«Perro del infierno», constelaciones y letras griegas: ¿cómo se eligen los nombres de las variantes del Covid?

 «Perro del infierno», constelaciones y letras griegas: ¿cómo se eligen los nombres de las variantes del Covid?


La epidemia de gripe que hubo en Estados Unidos y Europa en 1918 acabó pasando a la historia como la gripe española, algo que desde la Organización Mundial de la Salud evitaron cuando saltó 100 años después la de Covid. Lo que inicialmente se conoció como ‘coronavirus de Wuhan‘, ‘coronavirus chino‘ o directamente virus chino derivó en Covid-19, nombre que acabó acortándose por el de simplemente Covid. A partir de ahí, surgieron las variantes… y se repitió el mismo problema.

Las mutaciones del virus original saltaron fuera de China pero para entonces, la OMS ya tenía establecido un protocolo claro para su nomenclatura. Desde la primera variante detectada de la cepa original, la que se captó en territorio británico, se empezó a usar las letras griegas.

La primera cepa paralela a la original, detectada en Reino Unido por primera vez, se bautizó como variante Alfa, y desde ahí fueron surgiendo Beta (Sudáfrica), Gamma (Brasil), Delta (India) Epsilon (California), Zeta (Brasil), Eta (Reino Unido y Nigeria), Theta (Filipinas), Iota (Nueva York), Kappa (India), Lambda (Perú), Mu (Colombia)… y Ómicron.

Esta última, la reinante ahora mismo, ha contado con subvariantes por su transmisibilidad que tienen sus propias características. El linaje BQ.1 y sus sublinajes, incluyendo BQ.1.1, ya son las que más se temen actualmente, lo que ha sido el motivo de que se le bautice con un nombre propio: «perro del infierno», en alusión a Cerbero, el can de tres cabezas que guardaba el Hades (el infierno) en la mitología griega.

De letras a constelaciones

El alfabeto griego tiene 24 letras y ya se han usado 21. Además, varias se han descartado, como Nu (porque podría confundirse con la palabra ‘new’, ‘nuevo’ en inglés) o Xi (un nombre muy común en China, incluido el presidente del país), por lo que ante la eventual llegada de nuevas variantes y subvariantes, desde la OMS ya están planteando soluciones.

La primera es recomenzar el alfabeto griego, pero añadiendo otra palabra o número, como un eventual Ómicron-2. Sin embargo, lo más probable es que se use el nombre de constelaciones. Maria Van Kerkhove, jefa técnica de la OMS, lo planteó en una entrevista en ‘NewScientist’, pero se usarán nombres de las constelaciones menos conocidas, para evitar cambiar la opinión sobre «las bonitas estrellas que vemos en el cielo».



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