Solsticio en el Tormes

Se despliegan estos días en plazas principales de la ciudad, al socaire de la normalidad, que por fortuna ha vuelto a llenar de gentes las calles, unos complejos cubos de cartón en los que el Ayuntamiento, en sus múltiples caras muestra numerosas fotografías acompañadas de textos explicativos, sobre el profundo y riguroso proyecto de Salamanca- Tormes. Una importantísima intervención urbana y paisajista que en los próximos años pretende hacer del río el eje principal del nuestro ocio, deporte y paseo.

En buena medida ya lo es, sus orillas son el lugar preferido para caminar, montar en bici o sentarse en un banco de los que pueblan sus márgenes a ver pasar el agua camino de Ledesma.

La importancia humana del Tormes ha aumentado, sobre todo desde que buena parte de los nuevos 500 huertos urbanos de Chamberí- Tejares, se cedieron a usuarios particulares para su cultivo y hermoseo. Sugiero a mis lectores, si es que queda alguno, que todavía no hayan visitado aquellos recintos, que se den una vuelta por allí. Encontrarán un espacio asombroso a media hora de la Plaza Mayor.

Los huertos son un espectáculo interesante de actividad laboriosa, de muestrario de verduras, algunas ya en plena sazón, de indumentarias, herramientas y destrezas de sus cultivadores. Y son una muestra real de las actuaciones que anuncian los paneles informativos del Proyecto Tormes, que el Ayuntamiento aprobó en su día – rara avis- por unanimidad.

Pasarelas, mercadillos, parques infantiles, regeneración forestal, pabellón de eventos populares y caminos peatonales río arriba, hasta el desmembrado Puente de la Salud, que fue en su día obra maestra de la arquitectura del hierro, por donde cruzaba el Tren de la Fregeneda, hoy convertido en senda turística peatonal, tan exitosa que hay que pedir hora con muchos días de antelación para recorrer sus restaurados túneles y puentes. ¡Ay sin tren alguno!

Aunque la verdad es que he querido traerles hasta el Tormes con el noble propósito de recordar que hoy es el solsticio de verano, el día del más largo del año. Un esplendor certificado por la luz más alta, a la que desde ahora solo le espera ceder su poder poco a poco hasta llegar al oscuro muermo navideño. Mientras tanto feliz solsticio de verano amigos.