La mejor combinación para evitar el contagio de Covid-19 en interiores

 La mejor combinación para evitar el contagio de Covid-19 en interiores


La batalla contra el Covid-19 se libra en los interiores. Un año y medio despúes del inicio de la pandemia sabemos que
el riesgo de transmisión no está tanto en tocar objetos o superficies contaminadas
como en los
aerosoles
, partículas muy pequeñas que emitimos al hablar, cantar, gritar, toser o estornudar, que quedan suspendidas en el aire, pueden ser transportadas por el mismo y acumularse en lugares cerrados.

No se comportan igual en espacios interiores que exteriores. En los lugares sin ventilación, al quedar suspendidos en el aire, hay más probabilidades de que sean inhalados por los que están en la misma sala. En cambio, si abrimos las ventanas y el aire circula, los aerosoles se dispersan

 disminuyendo su concentración y por lo tanto reduciendo las posibilidades de respirarlos.

Aunque la pandemia ha traído un cambio en nuestros hábitos sociales que nos ha llevado a hacer más vida al aire libre, en algunos casos todavía no tenemos más remedio que meternos en interiores: trabajo, compra, colegio, transporte público, sala de espera de un centro de salud, etc… ¿Cuál es la mejor manera de protegernos en estas situaciones? Un nuevo estudio publicado en «Physics of fluids» apunta al uso de mascarillas autofiltrantes N95 y KN95 (el equivalente en Europa a las FFP2) y a la importancia de una buena ventilación para mitigar la propagación de Covid-19 en sitios cerrados.

Para llegar a esta conclusión, investigadores de ingeniería de la Universidad de Waterloo realizaron experimentos utilizando un maniquí para simular a una persona sentada respirando en una habitación grande. La investigación demostró una acumulación significativa de aerosoles en el tiempo, a pesar del uso de mascarillas quirúrgicas azules y de tela común.

«No hay duda de que es beneficioso usar cualquier cobertura facial para protegernos tanto en las distancias cortas como en las largas en una habitación. Sin embargo, existe una diferencia muy seria en la efectividad de las diferentes mascarillas cuando se trata de controlar los aerosoles», señala Serhiy Yarusevych, profesor de ingeniería mecánica y mecatrónica y líder del estudio.

Además, los autores recuerdan que investigaciones previas ya han mostrado que los aerosoles que emiten las personas infectadas son una fuente de transmisión del virus SARS-CoV-2 que causa Covid-19, incluso más allá de la zona de distanciamiento social de dos metros ampliamente recomendada por las autoridades sanitarias.

El estudio de la Universidad de Waterloo demuestra ahora que las mascarillas más comunes, principalmente debido a problemas de ajuste, filtran alrededor del 10 por ciento de las gotitas de aerosol exhaladas. El resto se redirigen, principalmente por la parte superior de la mascarilla, donde encaja sobre la nariz, y escapan al ambiente sin filtrar. Por el contrario, las mascarillas N95 y KN95 filtraron más del 50 por ciento de los aerosoles exhalados.

Visualizaciones de flujo instantáneo a 180 ° dentro del ciclo de respiración para los casos (a) sin mascarilla, (b) KN95 y (c) con mascarilla quirúrgica – Imagen del estudio de la Universidad de Waterloo

En opinión de Yarusevych, investigador principal del Laboratorio de Investigación de Mecánica de Fluidos, esta efectividad mucho mayor de las mascarillas autofiltrantes en comparación con las quirúrgicas y de tela hace su uso recomendable en ambientes interiores, como escuelas y lugares de trabajo, tanto como sea posible. A principios de este año,
las enfermeras españolas ya recomendaron a la población el uso de mascarillas FFP2
en lugares cerrados, poco ventilados y con aglomeración de gente.

«Mucho de esto puede parecer de sentido común. Hay una razón, por ejemplo, por la que los médicos usan máscaras N95: funcionan mucho mejor. La novedad aquí es que hemos proporcionado cifras sólidas y un análisis riguroso para respaldar esa suposición», afirma el autor principal del estudio.

El estudio de la Universidad de Waterloo también cuantificó el impacto de los sistemas de ventilación, que hacen circular y reemplazan el aire en las habitaciones, sobre la acumulación de aerosoles. Descubrieron que incluso las tasas de ventilación modestas eran tan efectivas como las mejores mascarillas para reducir el riesgo de transmisión.

La evidencia muestra que lo ideal, según apunta Yarusevich, es utilizar las mascarillas de alta calidad y la ventilación adecuada en combinación para mitigar la amenaza que representa la acumulación de aerosoles en interiores tanto como sea posible.

Precisamente, el pasado mes de mayo, cuarenta científicos de catorce países reclamaron, en un artículo publicado en ‘Science’, una de las revistas científicas de mayor impacto,
una transformación similar a la del alcantarillado del siglo XIX para controlar el aire
que respiramos con la misma exigencia que controlamos la calidad de la comida o el agua, y que los interiores de los edificios se conviertan en lugares seguros. Entre sus peticiones, los investigadores pedían a la Organización Mundial de la Salud y a los gobiernos que exijan pruebas de control para disminuir el riesgo y certificaciones de espacios bien ventilados.



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