El oficio de resinero se devalúa en Salamanca

Las grandes extensiones de pinos del suroeste de la provincia atesoran un producto de alta demanda pero que no acaba de pegar entre aquellas personas que buscan una forma de vida que les ayude a superar la crisis, la resina.
Son muy diversos los factores que incluyen en el bajo atractivo del oficio de resinero pero sobre todas ellas destacan dos que hacen que sean apenas unos pocos los que mantienen viva esta labor: la alta inestabilidad de los precios de la resina y al temporalidad de las labores.
“En El Payo, durante la anterior crisis económica, cuando los jóvenes no encontraban trabajo en las grandes ciudades, llegamos a tener a ocho matrimonios dedicados a la resina, pero de aquellos ahora tan solo ha quedado uno”, destaca el alcalde, Agapito Pascual.
La extracción de la resina necesita de una gran dedicación, prácticamente nueve meses al año, desde la primavera hasta el otoño, “dependiendo mucho de cuánto se estire el verano, porque es con el calor cuando más resina producen los pinos y cuando más hay que atenderlos”, afirman los técnicos.
Aunque son nueve meses de trabajo, no en todos ellos se producen ingresos, por lo que “si el precio está bajo, es necesario tener este oficio como un complemento para otros ingresos”, señalan los profesionales.
La iniciativa del Ayuntamiento de El Payo, “un pueblo en el que nunca antes se había explotado la resina, tan solo la madera”, como señala su alcalde, puede servir de ejemplo para ilustrar el porqué no hay más resineros. Este municipio aprobó la concesión de hasta 5.000 pinos a aquellos que lo solicitaran, “el primer año gratis, para que pudieran hacer frente a la compra de herramientas y otras necesidades de la labor, y el segundo año un precio casi simbólico de 0,20 céntimos por árbol y año”.
A pesar de estas facilidades, “fueron pocos los que se apuntaron y tan solo uno el que ha quedado, aunque si se trabaja duro que eso no hay que negarlo que es necesario, una familia puede sacar una buena temporada, dependiendo del precio del kilo de resina, hasta 10.000 o 12.000 euros”, señala Agapito Pascual.
Este oficio, aunque sea parcial y como complemento de otros ingresos, quiere convertirlo la Diputación provincial junto a los ayuntamientos de El Rebollar, en una oportunidad “ya que es una fuente de empleo en el mundo rural y además la labor de los resineros ayuda a la conservación de los montes”, afirma Román Hernández.
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