Si

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Si mi tía tuviera ruedas, no sería mi tía, sería una bicicleta. Recuerdo haberlo oído por primera vez, siendo yo adolescente, al bueno de Ángel Santa Cecilia, dirigido a alguien de la partida de tute que alegaba: “si yo tuviera el as…”. Lo de la tía imposible, con ruedas, es lo mismo que dijo no se sabe bien si “Guerrita” o Talleyrand: “Lo que no puede ser no puede ser y además es imposible”. En esto pensaba yo mientras escuchaba atónito al señor Garamendi, sostener que “si los indultos ayudan a que la situación de Cataluña se normalice, bienvenidos sean”. Empleó el si condicional, pero nadie me quita de la cabeza que lo dijo –como Junqueras asegurando que abandonaba la vía unilateral–, para que Sánchez fuera generoso con los empresarios en el reparto de los fondos de la UE. Comprometió su independencia política por un plato de lentejas. A los nacionalistas no los frena ni Primo de Rivera que volviera (lo han dicho desafiantes: “volveremos a hacerlo”). Garamendi sabe que la situación de Cataluña no se normalizará ni con los indultos, ni autovías, ni otra pista en el Prat. Su raca-raca es el procés. Por tanto sobraba el condicional “si”, porque la condición no se va a cumplir, como el propio baranda empresarial sabe. Creer que los indultos van a normalizar la cuestión, es como soñar con que Sánchez deje de expeler embustes.

El trasfondo fenicio del asunto es evidente. Por eso al día siguiente, mientras Garamendi, asustado por el alboroto, reculaba estratégicamente, sus colegas catalanes del Cercle d’Economía, se entregaban a Sánchez afirmando que su éxito será el de todos. Me pregunto si también lo será el fracaso, porque ustedes ya saben que la victoria tiene cien padres, pero la derrota es huérfana. Resulta enojoso recordar que el empresariado catalán se regocijó con del golpe de Primo y el posterior de Franco, porque el negoci… (me niego a transcribir los tópicos anti-catalanistas). La cuarta acepción del diccionario nos dice que fenicio es el “que tiene habilidad para comerciar o negociar y sacar el máximo beneficio”. Por eso, cuando el procés amenazaba ruina en Cataluña, más de tres mil empresas salieron corriendo a domiciliarse en Madrid, Valencia, Zaragoza… El empresariado catalán, aculado hoy en Madrid, comunidad primera en PIB, apoya los indultos por si algún día Barcelona recupera la primera plaza de ese ranking, perdida por culpa de los desmanes separatistas.

El si condicional se puede emplear en muchas ocasiones, como Los Panchos, ansiando a una mujer: “Si tu me dices ven, lo dejo todo” (y el ¡ven! no ha llegado todavía); reconocer con Alberto Cortez en “Pudiera” que “si yo tuviera talento/ y el lirismo necesario/ para contar lo que siento” (y él lo tenía, otros carecemos); expresar poéticamente un ruego con la belleza de Alberti: “si mi voz muriera en tierra/ llevadla al nivel del mar/ y dejarla en la ribera”; o en trance semejante, con la fuerza de un mediterráneo Serrat: “si un día para mi mal/ viene a buscarme la parca/ empujad al mar mi barca/ con un levante otoñal” (día que afortunadamente no ha llegado). Se puede emplear también con el crudo escepticismo de Nadine Stair, en un famoso poema que se atribuía a Borges: “Si pudiera vivir nuevamente mi vida/ en la próxima trataría de cometer mas errores…/ si pudiera volver a vivir… contemplaría mas amaneceres…/ Pero ya ven, tengo 85 años / y se que me estoy muriendo”.

Pero el si condicional mas conocido en el mundo es seguramente el poema de Rudyard Kipling, titulado If (si en inglés), con tantas traducciones y versiones. Algunos lo conocieron porque los tenistas Nadal y Federer lo leyeron antes de disputar una final de Wimbledon, donde en uno de sus muros está rotulado el pasaje que considera que su hijo habrá llegado a la hombría, cuando trate por igual a dos impostoras, la victoria y la derrota. Pero uno es charro y gusta de aparejar ese universal poema con el “Acuérdate de mi”, de Gabriel y Galán. Las cuatro últimas estrofas comienzan con el si. La última dice : “Si vacila tu fe (Dios no lo quiera) / y vacila por débil o por poca / pídele a Dios que te la dé de roca, /¡y acuérdate de mi¡; que yo soy pecador porque soy débil/ pero hizo Dios tan grande la fe mía,/ que, si a ti te faltara, yo podría/ ¡darte mucha fe a ti!”.

Los chantajistas siempre prometen cesar en sus exigencias, pero no cejan mientras no aparece la Guardia Civil. Las tías con ruedas son bicicletas.



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