Las otras consecuencias del uso de la mascarilla

 Las otras consecuencias del uso de la mascarilla


La pandemia ha provocado cambios en la comunicación interpersonal que se han acentuado por el uso de las mascarillas que dificultan la interacción entre las personas. Así lo creen 9 de cada 10 personas encuestadas por un grupo de alumnas del grado en Logopedia de la Universidad Pontificia de Salamanca que realizaron una encuesta ‘online’ para evaluar la influencia del uso de la mascarilla en la comunicación verbal y no verbal entre las personas.

Lo que comenzó con una práctica de la asignatura ‘Sociolingüística’, se convirtió finalmente en un estudio actualizado sobre la percepción del lenguaje durante la pandemia, con la participación de 1.170 personas. Jone Rodríguez, Ana Ullán, Sara Rodríguez y Lorena Sarasua, autoras del estudio, explican: “La boca es uno de los órganos expresivos más importantes y no poder leer los labios provoca problemas de entendimiento y sensación de pérdida de información”. En concreto, el estudio destaca que el 89,9% de los entrevistados considera que su comunicación se ha visto perjudicada por el uso de mascarillas y un 32,56% ha visto disminuido su nivel auditivo debido a la distorsión del sonido provocado por su empleo. En este sentido, las personas mayores son las más afectadas: el 40 % de los mayores de 60 años reconoce esa pérdida de capacidad auditiva.

Además, más del 91% de los encuestados reconoce que pierde mucha información en sus conversaciones orales con mascarilla y el 94,9% comenta que la lectura de los labios permite entender mejor las conversaciones. Destaca las diferencias entre jóvenes y mayores respecto a las manos y el cuerpo, el 85,5% de los menores de 20 años considera que estas partes del cuerpo adquieren un papel fundamental para la comunicación, cifra que disminuye en los mayores de 60 años hasta un 66%.

El estudio también pone de manifiesto cómo el uso de mascarillas conlleva otras dificultades, puesto que suponen una barrera para la emisión del sonido y del ambiente. Esta sensación supone la elevación de la voz para el 83,9 % de las personas y una exageración de la pronunciación (71 %), provocando afecciones de voz en colectivos como los docentes. El desgaste de las cuerdas vocales puede provocar patologías graves, por lo que las futuras logopedas insisten en acudir a especialistas que indiquen cómo cuidar la voz.

En cuanto a las videollamadas, los encuestados piensan de forma mayoritaria que se produce una merma de la comunicación al carecer de movimientos corporales.

Dos décadas formando a profesionales del habla

Dos décadas lleva en marcha el Máster en Formación Clínica Logopédica de la Universidad Pontificia de Salamanca, veinte años formando a los profesionales que se ocupan de la prevención, la evaluación, diagnóstico y la intervención de los trastornos de la comunicación humana, manifestados a través de patologías y alteraciones en la voz, el habla, el lenguaje y la audición, entre otras.

”Trabajamos la discapacidad intelectual, discapacidad motora, discapacidad auditiva, trastornos del habla tanto de tipo funcional como por motivos orgánicos, trastornos de la fluidez del habla o tartamudez, trastornos de la voz, retrasos del lenguaje, afasias y trastornos de lectoescritura”, explica Covadonga Monte Río, directora del máster y responsable del Servicio Clínico de Logopedia de la Universidad Pontificia, un centro clave para la formación práctica de estos alumnos con pacientes reales. Cerca de 200 personas con algún tipo de patología relacionada con el habla o el lenguaje pasan cada año, de media, por estas instalaciones.

La pandemia también ha afectado a este servicio. En los primeros meses cerró sus puertas, aunque intentó mantener el contacto con las familias que atendía y en octubre, con el inicio de las clases, se sometió a un importante proceso de adaptación. También las mascarillas se han convertido en el caballo de batalla de los logopedas a la hora de tratar a los pacientes. “Las mascarillas hacen que todo sea más complicado, hemos puesto mamparas en las mesas y usamos pantallas faciales. Cuando es necesario trabajar sin mascarilla, los alumnos y logopedas tienen doble mascarilla y pantalla facial, si tenemos que dar un modelo de articulación al paciente, nos bajamos la mascarilla manteniendo la distancia. Las mascarillas dificultan la intervención, pero lo estamos subsanando bastante bien gracias a pantallas faciales y las mamparas”, incide Covadonga Monte Río.

Buena parte de los usuarios de este servicio clínico son niños, pero también hay adultos, incluso cuentan con pacientes que llegaron como niños y ahora ya son adultos. “Tenemos niños con discapacidad motora que empiezan siendo muy pequeños y siguen de mayores porque son pacientes crónicos y crecen con nosotros”, señala la directora del servicio y del máster por el que cada año pasan 20 alumnos.



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