España vota en Madrid

El próximo martes, mi colegio electoral, ubicado en la antigua ala femenina del “Francisco de Vitoria”, estará abierto a los niños pero no a los electores. Sólo votarán en Madrid, donde el 4 de mayo muchos quisiéramos estar empadronados, aunque fuera sólo por un día. Pero aun así, todos votaremos en Madrid. Yo “votaré”, porque el resultado de estos comicios de emergencia son exactamente eso, una emergencia; pero nacional. Nacional de nación, nacional de España. No son unas elecciones aldeanas para decidir quién se queda con el chiringuito autonómico, si un hortera con una lata de anchoas, un nazi catalán, o algún hijo de la gran puta “etarra” con derecho a la democracia…, que así se las gasta Españistán.

Y yo “votaré” a Ayuso, por supuesto, con lo mejor de los dos mundos: voto útil y voto deseado. La candidata del PP aglutina, ella solita (junto a su equipo en la sombra, obviamente muy brillante), el asalto final “contra las fuerzas del mal” que representa la izquierda, toda la extrema izquierda, del PSOE de Sánchez a Podemos, pasando por ese potaje que es el MásMadrid de Errejón, otro personaje de la factoría Frankenstein que nos (des)gobierna, que nos mina la salud, y que nos arruina.

“Votaré” a Ayuso porque tiene las ideas frescas, el cerebro a punto, la voz clara, y un valor desconocido en estos tiempos de cobardes que sólo velan por sus propios intereses, y que ni siquiera ocultan sus tendencias liberticidas y sus ansias de arrasar con todo. El “sanchismo” y la pandilla de dementes y asesinos que le acompañan no son más que la caída de la civilización, de su bienestar, de sus instituciones y, en definitiva, de la democracia. Son, ni más ni menos, todo aquello que critican. Vox, al lado de Sánchez, es la alegría de vivir y un poco de salsa “Tabasco” para nuestra lánguida democracia.

“Votaré” a Ayuso porque es liberal y porque es lo mejor de la derecha y el progreso. Porque el progreso es de derechas, lo otro, la progresía de izquierdas, sólo es bronca, miseria y Franco.