial que en otros cereales, que hay que “tapar con tierra o regarlo muy bien para que funcione. Es eficiente hasta el punto de que si nace alguna mala hierba en el terreno, se termina secando por el efecto de este herbicida; por eso hay que echarlo bien. En este caso, el precio ronda los 70 euros por cada hectárea”. Indica.

Tras el herbicida, el siguiente paso es echar un fungicida con insecticida, “que se hace efectivo al mes de haber llevado a cabo la siembra, con un tratamiento doble que nos cuesta más o menos 60 euros por cada hectárea”, explica Blanco.

Asimismo, lo mejor para el guisante es echar también un producto que ayuda al “’cuajado’ del cultivo porque puede dar lugar a una mejor producción y a que salgan más flores, cuyo coste por hectárea puede valer 50 euros. Este año no lo he echado porque no me ha dado tiempo y se me pasó el plazo”, argumenta este agricultor.

Por último, y al tratarse de un cultivo de regadío, el coste en gasóleo para hacer funcionar los motores de riego es un añadido más. “El guisante necesita más agua en el mes de junio y lo normal es regar entre 45 y 50 litros por metro cuadrado a la semana; yo lo hago con el método del sondeo”, explica.

Otro de los beneficios de este cultivo “es que es de ciclo corto. Se siembra sobre mediados de mes de marzo y se recoge a mediado de junio. Además, deja el terreno muy bien preparado para la campaña de sementera, ya que con una vuelta a la tierra, queda mejor preparado que el barbecho y en la siguiente siembra de cereales se nota un incremento de la producción”, explica Blanco.

La cosecha se recoge con una maquinaria “especial que viene de Holanda; en mi caso, la recogida llevó muy poco tiempo porque vinieron cuatro cosechadoras para las cinco hectáreas que tengo sembré. En esta campaña han recogido guisantes de Ávila, Valladolid y Segovia con un calendario planificado de cada tierra; es decir, que en función del día que se sembró cada parcela, se recogerá el día fijado por el ciclo del cultivo con un cálculo de la empresa que los recoge”, asegura.

Guisantes

En el caso de este agricultor de Horcajo de las Torres, “me avisaron para el día 25 de junio para cosecharlo y vinieron el 27, por lo que sí cumplen los plazos, ya que hacen unos cálculos lo más exactos posible para recolectar el guisante”.

Después de la cosecha, se bascula la mercancía en un camión que va camino de Olmedo para iniciar el proceso de congelado en la fábrica. “Son contratos cerrados con un precio estipulado en función de lo tierno que esté el guisante, su tamaño o calibre… y en función de esos parámetros se fija el precio”.

Generalmente, el valor medio de los guisantes suele oscilar entre los 190 y los 220 euros por tonelada, cultivo rentable, más que los cereales. “Es el primer año que lo siembro y es muy interesante dentro de la rotación de los cultivos; obviamente no te haces rico con este producto ni deja los márgenes comerciales que dejaba hace años la remolacha, pero sí es atractivo y deja paso a una buena rotación. Hay que tener en cuenta su ciclo corto (de marzo a junio); los agricultores que tengan parcelas con una mayor extensión sí es mejor que siembren más hectáreas”, asegura Blanco.

Además, otro de los secretos y beneficios de este nuevo ‘oro verde’ es el aumento de la producción de cerca de un 20% “por el nitrógeno y el abono que se queda en las tierras a la hora de sembrar el cereal en la campaña siguiente. Por eso creo que es mucho más atractivo; un herbicida residual permite que el terreno esté en perfectas condiciones”, concluye.

La receta: lomos de merluza a la plancha con crema de guisantes

Lomo de merluza en salsa de guisantes, huevas de arenque y crujiente de ibérico.

Cuatro lomos de merluza.
350 gramos de guisantes.
1 cebolleta.
1 diente de ajo.
20 cl de vino blanco.
2 patatas.
4 lonchas de jamón ibérico.
1 tarrito de huevas de arenque.
Aceite de oliva virgen extra, sal y pimienta.

Elaboración:

Preparamos las patatas panaderas, para ello las cortaremos en lochas y en una bandeja de horno las cubriremos de aceite y estarán durante 40 minutos a 150 grados. Reservamos.

Por otro lado, sofreímos la cebolla picadita y el diente ajo, una vez pochado, le añadimos los guisantes y los cocemos junto con el vino blanco durante 20 minutos. Trituramos y reservamos.

En una sartén con poca aceite freímos las lonchas finas de ibérico. Reservamos.

Salpimentamos la merluza y con la plancha bien calienta la haremos por los dos lados unos cuatro minutos.

Emplatamos:

Dispondremos en el fondo del plato la crema de guisantes, colocaremos a un lado las patatas panaderas y las decoraremos con una cucharadita de huevas de arenque, a su lado el lomo de merluza y sobre ella, el crujiente de bellota.

Recomendación:

A esta receta le iría muy bien un vino verdejo de Rueda.





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