La calle Compañía: un retroceso al pasado de Salamanca

 La calle Compañía: un retroceso al pasado de Salamanca


Recorrer en línea recta la calle Bordadores, pasando por la plaza de Monterrey y la calle Compañía es retroceder a un pasado de esplendor y viviendas señoriales. Una de las imágenes más repetidas en las postales de la ciudad de Salamanca es la calle Compañía. No hay otra vía en Salamanca que tenga a cada lado dos edificios como son La Clerecía y la Casa de las Conchas y a su término el Palacio de Monterrey. De hecho, es una de las calles más cinematográficas, que recuperó la arena, los puestos de verdura y los carruajes para el rodaje de la serie de “Romeo y Julieta”, o se transformó para rememorar la Guerra Civil en “Mientras dure la guerra” de Amenábar.

Al inicio de Compañía se alza la Casa de las Conchas, un peculiar edificio de finales del siglo XV. Previamente en aquel lugar se ubicaban las casas del arcediano de Toro, Arias Maldonado. No está claro quién mandó construir el edificio que hoy alberba la biblioteca de la Junta: si fue el hijo o el nieto de Arias Maldonado, ambos de nombre Rodrigo, pero se hizo para el casamiento con María de Pimentel. De hecho, en la fachada se descubren los escudos de los Maldonado y los Pimentel y los símbolos del amor: delfines y alianzas.

Según se cuenta, los jesuitas que habían edificado La Clerecía, quisieron apropiarse de la Casa de las Conchas para derribarla con el fin de que su templo luciera en todo su esplendor en una gran plaza, por eso se dice que ofrecían una onza de oro por cada concha que se arrancara para que el edificio perdiera su valor. Otras leyendas hablan de que debajo de alguna concha hay oculto algún tesoro.

La Casa de las Conchas ha pasado por diversos usos, desde colegio privado a Museo Provincial de Bellas Artes. El edificio, propiedad del marqués de Santa Coloma, fue alquilado primero al Ayuntamiento y luego al Ministerio de Educación en 1975 y fue restaurado a principios de los años 90 para reconvertirse en biblioteca pública.

A escasos metros se alza La Clerecía. Fue la esposa de Felipe III, Margarita de Austria, quien subvencionó la construcción del templo para los jesuitas cuyas obras se extendieron 133 años desde 1617. Sin embargo, la expulsión de los jesuitas también afectó a la comunidad en Salamanca y el edificio se echa a perder a principios del XIX al convertirse en cuartel de las tropas de los ejércitos francés y aliado. Es en 1940 cuando siendo obispo de Salamanca Plá y Deniel ordena remodelar el edificio para la Universidad Pontificia.

Junto a la calle Compañía no pasa desapercibido otro de los rincones con más encanto, la plaza de San Benito, con la parroquia que da nombre donde se ubica el panteón de una de las ramas de la familia Maldonado que en esta zona tenía sus palacios. En la plaza se ubicaban las casas de Francisco de Solís, de Diego Maldonado -en la actualidad sede del centro hispano-brasileño-, y la de Pedro Maldonado, comunero ajusticiado tras la derrota de Villalar.

Dejando atrás Compañía uno se topa con uno de los monumentos clave del Renacimiento español como es el palacio de Monterrey construido por Alonso de Acevedo y Zúñiga, III conde de Monterrey. Sin embargo el palacio comienza su decadencia una vez los condes pasan al servicio de la Corte y se trasladan a vivir allí. El palacio se usó como hospital militar, cuartel, casa de vecinos… hasta que en 1846 fue adquirido por el duque de Alba, familia que actualmente mantiene la propiedad. El palacio de los marqueses de Castellanos y la casa de la ilustre mecenas Gonzala Santana eran otros ilustres vecinos en la plaza de Monterrey.

De allí se accede a la calle Bordadores en la que vivían los artesanos que hacían bohordes, juncos o varas de espadañas. En la calle vivía un famoso e importante tapicero, de nombre Pedro Gutiérrez que después fundó en Madrid la Real Fábrica de Tapices.

Hasta la reforma de 1939, Bordadores era un callejón estrecho con casas pegadas al ábside de la iglesia de Santa María de los Caballeros y otras al convento de las Úrsulas. En la acera opuesta Juan de Álava construyó la Casa de las Muertes. A su lado está la vivienda que fue durante muchos años el hogar de Miguel de Unamuno tras dejar el rectorado a la vuelta de su destierro y en ella falleció el 31 de diciembre de 1936. Desde el balcón de su despacho se divisa la torre de Monterrey y las Úrsulas.



Fuente de la noticia: Pulsa para ver la noticia en el periódico que ha sido publicada.

(Salamanca Realidad Actual es un lector de noticias FEED que unifica las noticias de diferentes periódicos sobre Salamanca. No hemos redactado ninguna de las noticias aquí publicadas y la totalidad de el copyright de esta noticia pertenece a: www.lagacetadesalamanca.es y ).

Salamanca Realidad Actual

https://salamancarealidadactual.com

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *