El cambio de Miranda del Castañar: de postal de la España vaciada a potencia turística de la Sierra

Miranda del Castañar es una de las grandes perlas de la arquitectura rural con las que cuenta la provincia de Salamanca. Erigida como uno de los baluartes más singulares —no en vano, cuenta con muralla y castillo— de la Sierra de Francia, su trazado medieval, su patrimonio histórico y cultural, su belleza arquitectónica y su pasado nobiliario contribuyeron a que en 1973 el casco histórico de la villa fuera declarado Conjunto Histórico Artístico. Desde entonces, la localidad no ha dejado de remozarse, de pavimentar sus calles, lucir sus edificios y engalanar sus plazas, hasta el punto de convertirse en uno de los grandes reclamos turísticos de la Sierra de Francia. Aquella postal típica de la España rural un tanto decadente ya es historia. Recorrer hoy día el casco antiguo de Miranda del Castañar es viajar a su pasado medieval de calles zigzagueantes, cuestas interminables, casas de mampostería y madera, palacios de granito con blasones… y hacerlo desde el placer que otorga el buen gusto de una restauración realizada con tiento, meticulosidad y cariño.

La fotografía que aquí se muestra, realizada en el arranque de la década de los noventa del pasado siglo, es un buen ejemplo. Edificios singulares de la arquitectura serrana que han vuelto a recobrar su vitalidad en uno de los tramos de la calle Arrabal, al abrigo de los vientos serranos y con la muralla como parapeto. Y es que Miranda es una plaza fortificada con muralla y castillo. Es más, puede presumir de conservar prácticamente completos los más de 600 metros que conforman su perímetro amurallado. Todo un deleite para el visitante.