Señalamientos a periodistas

El señalamiento de periodistas por parte de políticos va siendo un fenómeno al alza. No es una práctica inédita, pero llama la atención que se haya normalizado tanto. Desde luego que los periodistas están sujetos a crítica, como todo hijo de vecino, pero hay algo inquietante cuando la crítica argumentada y constructiva se sustituye por el fanatizado hostigamiento; y hay algo más preocupante aún cuando ese ejercicio de estigmatización es realizado por partidos políticos y cargos públicos.

Desde hace tiempo, Vox y Podemos frecuentan la hooligan embestida contra medios y profesionales; y también es sobradamente conocida la persecución ejercida por partidos nacionalistas (los recientes ataques contra Javier Cercas, por parte del independentismo catalán, vuelven a evidenciar una larga y triste costumbre). Es constatable que la nociva moda sigue extendiéndose en distintos grados y formatos. Y si Toni Cantó acaba de arremeter contra TVE mientras es entrevistado por TVE, reparemos hoy en una nueva demonización.

El pasado jueves, en CyLTV, el periodista salmantino José Luis Martín entrevistó a Ismael Álvarez: quien fuera alcalde del PP en Ponferrada, denunciado por Nevenka Fernández, concejala de su mismo partido. El Tribunal de Justicia de Castilla y León condenó a Álvarez por acoso sexual, y la sentencia fue ratificada por el Tribunal Supremo. Un reciente documental sobre el caso ha devuelto actualidad a aquel antecedente del movimiento me too.

La entrevista contó con una notable sucesión de políticos que la denostaban. En el ámbito autonómico, desde Luis Tudanca a Pablo Fernández, pasando por procuradoras como Ana Sánchez o Patricia Gómez; y en el ámbito nacional, Adriana Lastra, ya antes de la entrevista, vertía contra los profesionales de la cadena un explícito “No tenéis vergüenza”. Quien decidiese ver la entrevista, antes de enarbolar prejuiciosos vituperios, pudo comprobar un ejercicio absolutamente profesional por parte de José Luis Martín. De modo que pudimos encontrar a un entrevistado que no asumía arrepentimiento alguno, y que mentía de forma flagrante: por ejemplo al asegurar que no había sido invitado a participar en el documental, mientras existe la grabación en que es él quien de forma expresa rechaza la invitación. La propia Nevenka Fernández, así como su familia han expresado su satisfacción por la entrevista; y han mostrado su agradecimiento porque la entrevista contribuyó a que el personaje volviese a quedar “retratado”.

Si consideramos que en los medios únicamente han de tener cabida seres inmaculados y beatíficos, nos vamos a perder buena parte de la realidad. En relación a otras entrevistas que también habían suscitado hace años controversia, escribió David Jiménez: “(…) realizadas con sensibilidad hacia las víctimas y alejadas del simple morbo, las entrevistas con los renglones torcidos de nuestra sociedad también son periodismo. A veces, el mejor”. Pues eso.