Los huertos de Carbayo

 Los huertos de Carbayo


Antes, las huertas se extendían desde el Camino de las Aguas, que atraviesa la “Prospe”, cuya zona más próxima al Tormes se llama “Las Huertas”, hasta la actual avenida Reyes de España como revela toda una toponimia relacionada con vega y huertas. De ahí salió la Virgen de la Vega, que estaba en el Colegio de la Vega, donde Vicente Rodríguez Fabrés hizo una granja escuela. No muy lejos se encontraba el convento mostense, hoy de las jesuitinas, que adquirió con sus huertas José Maldonado y Acebes, marqués de Castellanos, a José Ojesto, un figura en los tiempos de la desamortización, que acabó sus días arruinado. Y también estuvo por ahí la iglesia mozárabe de San Miguel Arcángel, conocida popularmente como San Miguel de las Huertas. Había caminos entre las huertas con su denominación huertana -Reyes de España era calle de las Huertas- y los romances hablaban de ellas. A finales del siglo XVI Francisco de Hurtado escribe de las crecidas del Tormes y dice “…y en Aldehuela y güerta, gran parte del río maltrata, y a las güertas de la Vega, dexó todas desoladas…”. Si los huertanos se pasan mirando al cielo buena parte de sus días, los de la capital también lo hacían a las aguas del río. El inventario de la riqueza salmantina de Pascual Madoz en 1848 recoge esas huertas cuyos productos acababan en la plaza de la Verdura o de las Verduras, que es la actual del Mercado, como recogía en tono elogioso Pedro Antonio de Alarcón en “Dos días en Salamanca”.

Ayer, el alcalde de Salamanca, Carlos García Carbayo, empeñado en llevarnos al huerto, visitó los huertos urbanos que han recuperado aquella tradición huertana salmantina, aunque ahora sea más por ocio que por negocio. Están frente a otro topónimo del género: Huerta Otea, que tuvo de propietario a otro marqués de Castellanos, Agustín Maldonado y Carbajal, que tuvo su residencia de verano en Tejares, donde está instalado un centro de formación de la DGT. Tanto los nuevos huertos como las antiguas huertas eran regadas con aguas del Tormes, de las que han bebido muchos hombres famosos, decía Sebastián de Covarrubias, y hasta es posible que su ingenio y talento tuviese que ver con ellas y en consecuencia con sus calabacines, judías y acelgas. Ahí lo dejo. Río de huertas, aceñas, molinos de sangre, batanes, pesquera y lavanderas, pero también de industrias. Si los predecesores de García Carbayo en la Alcaldía trabajaron más el Tormes entre Salas Bajas y La Aldehuela, él se encuentra volcado en lo que llega hasta las pilas del viejo Puente de La Salud y hasta que no las alcance no para. Y a la vista de lo mucho que pasea por esas orillas me temo que se le van a ocurrir más cosas. De momento, a su concejala Miryam Rodríguez López, sobre la que parece que va recaer el negociado de huertos, le recomiendo ponerse al día en horticultura y hasta en Política Agraria Común, que nunca se sabe.

Y tendremos que acostumbrarnos a ver paisanos y paisanas con sus zachos y rastrillos al hombro, y cestos en el brazo, cruzando la ciudad camino de sus huertos a trabajar la tierra y echar el rato a cuenta de la batalla de Madrid, la del fútbol y la de la familia Carrasco Flores. Quizá pasado mañana, Día del Libro, tengamos noticias de un incremento en las ventas de libros relacionados con huertos domésticos, abonos, plagas en lechugas y tomates, y trucos para mejorar la producción, sin olvidar un buen refranero agrario.



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