La proteína que protege el corazón de ciertos de tratamientos del cáncer

 La proteína que protege el corazón de ciertos de tratamientos del cáncer


Las personas con cáncer constituyen una población vulnerable propensa a desarrollar complicaciones cardiovasculares. Se sabe que algunos tratamientos oncológicos pueden causar efectos cardiovasculares adversos. Las antraciclinas son una clase de medicamentos muy eficaces frente a muchos tipos de cáncer, incluidos las diversas formas de linfoma, cáncer de mama, leucemia, melanoma, cáncer de útero y gástrico. Sin embargo, tienen un potencial efecto tóxico sobre el corazón que puede culminar en insuficiencia cardiaca crónica.

De los 4 millones de nuevos casos de cáncer diagnosticados en Europa cada año, más de 3 millones recibe antraciclinas (solas o en combinación). Datos recientes muestran que más del 35% de los pacientes que reciben antraciclinas desarrolla alguna forma de cardiotoxicidad. Se estima que, en Europa, la prevalencia de insuficiencia cardíaca crónica secundaria a cardiotoxicidad relacionada con el tratamiento del cáncer es, aproximadamente, de 1 millón de personas.

Actualmente, los médicos carecen de estrategias sólidas para predecir qué pacientes corren el riesgo de sufrir este daño cardíaco asociado con las antraciclinas, llamado toxicidad cardíaca, una disminución de la función cardíaca que puede provocar insuficiencia cardíaca, o para detectarlo en sus primeras etapas.

Ahora, un equipo dirigido por investigadores del Centro Médico Beth Israel Deaconess (EE.UU.)) ha identificado una proteína relacionada con la aparición de toxicidad cardíaca asociada a la antraciclina.

En dos estudios realizados en más de 60 mujeres en tratamiento por cáncer de mama , los niveles de una proteína conocida como hemopexina que circula en la sangre se asociaron con una mayor toxicidad cardíaca.

Los estudios de seguimiento en ratones revelaron que la proteína tiene propiedades protectoras del corazón.

Estos hallazgos, publicados en «Science Advances» , sugieren que el cuerpo produce la proteína como medida de protección contra la toxicidad cardíaca inducida por la terapia.

Si es así, algún día los médicos podrían usar la proteína para controlar a los pacientes que se someten a un tratamiento contra el cáncer con antraciclinas en busca de signos de función cardíaca anormal con un simple análisis de sangre.

Más del 35% de los pacientes que reciben antraciclinas desarrolla alguna forma de cardiotoxicidad.

«Debido a la creciente carga de insuficiencia cardíaca y cáncer en la población que envejece, el desarrollo de nuevos biomarcadores y estrategias de protección del corazón es esencial para minimizar el impacto de la toxicidad cardíaca asociada con la terapia del cáncer», dijo el autor principal y correspondiente Aarti Asnani. «Este estudio identifica la inducción de la hemopexina circulante como un mecanismo protector del corazón relevante para los pacientes tratados con antraciclinas».

Habiendo establecido un vínculo claro entre la toxicidad cardíaca inducida por la antraciclina y el aumento de los niveles de hemopexina, los científicos intentaron determinar el papel funcional de la hemopexina.

Cuando los investigadores trataron ratones de laboratorio de tipo salvaje (normales) con doxorrubicina, encontraron que la administración de hemopexina previno el desarrollo de disfunción cardíaca.

Sin embargo, cuando realizaron un experimento similar en ratones alterados genéticamente que carecen de la proteína hemopexina natural, los ratones deficientes en hemopexina demostraron una mayor toxicidad cardíaca por doxorrubicina en comparación con los ratones de tipo salvaje.

Los hallazgos sugieren que el organismo puede producir hemopexina como respuesta protectora al daño cardíaco inducido por las antraciclinas.

En 2021, la Comisión Europea promueve el proyecto RESILIENCE (REmote iSchemic condItioning in Lymphoma PatIents REceiving ANthraCyclinEs), especialmente diseñado para desarrollar una nueva intervención médica destinada a reducir la prevalencia de la insuficiencia cardíaca crónica en los pacientes supervivientes de cáncer.

Coordinado desde el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) este proyecto multinacional en el que participan 11 socios de 6 países de la UE (España, Francia, Holanda, Portugal, Alemania, Dinamarca) abordará dos desafíos con el objetivo de reducir la carga de enfermedades cardiovasculares en los supervivientes de cáncer: la falta de terapias capaces de prevenir o curar la insuficiencia cardiaca, y la ausencia de marcadores específicos para identificar el problema en sus primeras etapas.



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