La intolerancia

 La intolerancia


Hace unos días moría Pilar Bardem, una de las más grandes actrices de nuestro cine, como bien recogieron las necrológicas y obituarios en los más dispares medios. Además de su perfil profesional, algunos también destacaron su sensibilidad social y su disposición para solidarizarse con muchas de esas causas que, a su entender, ayudan a convertir el mundo en un lugar más justo, amable e igualitario.

Es precisamente este compromiso de Pilar Bardem lo que también ha hecho que su nombre, como también el de sus hijos, de vez en cuando aparezca manchado del veneno y la mala baba disparada por aquellos que no comulgaban exactamente con sus ideas y su compromiso. No es algo que solo le ocurriera a ella. Si ustedes se asoman a las redes sociales cualquier día, será extraño que no tropiecen con alguno de esos linchamientos públicos de actores, músicos, escritores, presentadores, deportistas, u otros personajes públicos, que recientemente han tenido la osadía de expresar su opinión sobre algún tema de actualidad social o política. A veces, incluso simplemente basta con que declaren su simpatía por un equipo de fútbol. Azuzados por ese arrojo que da el anonimato, inmediatamente saldrá a su caza una jauría de sectarios militantes del bando contrario al de las ideas expresadas con una brutal y salvaje cruzada que ya no solo se detiene en menospreciar la opinión libre y legítima del personaje sino que también intenta destrozar su trabajo profesional añadiéndole tópicos, burlas y muchas falsedades.

“Yo ya nunca hablo de política, religión o fútbol” declaraba recientemente un cantante melódico malagueño en una entrevista al comprobar que cualquier pequeño juicio sobre estos asuntos, le hacía inmediatamente perder una importante suma de seguidores. Una decisión tan respetable como cómoda y pusilánime. En realidad, todo el mundo tiene una opinión y el mismo derecho a expresarla que cualquiera. Nadie es completamente neutral. Ni siquiera hablando de mariposas, nubes, duendes o pescaditos que decía Benedetti.

Personalmente, y en un país en teoría tan libre y democrático como el nuestro, pero tan intolerante en la práctica, pienso que cada vez resultan más necesarias y admirables las Marías Bardem que se atreven a decir lo que piensan tratando de hacernos reflexionar y replantear ciertas ideas que efectivamente, pueden ayudarnos a edificar un mundo un poco mejor de este tan imperfecto que hemos ido construyendo.



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