En consulta, a menudo asisto al debate entre cirugía estética y autoestima. Las personas, en su mayoría jóvenes, me comentan sus complejos

 En consulta, a menudo asisto al debate entre cirugía estética y autoestima. Las personas, en su mayoría jóvenes, me comentan sus complejos


 

Siempre han existido modas en cuanto a cómo deberían ser nuestros cuerpos, pero en la época que vivimos, estamos asistiendo a un boom debido a las redes sociales.

En consulta cada vez escuchamos más discursos relativos al hecho de cómo deberían ser las caras, los cuerpos: “Es que tengo mucho muslo, es que tengo poco pecho, es que mi nariz, es que mis brazos y un largo etcétera”.

Estos discursos son relatados por personas cada vez más jóvenes, e incluso en personas en edad de crecimiento. Debido al auge de las redes sociales, los filtros, el Photoshop y todas las aplicaciones para esconder los supuestos ‘defectos’, se proyecta una imagen absolutamente falsa e irreal de las personas.

Vivimos en la sociedad del complejo, en la que tener un grano es signo de vergüenza, ¡como si dependiera de nosotr@s!

En consulta, a menudo asisto al debate entre cirugía estética y autoestima. Las personas, en su mayoría jóvenes, me comentan acerca de sus complejos corporales y cómo una operación estética es apoyada por el entorno, porque así se “sentirá mejor” con la fantasía de que se solucionará esa inseguridad o falta de autoestima. Como si el trabajo con la seguridad en uno mismo se tratase de ensanchar, o aumentar ciertas partes corporales.

Las operaciones que se están demandando van todas en la misma dirección, y es algo que me preocupa, y mucho. Las caras y cuerpos hacia los que las personas se dirigen son hacia una auténtica sexualización.

Está de moda tener unos labios grandes y carnosos, que se luzcan bien en las poses de Instagram. Está de moda tener una cintura de avispa, si hace falta, pues quitamos costillas, que total, para qué las queremos, si el cuerpo humano no tiene ni idea y sobran partes. Está de moda tener una cadera grande y con unos glúteos duros y voluminosos. Los pechos por supuesto, porque todas sabemos que unos pechos grandes nos aportan mayor seguridad. Los ojos, bien tirantes hacia arriba. La última moda, quitarse una parte de la cara para afinarla. La nariz, no nos olvidemos, respingona y chiquitita. Ellos, pechos cincelados con bisturí, si el deporte y el comer bien no importa. Sólo es el torso lo que se ve.

La gran frase “es que así me siento mejor, más segur@”.



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