El cuadro de ‘Los Comuneros’ y Gisbert

 El cuadro de ‘Los Comuneros’ y Gisbert

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Antonio Gisbert Pérez nace en Alcoy el 19/12/1834 y con 11 años ingresa en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando en la calle de santa Catalina en Madrid.

Presenta a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1860 el cuadro de 255 x 365 cm, “Suplicio de los Comuneros”, obteniendo la Medalla de Primera Clase, lo que le reporta su reconocimiento y consagración como artista a los 26 años y la prórroga de su pensión de 12.000 reales en Roma, para otros dos años en París. Se consideró que el Jurado, atendiendo a razones políticas y no a motivación artística, había sido injusto declarando desierta la Medalla de Honor, que merecía.

En desagravio, a instancias de Salustiano de Olózaga, adquiere el cuadro el Congreso por 80.000 reales, se le encarga otro cuadro, “La jura de Fernando IV” y al año siguiente por suscripción popular se le regala una corona de oro, piedras preciosas y esmalte, obra del orfebre José Sánchez Pescador sobre dibujo del escultor Ponciano Ponzano. Luce el cuadro en la escalera Fernán Flor, habiendo una réplica de 91 x 125´3 cm en el Congreso y otra en el Museo de Bellas Artes Gravina de Alicante de 85 x 110 cm.

Agradecido a Olózaga le hace una copia de “los Comuneros” a mitad del tamaño del original, que se exhibe en Bruselas y presenta a la Exposición de París en 1867. Pasó a una colección particular de Alcoy y es posible que hoy pertenezca a una colección privada de Segovia.

En cuatro convocatorias de la Exposición Nacional obtuvo tres medallas y los 3 cuadros fueron adquiridos por Patrimonio: En 1858 los “Últimos momentos del príncipe don Carlos”, para el Palacio del Escorial; en 1860 “Los Comuneros”, para el Congreso y en 1864 “El desembarco de los puritanos en América del Norte” por 120.000 reales, para el Senado.

Proclive al autorretrato no vacila en aparecer en sus más célebres cuadros. En “Los Comuneros” se retrata como el propio Maldonado, cuando inicia su ascensión al cadalso, confortado por el padre dominico que le muestra un crucifijo.

En “Rebeca y Eliezer”, de 122 x 167 cm, que presentó a la Real Academia de San Fernando en 1853 para obtener la pensión en Roma, aparece como Eliezer, el siervo más viejo de Abraham. Consiguió la beca al año siguiente con “La Resurrección de Lázaro”, de 126 x 169 cm, adquirido por Isabel II para el Palacio Real de Aranjuez.

Aparece en el cuadro “Doña María de Molina presentando a su hijo el infante don Fernando a las Cortes, reunidas en Valladolid en 1295”, de 313 x 377 cm, destacando en la parte derecha por el detalle de llevarse la mano al pecho. Es adquirido por el Congreso de los Diputados en 1861 por la cifra de 20.000 pesetas. El artista no le puso precio y en compensación se le concede la Cruz de Comendador de la Orden de Isabel la Católica. Luce en el Salón de Sesiones.

En el “Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga” cuadro de 392,5 x 602,5 cm, encargo de Sagasta en 1886 por 160.000 reales, pasando luego al Museo del Prado, es el fraile capuchino que venda los ojos a Francisco Fernández Golfín, exministro de la Guerra.

Tras la Revolución de 1868 es nombrado director del Museo de Pintura y Escultura y del de Tapices de El Escorial, cesando voluntariamente en 1873 y exiliándose a Francia. Fallece tras rápida y penosa enfermedad y es enterrado en el cementerio de Batignolles el 27 de noviembre de 1901, donde le acompaña la que en los últimos años le cuidara Anne Fairant, el 23 de setiembre de 1911.

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