Óscar Julián González: «Conservar las mascaradas no depende de las administraciones»

 Óscar Julián González: «Conservar las mascaradas no depende de las administraciones»


La Junta de Castilla y León anunciaba ayer el inicio de la tramitación de la declaración como Bien de Interés Cultural (BIC) de carácter inmaterial de las mascaradas, unos rituales festivos que el etnógrafo Óscar Julián González (Oviedo, 1965) conoce bien, ya que se ha especializado en mascaradas europeas y ha escrito varios artículos para revistas especializadas. Recientemente ha autoeditado una edición ampliada de su libro ‘Mascaradas de la Península Ibérica’, que se puede conseguir a través de su correo (mascaradaeuropea@hotmail.com). La primera edición la escribió entre 2009 y 2014 y en esta segunda edición ampliada ha estado trabajando tres años más.

-La Junta de Castilla y León pretende poner en valor las mascaradas de la Comunidad a través de la declaración de BIC, unas celebraciones que no son exclusivas de esta región como podemos ver en su libro ‘Mascaradas de la Península Ibérica’, ¿qué le llevó a estudiar este tipo de rituales?

– En el 2005 íbamos a grabar un documental sobre las mascaradas asturianas, comenzaba youtube y los blogs, y buscando información me di cuenta de que no era algo exclusivo de Asturias, iba más allá. Pensé hacer una publicación sobre Europa (a día de hoy creo que es muy necesaria), pero al ir creciendo el proyecto me di cuenta de que la península superaba las expectativas.

¿Qué le parece el hecho de que la Junta de Castilla y León trate de poner en valor esta tradición y salvaguardarla, pues en muchos pueblos ha pasado de generación en generación pero en otros ya se ha perdido?

– Creo que ya era hora. El problema es que van a quedar algunas fuera. Entiendo que es complicado, pues intervienen muchos factores para decidir si una mascarada cumple los requisitos. Conozco muchas mascaradas que en su día fueron muy completas pero ya casi no se celebran, otras celebradas intermitentemente y otras multitudinarias y desvirtuadas por los cambios para atraer el turismo. En este sentido, el libro sirve de guía y señala muchas fiestas no consideradas mascaradas pero que lo son y están vivas, por ejemplo, los Quintos de Inocentes de Juarros de Voltoya (Segovia) o la horca de los Quintos de Valdecarros (Salamanca).

Otras mascaradas, por ejemplo, las abulenses recuperadas recientemente, tienen mucho valor y si se continúan celebrando podrían quedar (digamos, en la recámara) para un posterior BIC. El conocerlas todas y tener una buena información etnohistórica es esencial para decidir.

– En su libro, ¿se centra en algún tipo de mascarada en concreto, ya que las hay de invierno, de Carnaval, de Pascua de Resurrección, de Corpus Christi y vinculadas a Vírgenes y Santos? ¿Qué las diferencie unas de otras?

– Las mascaradas son celebraciones de cambio de temporada o de ciclo. Por eso se dan todas en invierno. Los protagonistas principales eran los mozos que celebraban un rito de paso a la edad adulta, cohesionaban el grupo y antaño tenían una marcada intencionalidad de cortejo, pues las mozas eran esenciales en la fiesta.

Hoy, esas funciones y necesidades se cubren de otra manera y en las mascaradas ya participa gente de todas las edades, pero la esencia aún pervive. El libro también incluye mascaradas que evolucionaron cuando fueron absorbidas por el cristianismo, la parte de los mozos guapos, danzantes, con ropas blancas, cintas, etc. que suelen ser incorporados con su paloteo a fiestas patronales o al Corpus, aunque también Diablillos y cofradías que se comportan de la misma manera que las sociedades de mozos primitivas.

La diferencia entre unas mascaradas y otras es que predomina un personaje, vaquilla, oso, guirrio, restando importancia al resto de estructura, por eso nos pueden despistar, pero si estudias la mascarada a fondo te das cuenta de que básicamente son iguales y por consiguiente deben tener un mismo origen.

– A su entender, ¿cuál es la característica común de todas las mascaradas?

– Al principio del libro hay un esquema que cambió poco respecto a la primera edición. Allí aparecen todos los personajes y acciones que hay (o debería haber).

Básicamente es: fiesta de invierno, reunión de mozos, petición con máscaras, comida de confraternización, juegos y baile.

El periodo va desde el solsticio de invierno, 21-23 de diciembre, hasta final del carnaval. Muchas nos pueden confundir, pues pueden celebrarse en días alternos durante ese periodo mientras en otras eso mismo lo vemos celebrado en un par de días.

– ¿Cómo describiría su publicación?

– Es una guía enciclopédica que describe por fichas, mediante uno o varios informantes, cada mascarada.

Hace referencia a toda la Península Ibérica, pero centrándonos en Castilla y León, ¿cuántas mascaradas recoge en su libro y de qué tipo?

– Unas 70, incluidos los danzantes. Las Vaquillas de Antruejo (armazones con cuernos) son muy frecuentes, aparecen en León y se extienden al sur. Las Gomias (Tarascas) solo aparecen como forma primitiva en León y Burgos. Las mascaradas zamoranas con sus comedias aparecen tras el solsticio. Todas tienen su encanto.

– Salamanca también está muy presente a través de El Perrero de Nava de Francia, ¿qué puede decir de esta tradición?

– El Perrero es un personaje que perdió la máscara, aunque no se tiene conocimiento de cuándo, posiblemente cuando se le permitió la entrada en la iglesia. Es una mascarada de principio de año que marcaba el rito de paso de los mozos y está emparentada con las fronterizas portuguesas, zamoranas y Botargas de Guadalajara.

En Salamanca, a parte de la citada, aparecen vaquillas y personajes muy interesantes propios de carnaval como las de Ahigal de los Aceiteros, Santiz o Guadramiro.

– En los últimos años, ¿las mascaradas es algo que se mantiene en los pueblos, es algo que se ha ido perdiendo o bien se está haciendo un esfuerzo para recuperarlas en aquellos lugares donde se perdieron hace tiempo?

– La gente se está dando cuenta que tienen una tradición ancestral que deben conservar, bien en la memoria de internet, bien recuperando el rito. Los años de desarrollismo fueron letales con la marcha de los jóvenes de los pueblos y las mascaradas se resintieron, ahora se están recuperando, aunque no sea como lo hacían sus abuelos. Lo que parece increíble es que existan con continuidad a pesar de las prohibiciones político-eclesiásticas y desprecios de los ilustrados, como El Perrero de Nava de Francia, los Zangarrones zamoranos y otras.

– ¿Cree que la declaración de BIC ayudará al mantenimiento de las mascaradas?

– El conservar una tradición no depende de ninguna administración. Son los propios protagonistas quienes deben hacerlo. Necesitan apoyo, promoción y estudio, pero solo de ellos depende la continuidad de un bien inmaterial que los liga con una línea invisible con su pasado remoto.

Espero que nos demos cuenta de la fortuna que tenemos de conservar tradiciones que también aparece a miles de kilómetros en algunos pueblos de Europa, pueblos con otro idioma pero con una misma base cultural, que nos enseñan que las diferencias no son tan marcadas como pensábamos.



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