El amuleto de la diosa egipcia Hathor yace en el Cerro de San Vicente, origen de la ciudad

Ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, destino por excelencia de estudiantes de todo el mundo que llegan atraídos por sus universidades, espacio de cultura, saber, arte y vida. El parque arqueológico del Cerro de San Vicente, ubicado en el casco antiguo de Salamanca, aguarda los inicios de lo que hoy en día es esta población. El primer poblado se estableció en este lugar durante la primera Edad de Hierro, entre los siglos VII y V a. C., siguiendo pautas similares a las de otros asentamientos que se establecieron en el valle medio del Duero durante el mismo periodo. Su estructura se basa en una casa principal, perteneciente al patriarca, y un conjunto de hogares de tamaño más reducido.

Desde el año 1990 se están llevando a cabo varias investigaciones arqueológicas a instancias de la Consejería de Cultura de la Junta de Castilla y León y del Ayuntamiento de Salamanca, entre las que se encuentra un proyecto que recientemente ha permitido conocer un poco más sobre la vida que se desarrollaba en este espacio. La campaña de investigación en cuestión está dirigida por Antonio Blanco, profesor de la Universidad de Salamanca, y de ella forman parte Cristina Alario y Carlos Macarro, pertenecientes al Ayuntamiento de Salamanca.

Carlos Macarro explica que esta campaña se inició hace 4 ó 5 años en distintos puntos del yacimiento y con objetivos muy concretos. En 2006 se intervino en la casa principal, lugar al que regresó el punto de mira hace tres años. Como explica el arqueólogo, «profundizamos en esa casa porque nos interesaba y tras encontrar algún material que nos pareció interesante decidimos seguir con la investigación». En primer lugar, los investigadores se vieron atraídos por la complejidad de esta casa frente a las restantes descubiertas en el poblado y, en segundo lugar, un grupo de materiales que había en ella. Entre estos materiales había una cuenta de collar de material de fayenza, «un material fabricado en el mediterráneo oriental».

Casa principal del poblado, lugar donde se han hecho los descubrimientos. /

Eva F. Illera

El investigador afirma que la presencia de estas cuentas de collar y un amuleto que representa a la diosa egipcia Hathor en este tipo de material significa la conexión de estos pueblos del interior de la península con otras poblaciones, sobre todo con las factorías fenicias instaladas en la costa mediterránea atlántica de la Península. A través de ello, se pueden confirmar los flujos culturales y comerciales que existían en la primera Edad de Hierro de una forma más evidente. «Eran sociedades agrícolas y ganaderas, pero el que haya este tipo de productos exóticos que llegaron importados por los flujos comerciales es significativo tan al interior y tan al norte de la Península. Todo apunta a que el eje de la Vía de la Plata era un corredor geográfico de primera categoría. Todas las poblaciones localizadas en éste, entre ellas Salamanca, se han visto condicionadas por esta condición geográfica». No obstante, apunta Macarro, el hecho de estar ubicadas aquí, tenía su parte buena y su parte mala. «Por la Vía de la Plata también han circulado tropas».

Este último descubrimiento, que permite saber un poco más sobre los intercambios de esta población durante la Edad de Hierro, es solo un incentivo más para Macarro y sus compañeros para continuar «profundizando en el yacimiento». «Saber el origen de esta ciudad son palabras mayores ya que es una ciudad con carácter muy histórico. Es muy importante la existencia de este yacimiento, su grado de conservación y todos los elementos culturales que cabe añadir a este lugar, entre ellos contar con piezas tan singulares de esta época y de otros confines de las civilizaciones». El historiador apunta que «nos quedan muchas claves, seguimos insistiendo en ello» y asegura seguirán investigando en su tiempo libre, que es cuando pueden hacerlo, para mantener este espacio «vivo».

Las visitas guiadas permiten descubrir en profundidad este enclave de la ciudad

El Cerro de San Vicente se encuentra abierto al público y permite a todos aquellos que estén interesados a acudir para descubrir el inicio de Salamanca. A través de las visitas guiadas, organizadas desde el Ayuntamiento de Salamanca, se realiza un recorrido que permite descubrir dónde, cuándo y por qué surgió la ciudad, así como observar los restos del poblado y los objetos encontrados en éste.

En los restos visibles se puede observar la casa principal del patriarca del poblado, donde se encontraron las cuentas del collar y el amuleto de la diosa egipcia en material de fayenza, que ahora se encuentran en el laboratorio para su estudio.

A través del programa ‘Salamanca Dorada, Azul y Verde’, propuesta de la Concejalía de Turismo de Salamanca se puede acceder a este «tesoro» que guarda la ciudad.

Durante los meses de julio y agosto, el Cerro de San Vicente se puede visitar bajo la luz de la luna con las visitas nocturnas, en horario de 21:00 a 22:30 horas y de 22:30 a 24:00 horas, los viernes y los sábados.

Los arqueólogos Cristina Alario y Carlos Macarro, pertenecientes al equipo que dio con el descubrimiento, son los encargados del espacio. Los visitantes pueden conocer de primera mano los nuevos descubrimientos a través del conocimiento, profesionalidad y simpatía de estos investigadores.

De igual forma, la ubicación del cerro permite servir de mirador con unas vistas privilegiadas de la ciudad del Tormes y su entorno.

Los interesados en acudir a estas visitas nocturnas deben adquirir una entrada gratuita mediando la reserva en la página web salamancaymas.es, donde también podrán observar el resto de la oferta turística de la ciudad. Las entradas se pueden reservar para cada fin de semana desde el lunes anterior a las 10:00 horas.