La Cumbre del farinato

La Cumbre de Presidentes de Salamanca, contra todo pronóstico, obtuvo unos brillantes resultados que paso a enumerarles a continuación:

…Y tras esta pormenorizada exposición de todos los relevantes acuerdos a los que se llegó en el convento de San Esteban, vamos a lo que importa y que son las muchas dudas que dejó el encuentro: ¿estaba rico el lomo de ternera morucha que Sánchez y los mandatarios autonómicos devoraron con ansia? ¿Sobró alguna croqueta de farinato? ¿Se fumó un puro Miguel Ángel Revilla con el café?

Algunos comensales comentaron a la salida que el menú era exquisito y que lo único rancio, pero muy rancio, había sido el anuncio del reparto de los famosos 10.500 millones, que ya lo había pregonado Sánchez hace diez meses aunque en Salamanca lo presentó como la gran novedad, la gran concesión a los líderes autonómicos. Este hombre ha cogido la manía de tomar a todos por tontos y no se cansa.

La Cumbre iba de dialogar y negociar, pero ni hubo diálogo, ni hubo acuerdos. “Esto son lentejas”, que diría Sánchez. El presidente del Gobierno sanchista-comunista va a utilizar el dinero que llegará abundante desde Bruselas como si fuera suyo, así que lo va a distribuir a su antojo. A las autonomías leales, como Castilla y León, nos servirá el caldo, y a los desleales y separatistas, las tajadas. Y si no quieres caldo, toma dos tazas.

Ya se puede desgañitar Alfonso Fernández Mañueco pidiendo dineros del Gobierno para seguir tapando los agujeros que deja la covid en la sanidad, la educación o los servicios sociales, que el de La Moncloa está a lo suyo, a comprar los votos de sus socios golpistas a cualquier precio. Con ellos sí que será generoso, a costa nuestra, claro. A Castilla y León, ni agua, que aquí somos austeros y no damos guerra. El propio Mañueco estuvo comedido a la hora de valorar el encuentro, evitando adjetivos y agarrándose a la reivindicación de más dinero contra la covid, pero también contra la despoblación. Muy elegante, pero ahí se quedó, compuesto y sin fondos.

Parece muy claro que cuando llegaron los presidentes a la capital charra, el jueves por la tarde o el viernes, todo el pescado estaba vendido. Al vasco Urkullu lo había comprado el día anterior regalándole la recaudación de 220 millones anuales correspondientes a tres impuestos que cobraba el Estado y ahora se embolsarán las haciendas forales. Ya les han acercado a cárceles vascas a casi todos los asesinos etarras y ya consiguieron en su día (con Mariano Rajoy, por cierto) mejorar ese atraco al resto de españoles conocido como cupo vasco.

Urkullu y cía tienen prácticamente todo lo que piden, pero todavía les queda ese trato “de igual a igual” con el Estado español, antes de emprender la vía de la independencia. Lo del trato igualitario tiene mucha gracia, porque ya nos gustaría a los castellanos y leoneses, por ejemplo, que nos tratasen igual que a ellos. Pero en fin, seguirán pidiendo con una mano y chantajeando con la otra, como siempre.

Cuando empezó, la Cumbre ya estaba muerta, podrida y revenida. Los vascos ya habían recibido su ración y el resto del bacalao se repartirá en las próximas semanas dentro de las negociaciones bilaterales entre Sánchez y los rebeldes catalanes. El menú del encuentro con el “Niño Pera” Aragonés sí que va a tener fundamento: una sopa de competencias, de plato principal un salpicón de soberanía nacional y de postre más dinero para seguir financiando las actividades antiespañolas de la Generalidad. Estos (Junqueras, Aragonés, Puigdemont y cía) no se conforman con un trato de igual a igual: quieren al Estado a sus pies, y Sánchez lo consentirá, con tal de seguir sesteando en los mullidos colchones monclovitas.