Cáncer: Salvados contra todo pronóstico

 Cáncer: Salvados contra todo pronóstico



Actualizado:

Guardar

Aunque el Covid haya copado todo desde hace dos años, el cáncer ha sido responsable de más muertes en 2020 en España que las enfermedades infecciosas, incluido el coronavirus. Las previsiones para 2022 apuntan a que los
nuevos casos de cáncer experimentarán en nuestro país un ligero incremento
en 2022 con respecto al año anterior: se estiman un total de 280.101 nuevos casos -160.066 hombres y 120.035 mujeres- frente a los 276.239 del año 2021 según los cálculos realizados por la Red Española de Registros de Cáncer (Redecan), que recoge el informe “Las cifras del cáncer en España 2022”, editado por la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), en colaboración con (Redecan).

La buena noticia es que en los últimos años, en términos globales,
ha aumentado la supervivencia y ha disminuido la mortalidad

gracias a la prevención, diagnóstico precoz, avances terapéuticos y una disminución del tabaquismo en los hombres. Para los profesionales y los pacientes que conocen bien la enfermedad hay además una palabra clave: investigación.

«La investigación es imprescindible para lograr aumentar la supervivencia de los pacientes con cáncer. Gracias a ella, en los últimos años hemos conseguido cambiar la historia natural de ciertos tumores con el desarrollo de la medicina de precisión y la inmunoterapia», asegura la doctora Mónica Granja, secretaria científica de SEOM, oncóloga médica del Hospital Universitario Clínico San Carlos. Pero a pesar de estos grandes avances, la experta reconoce que «aún no es extrapolable al global de pacientes oncológicos», por lo que «se debe seguir potenciando la investigación para seguir afianzando esta medicina de precisión, ampliando nuestro conocimiento de la biología tumoral y desarrollando ensayos clínicos con nuevos fármacos que se traduzcan, en última instancia, en un mayor beneficio de nuestros pacientes».

La doctora Mónica Granja ve probable que durante los próximos años «se afiancen los avances en inmunoterapia en multitud de tumores al ampliar nuestro conocimiento del sistema inmune y los mecanismos de enmascaramiento de las células tumorales para escapar del control de éste». Además, augura que «continuará el desarrollo de fármacos dirigidos frente a alteraciones concretas de la célula tumoral, así como de las terapias con radioligandos o el desarrollo de los inmunoconjugados o fármacos que combinan un agente quimioterápico junto con un anticuerpo dirigido a una determinada alteración molecular».

Desde la
Asociación Española Contra el Cáncer
(AECC) consideran una prioridad impulsar y garantizar el acceso de los pacientes a los resultados de la investigación con el objetivo de alcanzar el 70% de supervivencia media para el año 2030.

María José, Pepe y Alejandro son ejemplos de pacientes que han accedido a un tratamiento más efectivo para sus respectivos cánceres gracias a ensayos y novedades terapéuticas en diferentes hospitales públicos que cuentan con unidades ‘
Cris contra el Cáncer
’. Esta fundación se creó hace 10 años para
mejorar la investigación sobre la enfermedad y acercar estos resultados a los pacientes
.

Pilar, que contra las estadísticas mantiene a raya un cáncer de páncreas desde hace más de 3 años, pide más investigación para un
tumor con mal pronóstico
para la mayoría de afectados.

María José García
María José García – José Ramón Ladra

María José García / Cáncer de endometrio

«Me ofrecieron entrar en un ensayo y fue maravilloso»

Lo de María José con el cáncer viene de lejos. A esta mujer de voz vivaracha la operaron de un tumor de colon hace 12 años. «A los dos años me quitaron la bolsa, me puse muy bien y simplemente tenía que seguir con mis revisiones», rememora. Pero la vida le tenía preparado un segundo y un tercer susto. En enero de 2020, solo dos meses antes de que viviéramos un confinamiento histórico por el Covid, tuvo una hemorragia «como de color café, no parecía sangre». No quiso darle importancia, pero su hija, a la que no le cuadró nada que la madre tuviera ese manchado inusual, la llevó al hospital. Las ginecólogas vieron que algo no iba bien. A primeros de febrero ya tenía un diagnóstico:
cáncer de endometrio
. «Me dijeron que estaba en el útero y que había que quitarlo todo», rememora. La cirugía se llevó a cabo el mismo día que empezó el primer confinamiento. Recibió quimioterapia y braquiterapia. Parecía que todo iba bien, pero justo un año después del diagnóstico, en febrero del 21, en una revisión, volvieron a ver «algo» en la zona de las ingles y el bajo vientre. «No me podían operar ni ofrecerme nada salvo otra vez quimio, que no había servido para nada. Se me cayeron las lágrimas», reconoce. La única «buena noticia» era que el cáncer no estaba extendido.

María José empezó un pequeño periplo que la llevó desde su hospital de referencia al Ramón y Cajal, donde le explicaron que podía tener una oportunidad en el Clínico San Carlos, que cuenta con la Unidad CRIS de Nuevas Terapias Experimentales. Allí empezaron a estudiar su caso. «Descubrieron que tenía una proteína alta, y que esa proteína la fabrico yo, y hace que los tumores enseguida crezcan y se multipliquen», cuenta. Le ofrecieron entrar en un ensayo en fase I, recibiendo tratamientos personalizados. «Aquello fue una maravilla. No terminaré nunca en la vida de agradecerles a los doctores que me llevan», asegura emocionada. A pesar de su hoja de vida, donde la enfermedad ha golpeado más de una vez, María José cree que ha tenido «muchísima suerte» en este camino.

En agosto de 2021 empezó con el ensayo clínico. Lleva ocho ciclos. «Los médicos están contentos y yo también de verlos a ellos. Dicen que va resultando. Cada dos tratamientos me hacen un TAC y, si ven que va reduciendo, pues sigues», explica. María José describe de forma sencilla la terapia intravenosa que está recibiendo: «En lugar de ir por todos sitios, va directo a donde está el mal». No es un camino de rosas tampoco. De vez en cuando necesita inyecciones de defensas porque después de 12 años de tratamientos su médula ha sufrido mucho y no le da tiempo a regenerarse. Aunque en general se encuentra bien y hace una vida «normal», tiene días más flojos cuando acaba de recibir el tratamiento, en los que nota la boca «como si hubiera comido madera», y otros en los que siente preocupación. Y agradece el trato humano que le dispensan en la unidad de terapias experimentales, donde recibe abrazos y mensajes tranquilizadores. No sabe cuánto tiempo tendrá que seguir la terapia: «No tengo fin de tratamiento. Según vayan viendo, ellos te van diciendo. Aunque tú puedes salir cuando quieras». «Cuando empezó todo y parecía que no había alternativa de tratamiento para mí, salvo una ‘quimio’ que no había funcionado, pensé: ‘Dios mío yo no me quiero morir’. Ahora pienso: ‘que me digan donde hay que firmar para seguir como estoy’», afirma.

Pepe Monge
Pepe Monge – De San Bernardo

Pepe Monge / Mieloma múltiple

«Verme como me veo después de cinco años del diagnóstico para mí es un regalo»

Pepe Monge sabe lo que es adelantarse al peligro. No en vano se dedica a la prevención de riesgos laborales. Cada año se somete al reconocimiento médico de la empresa y gracias a esta prudencia, en marzo de 2015, descubrió en un análisis rutinario que tenía unas proteínas altas. Le recomendaron que lo consultara con su médico de cabecera. «Lo achaqué a que hago mucho deporte y tomo mucha proteína. Pero algo dentro de mí también dijo: échale un ojo Pepe no sea que…». Empezaron las pruebas hasta que en agosto le dieron el diagnóstico: mieloma múltiple. Se trata de un cáncer incurable que comienza en las células plasmáticas, un tipo de glóbulos blancos. En un primer momento era asintomático. Se lo habían detectado en sangre pero no tenía síntomas clínicos. «A continuación del diagnóstico me hablaron de supervivencia global… No lo encajaba. Yo hacía mucho deporte, corría medias maratones. Psicológicamente no aceptaba la situación porque no tenía sintomatología ninguna. Me sentía sanísimo y me decía: me encuentro bien, no tengo dolores, me estás hablando de un cáncer que no sé si dentro de cinco años voy a estar vivo… ¿qué me estás contando?».

El cáncer de Pepe era un mieloma múltiple asintomático, pero podía progresar en poco tiempo. Le ofrecieron participar en un ensayo clínico en la unidad CRIS de Tumores Hematológicos del 12 de octubre. Aceptó, pero justo cuando le estaban haciendo las pruebas para ver si podía participar, detectaron que el mieloma había pasado a estar activo, había lesiones en los huesos, y ya no podía formar parte del ensayo. En la misma unidad recibió el tratamiento de primera línea con las terapias más actualizadas. Primero seis ciclos de quimio y medicación desde navidades de 2015 hasta junio de 2016, cuando recibió un autotrasplante de médula ósea. A partir de ahí empezó el tratamiento de mantenimiento para que el cáncer permanezca dormido con una pastilla con la que aún sigue y tolera muy bien. «Creo que va a ser de por vida», señala. Hoy se encuentra «en remisión completa» y según las últimas analíticas «con una muy buena respuesta».

A principios de este siglo, recuerda Pepe, solo existía una o dos líneas de tratamiento para pacientes con su enfermedad y, si te fallaba una de ellas, «estabas prácticamente condenado». Sin embargo, en los últimos años, gracias a la investigación, «hay nuevas vías de tratamiento y si no funciona una te dan otra». «Los enfermos de mieloma estamos aquí gracias a la investigación. La investigación es vida literal. Verme como me veo después de cinco años del diagnóstico para mí es un regalo», reconoce. Pepe, que ahora tiene 54 años, trabaja, hace deporte, monta en moto, sube montañas… «Para mí era algo impensable cuando me diagnosticaron. Yo pensé que me iba a morir, que me iba a ver dependiente cuando soy súper independiente. Que me iba a perder el futuro de mi hija, que entonces tenía 15 años», relata.

Pepe ha aprendido a vivir al día porque también es consciente de que es un cáncer que puede ser recurrente: «Tenemos periodos de remisión y otros de recaída». Cada dos meses pasa su revisión médica y analítica «como un juicio», en sus palabras. Y entre revisión y revisión «es como un recreo». Pero tiene la esperanza de que cada vez haya más líneas de tratamiento gracias a la investigación. Y para ello se necesita más inversión y pacientes que participen en estudios clínicos: «Estamos a día de hoy con los tratamientos que tenemos gracias a otras personas que antes formaron parte de ensayos. Si no, no habríamos avanzado nada. No se puede curar lo que no se conoce. Nadie mejor que un paciente entiende que la investigación es la única vía».

Alejandro Segura
Alejandro Segura – Francis Silva

Alejandro Segura / Cáncer de próstata

«Le debo la vida a la investigación y no es una frase hecha»

Cuando hace dos años y cuatro meses, en un chequeo anual, a Alejandro Segura, médico de profesión, el antígeno prostático específico (PSA), le salió bastante alto en un análisis, se sorprendió mucho. Llamó a un colega urólogo que le tranquilizó. Por su edad, 43 años entonces, eso tenía más pinta de ser una pequeña infección. Le recetó un antibiótico y una nueva analítica en diez días. Pero terminado el tratamiento, los valores no solo no habían bajado sino que se habían incrementado. «Se encendieron las alarmas», recuerda. En pocos días tuvo su diagnóstico:
cáncer de próstata
. «Lo de decir que el mundo se cae al suelo es poco. Te salta todo por los aires. La cabeza te va a tal velocidad que piensas cosas que no eres capaz de asumir», recuerda. Su oncólogo le recomendó a «unos compañeros muy punteros a nivel nacional y europeo» en el Instituto de Biomedicina de Málaga (IBIMA), la misma ciudad donde él reside. Recibió quimio y un tratamiento hormonal. En las dos últimas sesiones comenzó la pandemia y al miedo al cáncer se le unió el pánico ante la posibilidad de infectarse de Covid, puesto que se encontraba con las defensas bajas: «Fue una época muy mala».

A los siete meses de terminar la quimio, los marcadores volvieron a subir un poco. Empezó con un segundo tratamiento (dos pastillas en casa cada mañana) que entonces se encontraba bajo ensayo clínico, y que ha demostrado sus beneficios si se toma desde el inicio. Actualmente la enfermedad está estabilizada. «Estoy a unos niveles muy bajitos de PSA con este tratamiento. Cada cuatro meses me hacen analíticas y pruebas radiológicas. Me encuentro perfectamente, sin efectos secundarios. Desde hace un año estoy muy bien físicamente», relata este médico amante del deporte, que reconoce que no ha dejado de trabajar, pero que ha bajado el ritmo porque «te das cuenta de las cosas importantes de la vida».

Alejandro asegura sentirse un «privilegiado» por poder tratarse en «una unidad puntera a nivel mundial» donde le tienen informado de todas las novedades terapéuticas, ensayos, etc. Además, valora mucho que este tratamiento haya conseguido mantener a raya la enfermedad «con calidad de vida, sin dolor, sin clínica y sin efectos secundarios». «La investigación hace que gente como yo siga viva. Le debo la vida y no es una frase hecha, es la realidad total», asegura de forma contundente este sanitario.

Pilar Fandos / Cáncer de páncreas

«Yo he tenido suerte hasta ahora, pero en este tipo de cáncer hace falta más investigación»

A Pilar le confundieron su
cáncer de páncreas
con una depresión. «Empecé a sentirme mal, con mucho cansancio y tristeza, con falta de apetito que me hizo adelgazar», explica. Su marido había fallecido hacía muy poco y su médico de familia pensó que estaba pasando por una mala racha. Pero a ella, por su personalidad resiliente, no le encajaba. Para agilizar los tiempos, pidió que le hicieran una analítica a través de su seguro de salud privado y los resultados revelaron lo peor: «Eran bastante devastadores». Se sometió a un TAC que también reflejó que había algo malo. Con las pruebas de la privada se fue al hospital público de su ciudad donde finalmente le diagnosticaron cáncer en la cabeza del páncreas.

El comité de tumores decidió que su tumor era operable, que estaba fuerte para afrontar la enfermedad y que no hacía falta poner ningún tratamiento previo. «Estaba contenta porque un cáncer de páncreas operable dentro de lo malo es una suerte», reconoce. Mientras esperaba a que le dieran fecha para operarse, empezó a tener fiebre. Se le habían infectado las prótesis que le habían puesto para desobstruir las vías biliares. La llevaron a quirófano, donde vieron que el cáncer había evolucionado hasta el punto de que no podían intervenir sin poner antes un tratamiento para reducir el tamaño del tumor. «Me programaron seis ciclos de quimio. Al segundo, había disminuido muchísimo», afirma Pilar, que recuerda que en la primera consulta tenía «un pronóstico muy malo» porque este tumor suele ser resistente a la quimioterapia. «En mi caso funcionó muy bien. En dos o tres ciclos ya era operable», recuerda. Pidió entonces una segunda opinión en un hospital privado de Madrid. Allí, cuenta, le repitieron todas las pruebas, le sustituyeron los últimos dos ciclos de quimio por radiocirugía y le hicieron una reconstrucción de su tumor en 3D para ensayar previamente una cirugía que es compleja. Cuando entró en quirófano prácticamente no había tumor. Le extirparon la cabeza del páncreas, la vesícula biliar y el duodeno. La biopsia de ganglios salió limpia. Al año, aparecieron unos micronódulos en el pulmón, pero le dieron quimio y desaparecieron enseguida. Lleva tres años y medio diagnosticada y tres operada y no tiene que tomar ninguna medicación de control para el cáncer. Pasa revisión cada tres meses y el único fármaco que consume son unas enzimas pancreáticas para hacer la digestión. Puede comer de todo, aunque en menor cantidad porque tiene el intestino más corto.

«No soy un caso habitual», afirma, sabedora de que el pronóstico con este tipo de tumor suele ser poco optimista. «Cuando le contaba a la gente que tenía cáncer, me decían: ‘Eso ahora se cura’. Pero cuando dices de páncreas…empiezan a mirar a otro sitio». En su caso el tratamiento ha funcionado, pero para conseguir una mayor supervivencia en este tipo de tumor hace falta «más investigación, más líneas de tratamiento, que las pruebas de diagnóstico sean más rápidas y que los protocolos sean más ágiles». «Yo he tenido suerte hasta ahora. No estoy curada pero mi cáncer está dormido. En el último TAC está todo limpio», cuenta esta zaragozana de 70 años, que mantiene alto el ánimo haciendo vida social, apuntándose a todo lo que puede y participando en los grupos de la AECC. Asegura que su caso, aunque no es lo normal, tampoco es extraordinario. «Hay gente que sale del
cáncer de páncreas
. Yo nunca he creído en las estadísticas. Cada cuerpo es de una manera y reacciona de una manera. Nunca he preguntado cuánto voy a vivir más que el día a día», afirma.

Ver los
comentarios



Fuente de la noticia: Pulsa para ver la noticia en el periódico que ha sido publicada.

(Salamanca Realidad Actual es un lector de noticias FEED que unifica las noticias de diferentes periódicos sobre Salamanca. No hemos redactado ninguna de las noticias aquí publicadas y la totalidad de el copyright de esta noticia pertenece a: www.abc.es y (abc) ).

Salamanca Realidad Actual

https://salamancarealidadactual.com

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *