Llegó el verano por fin

 Llegó el verano por fin


Llevamos días y días con calores sofocantes por toda España, en los meses de mayo y junio, cosa que hacía años que no ocurría. Y, por fin, llegó el verano solar. Y, justamente ahora ha vuelto el clima de primavera. Da la impresión de que, ahora sí, el verano ha tomado la temperatura que propiamente le corresponde.

Estamos desorientados. Cuando esperamos la primavera, nos llegan las temperaturas pesadas del verano. Y cuando llega por fin el verano, se nos devuelve al tiempo y al fresco de la primavera. Llegado ya el verano, agradecemos de nuevo el tiempo suave de la primavera.

Desde luego que ya ha quedado lejos la época de los catarros, pero resulta que ahora vuelven a crecer los síntomas y la realidad del covid19, que parecía se había marchado definitivamante. Entre nosotros habían vuelto a aparecer los contagios del dichoso ómicron o similar.

Y de mi familia, el virus había ido recorriendo, uno tras otro, a todos los miembros de la misma. Es verdad que no con demasiada virulencia. Y que todos lo han ido superando poco a poco y con efectos menores.

Yo, que hasta ahora había ido pasando el tiempo sin contagiarme, por fin he sido alcanzado también por el dichoso virus; sin demasiados síntomas, por coincidencia con otras limitaciones de enfermedad. Hasta que, al fin, los síntomas fueron tan fuertes que no hubo más remedio que hacer la prueba del covid, que dio altamente positivo.

Ya llevo encerrado en mi habitación durante ocho días. Y aún me quedan otros dos o tres días más. Ha habido que suspender encuentros con amigos, y la asistencia deseada al gran espectáculo Carmina Burana en la Plaza Mayor de Salamanca. Y también he tenido que interrumpir la asistencia a los enfermos del hospital de la Santísima Trinidad.

Ante las situaciones de enfermedad, aunque sea de síntomas y efectos suaves, los grandes calores y los frescos inesperados se quedan en episodios irrelevantes.

Algunos llevábamos bastante tiempo en contacto, más o menos cercano, con personas afectadas por el virus, y nos veíamos ya lejos del contagio. Y sólo por la experiencia personal llegamos ahora a la comprensión de la trascendencia y de los efectos de la enfermedad del covid. Ya llegó. Ya tengo y sé lo que es la experiencia de la enfermedad.

Ahora puede llegar el verano con sus calores, propios o desproporcionados, y variables en días y fechas inesperados.

Los que no han vivido la enfermedad, o la pasaron ya, siguen buscando con ansiedad unas merecidas y anheladas vacaciones de verano: en la playa o en el campo, en lugares cercanos o en el exterior, en lugares lejanos a nuestro país.

Y eso a pesar de la crisis económica, de la inflación desaforada, de los salarios mínimos o del paro y la pobreza prolongados de tantos sectores, la subida incontrolable de los precios y del IPC, la subida imparable de la luz, del gas, de los alimentos. Ésta es una enfermedad bastante más difícil de superar.

La mayoría hemos tenido que experimentar los sufrimientos de la pandemia en familiares, amigos, conocidos, con la preocupación propia de una enfermedad nueva y desconocida.

Llegó el verano por fin, y estamos preparados para afrontar los calores y las contradicciones propios del cambio climático, al que hasta ahora apenas estábamos acostumbrados, y quizá lo tomábamos como imaginación desacostumbrada. Llega el verano.



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