Una consejera imprudente e irresponsable

 Una consejera imprudente e irresponsable


La vacunación está siendo en España otro espectáculo de descontrol y descoordinación como ya lo ha sido y lo sigue siendo la lucha contra la pandemia. Los anuncios triunfalistas y electoralistas de Pedro Sánchez de que el setenta por ciento de los españoles estarán vacunados en agosto chocan una y otra vez contra la cruda realidad de una campaña de inmunización donde falta lo elemental: las vacunas. Y donde sobran las demostraciones de incapacidad y de elusión de responsabilidades por parte del Gobierno central.

A esa afición a la mentira y el escapismo del presidente del Ejecutivo socialista/comunista se suma el fracaso de la tan cacareada ‘cogobernanza’, que se ha convertido ya en un ‘sálvese quien pueda’ entre las diecisiete comunidades autónomas. En ese guirigay regional Castilla y León volvió ayer a dar la nota negativa gracias a la intervención sorpresiva, unilateral y desafortunada de la consejera Verónica Casado.

La titular de Sanidad se precipitó al anunciar a primera hora de la mañana la suspensión de la aplicación de dosis de AstraZeneca, sin contar con más opinión que la suya propia y sin tener información privilegiada para suponer que la Agencia Europea del Medicamento (EMA) fuera a retirar la vacuna anglo-sueca. El organismo sanitario europeo acabó confirmando por la tarde la viabilidad de la vacuna, a pesar de que los científicos han detectado vínculos con casos muy poco frecuentes de trombos. Poco después, el Consejo Interterritorial de Sanidad, donde se reúne el Gobierno con representantes de las 17 autonomías, decidió seguir vacunando con AstraZeneca, pero limitándolo a los mayores de 60 años.

La consejera Casado provocó que miles de castellanos y leoneses citados ayer para ser inmunizados perdieran tiempo y dinero en desplazamientos en balde. Además, sembró el desconcierto con una decisión adoptada de espaldas a sus propios compañeros de gobierno regional y sin consultar ni al Comité de Expertos, ni a ningún otro organismo o autoridad.

Lo peor del atropello y la imprudencia de la consejera de Sanidad es que la autoridad precisamente encargada de fomentar la confianza de los ciudadanos en la campaña de inmunización haya introducido, en un golpe a todas luces inútil, una nueva dosis de desconfianza y de desorientación en quienes han de vacunarse a partir de ahora con AstraZeneca.

Casado alega que comunicó su decisión a la ministra Darias, pero no había ningún argumento científico fundamentado que se hubiera dado a conocer en la mañana de ayer que justificase semejante precipitación, con una premura que dejó a Castilla y León como única región de España y casi de Europa, que paralizaba el preparado anglo-sueco. Si la EMA o el Consejo Interterritorial hubieran seguido ese mismo camino, podríamos estar hablando de una consejera visionaria. Pero como no ha sido así, hay que apuntar a un error de grandes dimensiones y a la necesidad de asumir una clara responsabilidad por el desaguisado. De hecho, todos los castellanos y leoneses que no fueron vacunados ayer tendrán que volver a ser llamados en los próximos días para recibir una dosis de AstraZeneca (se está llamando a los de 64-65 años), pero seguro que lo harán con muchas más reticencias que si Casado se hubiera contenido unas horas, como el resto de sus colegas en las otras autonomías.

La titular de Sanidad del Gobierno de Alfonso Fernández Mañueco, vicepresidido por su compañero de partido y mentor Francisco Igea, rebasa así el cupo de errores admisibles en un alto responsable de la Administración. Casado, empujada por Igea, es la primera responsable de una política de lucha contra la covid-19 que ha llevado a Castilla y León a sufrir los peores datos de contagios y muertes de España en las tres olas de pandemia, y siempre o casi siempre con las restricciones más duras que han provocado un destrozo de grandes dimensiones en la economía regional, especialmente en los sectores de la hostelería, el turismo y el comercio. Esa política sanitaria se ha aplicado sobre la base de continuos cambios de criterio, con estrategias cambiantes y a veces contradictorias, en medio de graves deficiencias en la comunicación y en la explicación de medidas de dudoso rigor científico. Si a eso le sumamos el empeño por coartar las libertades de los ciudadanos, incluso saltándose la ley, como han confirmado los tribunales revocando restricciones aplicadas por la Junta al menos en dos ocasiones, la necesidad de un relevo en el departamento de Sanidad del Gobierno regional resulta de imperiosa necesidad.



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