Se jubila un comerciante de toda la vida

 Se jubila un comerciante de toda la vida


Después de 53 años en el comercio Pepe Román decide que es momento de jubilarse. “Comencé el 2 de abril de 1969”, concreta y añade que el cartel que más pena le ha dado poner en el escaparate de su tienda es el de: “Liquidación por jubilación”.

¿Cómo afronta esta nueva etapa?
Me cuesta. Llevo toda la vida en la calle Toro, en la Plaza Mayor,… Mi mujer me dice que empezaré una nueva vida y será bonita. Voy a disfrutar de mi mujer, de mis hijas, de mis nietas, de todo lo que no he podido hacer hasta ahora, pero tengo que vivirlo, porque todavía no ha llegado. Luego ya lo comentaré. De momento, me cuesta.

Tengo la sensación de que detrás de las gafas se le humedecen los ojos…
Han sido muchos años. Trabajé para una empresa más de 30 años y el resto monté mi propio negocio. Hemos trabajado tres personas ahí, con unos empleados maravillosos que han estado siempre luchando. Hemos pasado todas las crisis del mundo y hemos tirado para adelante. Se nos han abierto muchas tiendas con nombre alrededor de la tienda y hemos seguido aguantando.

¿Cuál ha sido el secreto?
Tratar al público de una manera diferente. Aquí ayudamos, orientamos,… Me socializo con mis clientes y disfruto mucho con ellos. Vengo con mucha ilusión a trabajar por las mañanas, aunque desde que he puesto el cartel… ya lo vivo de otra forma.

Es una cuenta atrás.
Sí. Estoy pensando en cuándo terminamos, lo que no he pensado en mi vida.

Está viviendo un carrusel de emociones.
Sí y difíciles de asimilar. No sé qué voy a pensar cuándo pese por delante de la tienda y esté cerrada, que ya no estoy en ella. Me afectará. ¿Cómo lo voy a superar? Como todo el mundo cuando se ha jubilado. Además, siempre me han dicho que voy a vivir mejor.

Es otra vida. Concédase un tiempo.
Sí, eso estoy pensando. Los primeros meses serán de pensar qué hago ahora. Lo que más miedo me da es venirme abajo. Espero que no. Me gusta pasear, leer y algo de ejercicio, que no lo he vuelto a hacer y me viene bien. (Risas)

Pepe Román se jubila después de haber estado 53 años atendiendo al público.

¿Mirará los escaparates?
Siempre. Ha sido mi pasión en la vida. En la tienda he hecho tres cosas: he comprado, he expuesto y he vendido. Lo que más me ha gustado siempre es exponer. Ha sido mi vicio. Llevo desde los 15 años haciéndolo. He calculado que cambiando cada 15 días, calculo que habré montado como unos 1.500 escaparates. Me ha ayudado mucho a la venta y al público le hemos dado la posibilidad de decir que conjunto le gusta. Lo he visto a diario. Enseñar 10 camisas y pedirme la del escaparate. (Risas)

¡Qué difíciles somos los clientes algunas veces!
No, lo que ocurre es que cuando vemos algo que nos gusta, lo queremos. Lo entiendo perfectamente, porque yo también compro y me pasa lo mismo.

Pepe, ¿qué se va a llevar para su casa después de más de 50 años atendiendo al público?
La ilusión del deber cumplido.

Y de haber puesto guapos a los salmantinos
Sí. He vestido a muchas personas. Hemos vendido muchos trajes. La mayor satisfacción es que vuelvan porque el que le vendiste gustó mucho. Me encanta cuando me dicen que los oriente. Cuando se ven con el conjunto hecho, se van encantados.

Ha estado en momentos muy especiales en la vida de estas personas…
Bodas, bautizos, graduaciones,.. Si, en momentos muy importantes en la vida de las familias. Cuando ven esas fotografías y se ven guapos…

Se ha sorprendido ver a sus clientes por la calle con sus trajes.
Me gusta verlos. De hecho, cuando han tenido acontecimientos en la Plaza o cerca, pasaban por la tienda y me decían: ‘Mira cómo voy. Mira a ver si voy bien’.

¿Qué le contestaba?
Que estaba perfecto y elegantísimo. (Risas) Me ha pasado muchas veces.

¿Va a echar de menos este rincón de la Plaza?
No, porque voy a seguir haciéndolo. Cuando vaya a dar un paseo o bien al subir o al bajar, pasaré por aquí. La Plaza para mí es… tengo mil vivencias aquí. Son 53 años.

El escaparate de la tienda de Pepe Román en la calle Toro.

Por la Plaza Mayor pasa la vida…
Sí. Es el corazón de Salamanca. Cuando damos un paseo venimos hasta la Plaza en invierno y hasta la Catedral en verano. Siempre hay personas en la Plaza Mayor. La Plaza Mayor es especial.

Le daremos las gracias por haber puesto guapos a los salmantinos…
No hay de qué. Voy a echarlo mucho de menos. Voy a hacer una vida nueva. Tengo una nieta y otra en camino. Quiero verlas, porque viven fuera de Salamanca. Mi mujer necesita que paremos y disfrutemos de la vida. Te voy a contar una vivencia.

¿Puedo publicarla?
Sí. En Reyes nunca pude darle los regalos a mis hijas, porque tenía que venir a poner las rebajas. La víspera de Reyes nos íbamos a medianoche, no daba tiempo. Al día siguiente venía a las 7.00 horas para poner las rebajas y poder estar en casa al mediodía, pero ya habían roto algún juguete cuando llegaba. Eso se te queda clavado.

¡Qué no le pase con las nietas!
No. (Risas)





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